Sobredosis de realidad.

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-Vamos, Samu, es hora de la cena – Gritó mi madre desde la puerta de jardín, me levante de prisa y corrí al interior de la casa.

Mi madre sólo sonrió mientras acariciaba mi cabeza, tendría cinco años, llegamos al living y pudimos escuchar la puerta abrirse, papá había llegado.

-Papá, Papá –Grité mientras corría a la puerta y mi madre me seguía de cerca – Mira – dije extendiéndole mi cuaderno de clases, donde estaba mi primer diez que me sacaba en la vida. Papá lo tomo entre sus manos y lo observo unos minutos.

-Muy bien, Samuel. Sigue esforzándote – dije mientras pasaba por mi lado entregándome el cuaderno y acariciando mi cabeza

Y a pesar que no fue un "Bien hecho, hijo" o un "Estoy orgulloso de ti" Eso me hizo sentir mejor, valorado. Papá se acercó a mamá y le dio un beso en los labios, ella le susurro algo que no pude escuchar pero si pude oír la respuesta de papá.

-Es un De Luque y los De Luque somos los mejores en todo – Comentó al pasar por su lado y dirigirse al comedor.

Mamá me sonrió dulcemente y yo subí a lavarme las manos para cenar. Entonces lo entendí, soy un De Luque y los De Luque somos los mejores en todo, eso haría, me esforzaría por ser el mejor de mi generación, por superar a Álvaro, por hacer sentir a mi padre orgulloso de mi.

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-Samuel, Samuel – Desperté de mi ensoñación cuando sentí a Andrés tirar de mi brazo. Eche un vistazo a mi alrededor, estábamos en la zona VIP de Zoo, donde Matías era el dueño.

-Mira lo que conseguí – Dijo mientras me daba una bolsita de cocaína.

Sonreí de medio lado mientras Jonathan se acercó con una botella de vodka y unos vasos y prepare tres líneas en la mesa que estaba frente a nosotros. Enrolle un billete y aspire lo más hondo que pude mientras sentía mi nariz arder y quemarse por dentro, el dolor  se convirtió rápidamente en placer, mientras sentía el líquido frio, sabor a alcohol bajar por mi garganta quemando todo a su paso.

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Ya había pasado a la primaria, este era mi primer año y me estaba esforzando por tener calificaciones mejores que las que tuvo Álvaro. Estaba sentado en el jardín del instituto leyendo para la clase de mañana

-Vamos a jugar futbol, Samuel – Dijo Abraham mientras se paraba a mi lado con la pelota bajo el brazo.

-No, vayan ustedes – Conteste mientras no despegaba mi vista del libro de física, era la materia que más me costaba.

-Aburrido – Resopló Abraham - ¿Tú que dices Javier? – el aludido se levantó del suelo donde estaba acostado hasta hace unos minutos.

-Ah, está bien –Dijo mientras se iba con el resto.

Me quede estudiando otro rato hasta que sentir a alguien estamparse contra mí.

-¡Oye, ten cuidado! – Le grite mientras observaba al chico que había caído sobre mí, se veía bastante agitado y transpirado.

-Lo siento -Menciono mientras se paraba y miraba hacia atrás –Ayúdame a esconderme, estos tipos están locos – Dijo mientras observaba sobre su hombro y pude ver a tres chicos venir a donde estabas nosotros.

-Escóndete ahí – señale los vestuarios de secundaria y el chico se metió de inmediato allí.

-Oye, chaval ¿No has visto a un chico como de tu edad, medio rubio y con cara de tonto? –Dijo uno de los chicos que se veía más grande que nosotros, como tres años

Cosas de la vida - WigettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora