XXX. Enemigos

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Ana volaba entre las nubes espesas de un cielo infinito. Se sentía libre y ligera sabiendo que nadie podía verla. Por un momento, buscó el cansancio o el hambre dentro de ella, pero sólo pudo encontrarse a sí misma fuerte, despierta y alerta. Sin embargo, un peso silencioso descansaba sobre su corazón, encogiéndolo lentamente. Ana tenía el rostro amargo de Greg estampado en su mente, el siniestro eco de su voz suplicante resonaba dentro de ella sin cesar. La desolación absoluta se intensificaba con la ausencia de toda sensación física.

Mientras exploraba con pesar su nuevo estado inmaterial, pudo percibir algo nuevo, un detalle confuso. Más allá del recuerdo de Greg, más allá del rugido apagado de su voz, Ana escuchaba un lamento proveniente de todos lados. Al principio, supuso que se trataba del bullicio de la ciudad, pero conforme se acercaba al valle, el lamento se hacía más poderoso. Pronto se convirtió en una voz clara y musical, hablaba en un idioma indescifrable, desconocido. Al examinarla un poco más, Ana entendió que la voz estaba rezando. El doloroso lamento elevaba una plegaria desde todos los rincones infinitos del universo. Tal vez, la elegida no comprendía las palabras bañadas de desconsuelo, que escuchaba dentro de ella, pero su alma las abrazaba como si fueran suyas.

Llegó al valle con dificultad. La carga se había hecho más pesada y, por momentos, no se sentía capaz de soportarla. Estuvo a punto de regresar con Greg, pero la imagen de su estoico ejército la convenció de quedarse. El cielo impetuoso y oscuro, no era nada comparado con la escena que se dibujaba en el valle. Miles de alas destellantes lo iluminaban todo con una deslumbrante luz. Los ángeles caídos empuñaban sus espadas, mientras sus corazones se hinchaban de valor.

Azazel recibió a su hija con los brazos extendidos, ofreciéndole su espada azul.

–¿Estás lista?–le preguntó con seriedad.

–Sí –respondió Ana con voz decidida. Intentó no mostrar confusión o debilidad, pero el pesar en sus ojos la delató.

–¿Qué pasa, hija?

–Es...escucho algo. No puedo explicarlo...Es una voz...una voz que habla en un idioma que no entiendo y...no puedo soportar la tristeza.

Azazel la miró sin cambiar la expresión en su rostro, después se llevó una mano a la cabeza y sus ojos negros brillaron con la luz del entendimiento.

–Escuchas...la oración de los caídos. Es la voz de Dios, que se lamenta por nosotros y pide por nuestras almas a cada segundo –le explicó con una nota de confusión en la voz–. Yo...pensé que sólo los caídos más viejos podíamos escucharla.

–¿A qué te refieres?

–Dios comenzó a orar por nosotros cuando notó nuestra ausencia. Pero fue cuando Miguel lo convenció de que nos habíamos rebelado en su contra, que la oración se convirtió en ese lamento insoportablemente doloroso. ¿Recuerdas el asunto de la comunicación unilateral?

Ana asintió y, entonces, comenzó a entenderlo todo.

–Pensé que sólo nosotros podíamos escucharlo. Hasta ahora, ninguno de nuestros hijos había sido capaz de hacerlo...excepto tú. ¡Eres más especial de lo que creíamos! –le dijo el caído con una sonrisa.

–Pero...¿Cómo pueden vivir con tanta tristeza? Casi me es imposible contener el llanto–era cierto, la voz temblorosa de Ana lo confirmaba.

–Supongo...que te acostumbras a ella...Encontramos consuelo en la esperanza de regresar a Él algún día. Recuerda que la fe es la base de todo.

Ana desenvainó la espada azul y la sostuvo con firmeza en su mano derecha, imitando a sus soldados. Podía sentir cómo la carga, que aplastaba a su corazón, se volvía más violenta. Ahora comprendía el significado de aquel triste lamento. Sin embargo, la esperanza también crecía en su pecho, pues comenzaba a creer que si era un ángel tan extraordinario, entonces podría regresar con Greg al final de la batalla. La fe en lo imposible la mantuvo de pie en ese momento. Se posicionó frente a su ejército, extendiendo sus alas azules, que destellaban con la tenue luz de la luna cautiva detrás de las nubes grises. La ciudad estaba infectada de fiesta, el eco de la música retumbaba en los rincones del valle. El cielo comenzó a iluminarse con decenas de fuegos artificiales, anunciando así el inicio del carnaval.

LA BATALLA DEL ANGELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora