CARA A CARA #7

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Era la víspera de nochevieja, el 30 de diciembre. Jessica estaba en su casa, tumbada en la cama leyendo el libro nuevo que le habían regalado, cuando su madre entró en su habitación arruinando el ambiente de tranquilidad que había:

-Hola Jess, mi querida hija, mi amor, mi princesita, mi chica favorita del mundo entero. -La chica ni siquiera apartó la mirada del libro, aunque había notado la presencia de su madre y sospechaba que no estaba allí solo para saludar.- Te tengo que pedir un pequeño favorcito. -Jess siguió sin apartar la mirada del libro- Y como sé que eres muy buena persona seguro que lo harás sin rechistar ni pedir nada a cambio. -En ese momento Jess miró a su madre arqueando una ceja- Necesito que vayas a comprar uvas para año nuevo.

-¿¡QUÉ!? PERO SI ESTOY EN LA MEJOR PARTE DEL LIBRO. ¡Y TODAVÍA ESTOY EN PIJAMA! No pienso ir. -Volvió a dirigir su mirada al libro.

-Hmmmm. -su madre sonrió, era la típica sonrisa que pone alguien cuando sabe que va a salirse con la suya- ¿Y si te digo que a cambio de que vayas no tendrás que cuidar a los vecinos la semana que viene? -Jess puso un marca páginas y cerró el libro de golpe.

-Vete de mi cuarto que me tengo que cambiar. -Empujó a su madre fuera de la habitación y cerró la puerta, luego empezó a cambiarse de ropa.

Al mismo tiempo pero en otra parte de la ciudad Kendall estaba siendo prácticamente obligado a salir de casa a hacer las compras para la cena:

-QUE TE VAYAS. VENGA, VENGA, VENGA. TENEMOS UNA LISTA DE COSAS QUE HACER ANTES DE QUE SE PONGA EL SOL Y EL TIEMPO PASA MUY RÁPIDO. LARGO. FUERA. -Summer estaba empujando a su hermano hacia la salida de casa mientras le gritaba.

-¿Y por qué no sales tú a comprar? -Summer dejó de empujarle, se cruzó de brazos y le miro con cara de “¿Enserio lo preguntas?”

-Tal vez porque yo no soy capaz de cargar con las cincuenta toneladas que pesa la compra que hay que hacer. O porque también hay que fregar la cocina y ambos sabemos quien es el torpe que pisaría lo que él mismo ha fregado sólo porque le ha entrado hambre. O porque ayer yo fui a comprar el pan. O porque estoy medio resfriada y fuera hace un montón de frío. O porque… -Kendall se hartó de escuchar razones y decidió cortar a su hermana antes de verse obligado a darle la razón.

-Sí, bueno, da igual. Ya voy yo a comprar como buen hermano mayor que soy. -Cogió su chaqueta.

-Uy sí, gracias: oh, gran y fabuloso hermano mayor. No sé qué haría sin ti. -Kendall podía incluso sentir como su hermana ponía los ojos en blanco, pero decidió ignorar su sarcasmo, coger la cartera y salir.

Tardó poco en darse cuenta de que no había cogido sus auriculares ni sus llaves, pero como no quería tener que aguantar los gritos de su hermana (en realidad le daba un poco de miedo pero eso era algo que ni siquiera se admitiría a sí mismo) decidió seguir hacia la parada del autobús sin volver a por ellos.

Jessica estaba sentada sola al lado de una ventana, esa mañana el autobús estaba prácticamente vacío. No le extraña ¿Qué clase de persona sale a las diez y media de la mañana del 30 de diciembre? Seguramente alguna a la que se le haya olvidado comprar algo, ya que a los que no se les había olvidado estaban en familia o durmiendo.

Ella iba como siempre mirando a la ventana escuchando música, ese día había decidido escuchar algo de imagine dragons. Cuando el autobús paró Jess se dio cuenta de que conocía al chico que se acababa de subir: era Kendall.

“Vaya, vaya, pero mira a quién tenemos aquí”

El chico tampoco tardó mucho en percatarse de quien era la chica que le saludaba con un movimiento de mano así que se acercó y se sentó junto a ella.

Hola desconocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora