Mentiras engañosas.

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Narra Samuel.

-Debes hacerlo, Samuel- Menciono mi hermano con tono arrogante mientras se quitaba los zapatos deportivos. Estábamos en los vestuarios, la práctica había acabado hacia unos minutos.

-Ya lo sé, lo que no sé es porque debo ser yo- Dije mientas me sacaba la camiseta.

-Por qué eres mi sucesor, Samuel, esté es mi último año y te dejaré el control del instituto-Menciono mientras se quitaba la camiseta y volvía a sentarse en los bancos que separaban las duchas.

-Vamos, Samuel no me digas que estas asustado –Dijo uno de los amigos de mi hermano mientras pasaba un brazo por mis hombros.

-Claro que no... está bien, lo haré-Dije mientras me quitaba el brazo de encima.

-Perfecto- Menciono Álvaro mientras formaba una sonrisa torcida en su cara.

Me tendió un sobre, yo lo abrí y pude ver una foto de un chico de ojos achinados, mejillas abultadas y ojos oscuros, era Guillermo Díaz, iba en mi clase, lo conocía desde la escuela y jamás llamo mi atención. Nunca hablamos a lo sumo para algún trabajo y nada más y él tampoco me perseguía como los demás así  que supuse que no estaba interesado.

-Ese es el chico- Comentó Álvaro mientras se dirigía a las duchas- Ah y por cierto, ya elegimos a tu víctima, Luzu- Dijo antes de entrar a la ducha y cerrar la puerta de esta.

Luzu sólo sonrió y acabo de quitarse la ropa para meterse a bañar.

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Llegue a mi casa bastante cansado, Guillermo de verdad me había agotado, para ser su primera vez no estuvo nada mal. Eran cerca de las seis de la mañana, estaba a punto de amanecer. Cerré todas las costinas para dormir tranquilo mientras me deshacía de la ropa, me tire boca abajo en la cama, ni siquiera me tape con las cobijas, hacia demasiado calor y eso que tenía el aire acondicionado encendido. Sentí  el aroma de Guillermo impregnado en mi piel qué me hizo dormir como un bebe.

Me desperté el domingo como las tres de la tarde, baje a desayunar, mi casa estaba vacía, mis padres habían salido, mejor, así no tendría que oír sus reproches y reclamos por cualquier estupidez.

Cuando llegue al comedor la empleada me sirvió jugo y café. Álvaro bajo a los pocos minutos, me miro mientras disimuladamente le echaba un ojo a las piernas de nuestra joven empleada quien se sonrojo de sobre manera.

-¿Cómo vas con tu chico?- Menciono mientras se llevaba el café a la boca-Delicioso- Dijo en tono pícaro mientras miraba a nuestra empleada quien se estiraba al centro de la mesa dejando tostadas y mermelada.

-Bien- Mencione sin más, no iba a contarlo lo bueno que era Guillermo en la cama.

-Recuerda que tienes hasta navidad-

Termine el café y me dirigí a mi habitación, sabia de sobra lo que tenía que hacer y no iba a echarme para atrás, da igual, aun podía aprovecharme de él unos meses más.

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Las semanas fueron pasando, deje de verme con Mario y él volvió a lo mismo, molestar a Guillermo. Siempre lo trataba mal o lanzaba indirectas para incomodarlo, lo peor era que Guillermo no le contestaba. Todos los días pasaba por él a su casa y por defecto Rubén y luego lo llevaba de regreso.

Entramos al instituto y los chicos le lanzaron miradas asesinas  a Guillermo, lo vi bajar la cabeza mientras tiraba de mi mano para llegar más rápido al salón, al entrar solo estábamos nosotros, Javier con Alex, Y Mario junto a sus amigos.

Cosas de la vida - WigettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora