Respire profundo mientras me acostaba nuevamente en el sillón, mi madre estaba de guardia en el hospital, como todos los viernes en la noche, Karol se había ido hace pocas horas a la dichosa fiesta de graduación y yo me encontraba prácticamente durmiendo en el sillón de la sala.
Escuche nuevamente el timbre pero lo ignore por completo, cerré mis ojos y lo siguiente que sentí fue la puerta golpear contra la pared al ser abierta de una patada.
-¡Te lo dije! ¡Fuerza bruta! –Chilló Ángel apuntando con su dedo a Álvaro.
-Ya déjate de estupideces –Le contesto este.
Esperen... ¿Álvaro? ¿Ángel?
-¿Qué hacen ustedes dos aquí? – Pregunté poniéndome de pie.
-Te doy dos opciones, chiquito –No hace falta que aclare quien dijo eso –O te dejo que te cambies y te pongas una linda ropa o te llevo a la fiesta de graduación así –Murmuró recorriendo mi cuerpo con sus oscuros ojos y una mueca divertida.
-¿Qué? ¿Estás loco? – Le pregunté mientras me sentaba en el sillón –Ya les dije, no voy a ir –
Lo siguiente que sentí fue el suelo desaparecer de mis pies. Álvaro me cargaba como si fuera una bolsa de papas sobre su hombro.
-Ángel, ve por unos zapatos –
-Vale –Murmuró este subiendo la escalera de metal a mi habitación.
-¡Bájame! –
-Te di a elegir, pensé que me conocías –
-Voy a matarte y a quitarte los ojos con una cuchara mientras duermes –
-Estás hermoso – Dijo irónico haciéndome enojar más de lo que ya estaba.
Me encontraba descalzo, despeinado, con el cabello alborotado producto de dormir en el sillón durante toda la tarde, llevaba puestos unos jeans negros, una sudadera blanca de tirantes y la camisa morada oscura de Samuel, la había encontrado hecha un ovillo en mi armario, no recordaba cuando la había dejado.
-Aquí están los zapatos- Dijo Ángel agitando unas zapatillas negras deportivas.
Cerraron la puerta y me llevaron a rastras a su camioneta.
-¡Qué me bajes, idiota! –
-Quieto –Dijo Álvaro con voz seria y autoritaria
Abrió la puerta de atrás y me tiró en el asiento trasero, Ángel subió de copiloto e Álvaro arranco la camioneta.
-Sólo porque soy buena gente te traje un cepillo- Me dijo Ángel alcanzándomelo junto con las zapatillas.
Ni siquiera le conteste sólo me coloque las zapatillas y me arregle un poco mi rostro y mi cabello. Acaricie mi estómago cuando sentí una leve punzada y respire profundo.
-Lo siento ¿Te lastime? –Preguntó Álvaro preocupado.
-¿Ahora te preocupas? –Le dije irónico, él sólo frunció el ceño pero no quito la expresión de preocupación de su rostro –No es nada –
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Escuche el disparo cortar el aire.
-¡Ah! –
-¡Guillermo! –
Sentí la bala entrar por mi abdomen, cerré los ojos mientras presionaba la herida con mis manos y sentí el tibio liquido bañar mi abdomen.