Capítulo 14

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Tener a Deidara tan cerca le estaba volviendo loco.

A pesar de que el doncel se encargaba de mantener una distancia prudente entre los dos en todo momento, hacer algo tan inocente como estar en la misma habitación que él o compartir mesa durante las comidas le resultaba de lo más frustrante.

La herida de Itachi tardó varios días más en sanar y durante ese tiempo Deidara se convirtió en un experto en levantar murallas entre los dos.

Cuanto más recuperado estaba él, más distante se mostraba Deidara y menos tiempo pasaba en su habitación.

Al final, lo que le motivó a recuperarse del todo fue que sabía que si salía de su dormitorio, podría verle más.

Todavía estaba dolorido. La herida del costado seguía tirándole y si se volvía demasiado rápido, recibía a cambio una punzada de dolor que lo doblaba por la mitad.

Pero se negaba a pasarse un día más mirando el techo y buscando la manera de apagar aquel fuego que estaba sintiendo.

Incluso en ese momento, sentado con sus hermanos e intentando prestar atención a lo que le estaban diciendo, su mirada no dejaba de desviarse hacia el otro extremo del salón, donde las mujeres y los donceles estaban sentados frente al fuego, tejiendo ropa para el bebé de Minato.

Fuera, la nieve seguía formando pequeños montículos en el suelo, que crecerían durante la noche.

Todo el mundo se había refugiado en la fortaleza o en sus casas.

Los hombres bebían sake y hablaban de la guerra y de alianzas y, evidentemente, de su odiado enemigo, Danzo Shimura.

Pero Itachi no participaba en ninguna conversación.

Él sólo miraba a Deidara mientras se reía y hablaba con Sarada y Minato. Vio cómo le brillaban los ojos de alegría.

No le pasó por alto que Madara también miraba de vez en cuando a Minato y cuando éste levantó la cabeza y se encontró con la mirada de su esposo, Itachi envidió a su hermano con todas sus fuerzas.

El amor que se profesaban el uno al otro era tan evidente que sintió un agudo dolor en el pecho y tuvo que contenerse para no salir corriendo de allí.

—Vuelve a la tierra, Itachi.

Itachi parpadeó y miró furioso a Sasuke por haberse entrometido tan bruscamente en sus pensamientos.

—¿Qué diablos quieres?

—Que prestes atención. Tenemos asuntos importantes que tratar y tú estás demasiado ocupado babeando por ese rubio tuyo.

Itachi apretó los puños, pero no respondió a la provocación de su hermano menor.

Madara frunció el ceño y los miró a los dos.

—Estaba diciendo que he recibido una carta de Lord Kurama. En ella me dice que lamenta mucho que tu viaje se viese interrumpido y que espera sellar nuestra alianza lo antes posible. Le preocupa que Danzo consiga llegar a la frontera de sus tierras. Todos nuestros vecinos están muy inquietos, tienen miedo de lo que pueda hacer Danzo y están pendientes de nuestra decisión.

Itachi miró a su hermano y notó una opresión en el pecho.

—No quiere esperar a la primavera para unir nuestros clanes a través de tu matrimonio con Naruto. Sabe que no estoy dispuesto a abandonar el clan y dejar a Minato ahora que está a punto de dar a luz, por lo que se ha ofrecido a venir con su hijo después de que nazca el bebé y celebrar aquí la boda.

Seduciendo a un UchihaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora