Alas rotas.

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Y te rompiste y lloraste.

Y gritaste pidiendo ayuda

Pero nadie te ayudo.

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Guillermo... Guillermo

Abrí mis ojos lentamente, a mí alrededor todo era oscuridad, como si me encontrara en medio de la nada. Camine despacio intentando buscar una salida, mis pies descalzos temblaban por el frio de ese suelo oscuro y llegue hasta un enorme espejo de cuerpo entero.

Observe mi reflejo, estaba descalzo, llevaba un sencillo traje blanco, mi cabello estaba como antes, no llevaba ropa u objetos caros, sólo el collar de mi madre.

Guillermo

Apoye mi mano en el espejo y este se pario en mil pedazos clavándose en mi piel, cerré mis ojos sintiendo el ardor de mi piel al clavarse los vidrios y sobre mi cayeron varias plumas blancas que al tocar el suelo se manchaban con sangre.

Guillermo

Camine despacio clavando los pedazos de espejo rotos en mis pies y sintiendo la sangre resbalar por mi brazos, las plumas seguían cayendo, sentía tanto frio, la oscuridad era absoluta y sólo podía escuchar las gotas de mi sangre tocar el suelo.

Llegue hasta un pequeño lago y nuevamente observe mi reflejo, aún tenía el mismo traje, esta vez manchado de rojo carmesí, mi cabello estaba más corto, mis ojos hinchados, vacíos, opacos, mi piel más pálida y mi cuerpo más demacrado.

Guillermo

Me hundí en el agua sintiendo como el líquido puro y cristalino quitaba la sangre seca de mis heridas, él frio poco a poco se desvaneció y el agua a mi alrededor se tiño de un color rojizo.

¡Guillermo!

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Te hundiste en ese pozo oscuro

Te heriste y lastimaste

Y eres tú, él único culpable.

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.

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Desperté de golpe escupiendo el agua de mis pulmones.

-¿Acaso estás loco? –

No escuche su grito o sus insultos, ni siquiera sus reclamos sólo... Llore, llore como hacia tanto no lo hacía, llore porque lo había perdido todo, llore porque me quede solo, llore porque quien me rescato de la muerte era quien me arrastraba a ella.

-Guillermo-Susurro mirándome con lastima.

-¿No me puedes dejar morir en paz? – Grité desgarrando mi garganta - ¿Tanto me odias, Samuel? ¿Tanto me odias, que ni siquiera puedes dejarme morir en paz?-

-¿Estás loco? ¿Cómo se te ocurre que voy a dejar que te mates?-

-Déjame solo-Murmure abrazando mis rodillas.

-Déjate de estupideces, vamos a casa- Dio más calmado con su tono frio – Guillermo, vámonos –

--Déjame solo – Volví a repetir - ¡Déjame solo! No quiero volver a verte, no te quiero cerca, no quiero que me mires, ni que me hables, no quiero saber más de ti. Te odio ¡Te odio! –

Cosas de la vida - WigettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora