Capítulo 3. El Desastre

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Había llegado a Londres tras terminar todos los compromisos con los Felice. Los iba a echar mucho de menos pues no me resultaba fácil encontrar gente con la que me sintiera a gusto y aunque debería estar acostumbrada a eso, cada día me veía más sola, más cabreada a cada instante, más cansada de tener que mostrar mi mejor cara a personas cuyos valores no me gustaban para nada pero eso era el mundo de la moda la mayor parte del tiempo; frialdad, falta de empatía y competitividad.

Entre desfiles, sesiones fotográficas,  pruebas de vestuario, maquillaje y peluquería, pasó la mayor parte de mi semana en Londres. El último día debería asistir a una gala benéfica una de tantas en las que si tan sólo uno de sus asistentes donara un par de zapatos, alimentaría a una aldea del África.

Debía hablar con mi agente respecto a eso, no quería participar en más reuniones de ese tipo. Después me llamarían borde y tacaña pero era algo que más bien me daba igual. Yo ayudaba a muchas escuelas aborígenes  de forma desinteresada aunque no era algo público ni tenía pensado hacer que nadie que no fuera mi familia se enterase de ello.

Llegó la famosa fiesta que se celebró en un hotel del centro de la ciudad. Elegí para la gala un vestido largo de pedrería en color gris perla con la espalda al aire y unos zapatos del mismo color. Algunas de mis compañeras de trabajo no iban a ningún lado sin su estilista pero yo prefería elegir por mí misma y permitirme el lujo de la intimidad. Bastante tenía con los periodistas.

La fiesta fue como se esperaba

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La fiesta fue como se esperaba. Todo lleno de famosos, fotógrafos,  gente borracha o drogada y mucha tontería.  Un camarero pasó con una bandeja con copas de vino y tomé una con la intención de irme a la terraza a beberla para relajarme un poco aunque no pude hacerlo. Dos minutos después,  una voz a mis espaldas me asustó sacándome de mi momento de gloria.

-Cada día estás más guapa, Eleanor. Es una pena que ya no quieras nada conmigo.

Esa voz, esa suficiencia....sabía perfectamente a quien pertenecía como también sabía que no quería saber nada con su dueño.

-¿Qué es lo que quieres, Álex?.

Lo encaré con muy poca gana. Sólo quería disfrutar de una copa de vino en soledad. ¿Era mucho pedir?.

-Hace mucho tiempo que no nos vemos. Me gustaría invitarte a cenar un día para recordar viejos tiempos.

Lo miré con cara de pocos amigos. Álex era un chico muy atractivo, no en vano era modelo pero era el tío más gilipollas que había pisado la Tierra en décadas. ¿Cómo lo se? Pues porque para mi desgracia compartí con él un año de mi vida hasta que descubrí que jamás me amaría más de lo que se amaba a sí mismo.

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Tan Sólo Hazme Olvidar(COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora