El lunes cuando Rubén y yo bajamos, nos encontramos a Samuel apoyado en su auto negro, la baba casi se me cae, no, en realidad se me cayó cuando vi su pose de modelo, esté chico podría ganarse le vida de eso. Al vernos se acercó a nosotros y me dio un casto beso en los labios que me dejo mareado hasta que llegamos al instituto, por el rabillo del ojo vi la cara desencajada de Rubén y la sonrisa torcida de Samuel al separarnos. Al llegar Rubén se bajó casi corriendo dejándonos solos en el auto, había un silencio incomodo, al ver que iba a bajarse alcance a decirle sin tartamudear.
-¿Por... por qué me besaste?-
-¿No te gustó?- dijo con su profunda y sensual voz mientras poco a poco se acercaba a mí.
-No, digo, sí pero- - Iba a continuar con mi patético discurso cuando él me interrumpió.
-Ya déjalo. Vamos o se nos hará tarde- Dijo mientras bajaba del auto.
Al llegar a clases, Mario me mando una mirada envenenada y Frank corrió a abrazarme y decirme o mejor dicho gritarme al oído.
-Luzu y yo somos novios- Dijo dando pequeños saltitos de alegría.
-¿En serio? Felicidades -Dije mientras lo abrazaba y veía a Alex un poco más apartado, sentado en la mesa de su banco, con sus brazos cruzados. Nos acercamos a él.
-Pringaó ¿Cómo estas de tu resaca?- dije entre risas mientras veía su rostro.
-Mejor dime tú ¿Qué hay con Samuel?- Dijo mirándome fijamente de una forma muy rara.
-Pues nada, nos besamos cuando me llevo a mi casa y hoy de mañana pasó por Rubén y por mí y me beso de nuevo-Dije mientras sentía mi rostro arder.
En ese momento llego el profesor y tuvimos que sentarnos, a mitad de clases casi dormía sobre el banco, recorrí el salón con la mirada y vi a Alex que estaba delante de mí, mirando por la ventana que estaba a nuestra izquierda, Frank sacando notas y mirando de reojo a Luzu, Ignacio con su cara de perro frígido, seguro ya se enteró de que Luzu es el novio de Frank, Mario arreglando su cabello, Rubén y Abraham compitiendo quien roncaba más y cuando llegue a Samuel, el levanto la vista y nuestras miradas se encontraron, me guiño un ojo y mi rostro comenzó a arder, su sonrisa ladeada se ensancho aún más y sus ojos destellaron un brillo que en ese momento no supe que era. Volteé el rostro al profesor y sonó el timbre para el receso.
Salimos caminando despacio y fuimos hacia los casilleros, sentí un par de brazos rodear mi cintura y una respiración en mi nuca, en seguida su aroma caro y varonil inundo mis fosas nasales. Intente darme vuelta pero me sostuvo con fuerza en la misma posición, acerco sus labios a mi oído y me susurro.
-Comemos juntos, te espero afuera-
Sin esperar mi respuesta desapareció por el pasillo dejándome sonrojado y apunto de tener un colapso nervioso. Las clases pasaron rápido y cuando iba al comedor, Tres imbéciles se colocaron delante de mí.
-Vaya, vaya, mira quién tenemos aquí ¿Qué haces acá, cariño?- Comento con su voz envenenada.
-Voy a la cafetería- Le dije en voz baja y casi nula, Mario tenía la habilidad de ponerme los pelos de punta.
-No, digo en este instituto. No es tu lugar lo sabes ¿no?-Menciono mientras Ignacio y Cristian se colocaron a mis costados Me tenían encerrado.
-Aléjate de Samuel ¿Entiendes? -Dijo Mario bastante cerca de mi rostro, atine a bajar la mirada sin decir palabra y pronto sentí como se alejaban.
Sé que no debía dejar que me trataran así, pero generalmente era Alex quien me defendía de ellos.
Compre mi almuerzo y salí por la puerta de la cafetería que daba al jardín y ahí lo vi, esperándome en una mesa de mármol a la sombra de un árbol, era absolutamente perfecto, como ver un ángel.