Cuando Eunice abrió los ojos, lo primero que vio fue el inquieto rostro de Dante muy cerca del suyo. La miraba preocupado, con un destello de dulzura en sus ojos verdes.
–¿Cómo te sientes? –le preguntó en un susurro.
Eunice lo miró sin entender que aquello no era un sueño. Se sentía dispersa y desorientada.
–Bien... creo –respondió confundida, abriendo y cerrando los ojos como si se hubiera tejido una telaraña en ellos que le impedía ver con claridad–. ¿Qué pasó? ¿Dónde estoy? ¿Dónde está Ana?
–Ana está bien. Estamos en mi departamento –explicó el chico con voz tranquila–. Necesito saber si estás bien y totalmente consciente para que pueda explicarte lo que está pasando.
La persuasiva voz de Dante invitó a Eunice a incorporarse sólo unos centímetros. Pero, al sentir el cálido aliento del muchacho rozándole el rostro, se sintió un poco mareada. Nunca lo había tenido tan cerca y aquello la perturbaba un poco. Por un segundo, cerró los ojos y se concentró en el increíble aroma que emanaba de él. Dante usaba una de esas colonias carísimas que anunciaban en la televisión.
En aquel momento de silencio, teniendo a Eunice prisionera en sus brazos con los ojos cerrados, Dante sintió el descarado impulso de besarla. Sin embargo, tuvo que contenerse, no quería alterarla aún más.
–¿Entonces?... ¿Te sientes bien? –sin querer, Dante usó su tono de voz más seductor. Eunice salió de su trance y abrió los ojos.
–Estoy... bien –dijo por fin.
–Te voy a explicar todo –continuó–. Debes tener la mente abierta. Sé muy bien que posiblemente no creas mis palabras, pero debes confiar en mí.
–Está bien... Mantendré la mente abierta –Eunice pronunció aquellas palabras como si estuviera hipnotizada. Se sentía tan segura rodeada por los brazos de Dante, que por un momento se olvidó de todo.
–Hay... –el chico buscó en su cerebro las palabras más honestas y claras para hablarle a Eunice sin rodeos–. Una realidad oculta, alterna a la realidad que tú conoces.
Eunice no movió ni un músculo. Su rostro se tensó de pronto con un gesto de incredulidad.
–Este mundo funciona gracias a un complejo sistema, que ni yo mismo entiendo del todo... –siguió Dante–. ¿Has oído hablar de los duendes, las hadas y todo eso?
–Sí.
–Pues... todas esas criaturas existen, y es gracias a ellas que este mundo funciona con tanto equilibrio. Las olas del océano no se forman solas, en realidad hay seres que se encargan de eso. Y de las mareas, y de las tormentas... Hay seres encargados de que el viento sople con mayor o menor intensidad. Las plantas y los árboles crecen gracias a esas... hadas y duendes... ¿me... entiendes? –Dante se sintió estúpido al tratar de explicar aquello. Para él había sido difícil internarse en ese mundo sin cuestionar nada. Sabía lo difícil que era aceptar la existencia de esos seres míticos para las personas comunes.
De pronto, lo que Eunice había visto aquella mañana en la laguna se hizo más real. La sensación de haber experimentado un sueño lejano se transformó en la certeza de un hecho verdadero. Aquello la hizo sentirse asustada y confundida otra vez.
–Yo... entiendo lo que dices. Pero no puedo creerlo –le contestó con un hilo de voz.
–Sé que es difícil, pero es la verdad. Hay más de lo que puedes ver, siempre recuerda eso –le pidió Dante con una mirada suplicante–. Mis padres murieron cuando yo era muy pequeño y, de hecho, yo también estuve cerca de irme con ellos. Pero alguien me trajo de vuelta y me dio una misión. Soy un buscador, debo encontrar a los hijos de los ángeles...
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LA BATALLA DEL ANGEL
Fantasía"La batalla del ángel" se puede considerar una secuela de "El dador de misterio". La novela narra un fragmento de la vida de Ana, quien resulta ser descendiente de uno de los caídos. Cosa que descubre una tarde mientras paseaba con su amiga. Esta...