Capítulo 9. Un día de locos

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Cuando desperté, me costó un tiempo darme cuenta de lo que había ocurrido la noche anterior. Al principio me asusté cuando me di cuenta de que estaba durmiendo en pelota pero cuando me giré y vi a William durmiendo a mi lado, recordé todo lo sucedido. Era la primera vez que lo veía dormir y se veía dulce y sereno mientras respiraba suavemente. No pude evitar acariciar su barbilla era tan sexy y a la vez tan amoroso.

-Buenos días, preciosa-me saludó con una sonrisa-.

-No quería despertarte.

-No te preocupes. Ojalá siempre fuera así de dulce despertar.

-En verdad tenía pensado encerrarme en el baño para que no me vieses.

-¿Y por qué ibas a querer hacer eso?-frunció el ceño-.

-Porque me daba vergüenza verte. No sabía si querías volver a hablarme o....-tapó mi boca con sus dedos-.

-La diosa de ayer no era tan vergonzosa.

Había fuego en sus ojos. Un fuego que me llenaba por dentro hasta quemarme.

-Seguiré hablándote si es lo que te preguntas y he de añadir que quiero seguir conociéndote.

-¿Seguro?

-Por supuesto. ¿A qué tienes miedo, preciosa?.

-A muchas cosas-admití-. Pero la que más me aterra es amarte y que tú no seas capaz de amarme a mí.

Su reacción me sorprendió porque se dió la vuelta en la cama y se quedó en silencio varios minutos.

-Hoy habrá una gala a la que debo asistir. Sé que no te gustan pero, ¿ te gustaría acompañarme?

-¿Es esa tu contestación? ¿Tu forma de calmarme? Te abro mi corazón y recibo una invitación a un evento.

Se levantó de la cama hecho una furia dispuesto a enfrentarme. Otra vez había tocado su lado más sensible.

-¿Crees, Eleanor que si no estuviera interesado en tí te llevaría de acompañante a todos los eventos a los que acudo? Eres a la primera mujer que llevo. Tienes una gran venda que se llama ego en los ojos que no te deja ver las evidencias que la vida te muestra.

-¡Pero tú aún amas a Alice!-le grité-.

-Tienes razón. Aún la amo y jamás dejaré de hacerlo. Se llevó un pedacito de mí el día que la conocí y siempre estará con ella pero tenía esperanza en que fueras capaz de comprender eso. Asimilar que jamás dejará de ser mi confidente y mi amiga.

Tras esto se encerró en el baño dando un portazo que me hizo temblar. Estaba confusa, enfadada conmigo misma por ser incapaz de dejar de ser una bocazas. La había cagado y bastante. Me eché a llorar y amargas lágrimas de culpa, dolor y desamor corroían mi rostro haciendome sentir la mujer más desgraciada del mundo. Antes de marcharse tan sólo dijo:

-He de trabajar. Volveré a las seis.

Otra vez me quedaba sola en la habitación de un hotel pero esta vez tenía decidido que no me quedaría allí sóla observando la vida pasar. Me preparé rápidamente y me fuí a la calle con mis gafas de sol y mi muleta con la intención de pasear por Dublín y la esperanza de que la alegría irlandesa fuese capaz de apaciguar mi tristeza.

Fuí consciente de que parecía un alma en pena cuando me miré en un escaparate (Podéis llamarme presumida pero¿Quién demonios no tiene esa costumbre?). Me quité las gafas de sol y vi una mirada triste y nublada por el desamor. Sentí ganas de llorar de nuevo pero me negué a ello enterrando mis lágrimas en lo más profundo de mi ser y seguí caminando con aquella mierda de muleta por Temple Bar. Un lugar curioso hasta decir basta. Los pubs estaban llenos de gente y un bullicio recorría el lugar. Me detuve un instante a observar la vida. ¿Qué estarían pensando esas personas? ¿Qué sentirían? ¿Cómo eran capaces de enfrentarse a sus miedos, a sus fracasos?

Tan Sólo Hazme Olvidar(COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora