El dolor que sentía quemándole el costado aumentaba cada segundo que pasaba despierto, hasta que se volvió tan insoportable que se movió para ver si así conseguía aliviar la tensión que le desgarraba.
—Estate quieto, guerrero, te vas a abrir los puntos.
Aquella dulce voz iba acompañada de unas manos igual de atentas, que refrescaron el calor de su piel.
Itachi estaba ardiendo, pero paró de moverse porque no quería que ese ángel dejase de tocarlo. No quería dejar de sentir aquel placer.
No lograba comprender cómo era posible que sintiese al mismo tiempo un dolor comparable al fuego del infierno y la delicia de las caricias de un ángel.
Quizá estaba atrapado en el purgatorio y todavía no habían decidido dónde iba a terminar su viaje.
—Sed —farfulló con voz ronca.
Se pasó la lengua por los labios secos, desesperado por un poco de agua.
—Sí, pero sólo un poco. No quiero que vomites por toda la cabaña —le dijo el ángel.
Le pasó una mano por debajo del cuello y le levantó la cabeza.
Itachi se sintió avergonzado al ver que estaba tan débil como un gatito recién nacido.
Si el ángel no le hubiese ayudado, él solo habría sido completamente incapaz de incorporarse.
Notó el borde de una copa en los labios y bebió ansioso.
El agua estaba tan fría que empezó a temblar con violencia.
El contraste entre la temperatura del líquido y la de su interior le causó un efecto casi doloroso, como si bloques de hielo hubiesen entrado en contacto con el fuego de su piel.
—Tranquilo —le dijo el ángel—. Ya es suficiente por ahora. Sé que te duele, te prepararé una tisana para el dolor y ya verás como duermes un poco mejor.
Pero Itachi no quería dormir. Quería seguir entre sus brazos, acunado contra su pecho.
El largo cabello rubio del ángel le hacía cosquillas contra la mejilla.
Giró la cara y se lo acarició con la nariz. Inhaló su perfume y tuvo la certeza de que el fuego del infierno retrocedía.
Le envolvió una maravillosa sensación de paz.
Ah, seguro que había dado un paso hacia el cielo.
—Dime tu nombre —le pidió.
¿Los ángeles tienen nombre?
—Deidara, guerrero. Mi nombre es Deidara. Y ahora estate tranquilo. Tienes que descansar si quieres recuperar las fuerzas. No me he esmerado tanto para que tú ahora eches a perder mi trabajo y decidas morirte.
No, él no iba a morirse. Tenía cosas muy importantes que hacer, aunque en aquel preciso instante, su dolorida mente no fuese capaz de recordar exactamente cuáles eran.
Quizá el ángel tenía razón. Tal vez debería descansar un rato y puede que cuando se despertara se acordase de lo que tenía que hacer.
Respiró hondo y se permitió relajarse.
Notó que el ángel volvía a colocarle la cabeza en la almohada e inhaló por última vez para llenarse de su perfume.
Fue como beber un licor muy dulce. Notó una cálida y embriagadora sensación extendiéndose por sus venas.
Dejó de oponer resistencia.
ESTÁS LEYENDO
Seduciendo a un Uchiha
RandomItachi Uchiha siempre ha estado dispuesto a sacrificarse para defender los derechos de su clan, por ese motivo ha aceptado casarse con el hijo doncel del Lord del clan vecino. Pero cuando se dirige hacia las tierras de su prometido, Itachi y sus hom...