Rosa con espinas
(Álvaro)
La maldita música me aturdía y a parte debía soportar a los ebrios que se atrevían a mirar lo mío, bueno, lo que sería mío está noche.
Sí, pase tres malditas semanas acosando a Guillermo y el muy maldito sólo me ha dejado con las ganas, Alexander tenía mucha razón, Guillermo era un maldito puto, pero un puto que sabía muy bien lo que hacía.
Lo observe una vez más, estaba bailando en el medio de la pista con sus amigos, movía sus caderas al compás de la música seduciendo con sus movimientos y sus ojos, sacudía su cabello mientras deslizaba sus manos por su cuerpo.
Esté maldito niño, lograba excitarme con sólo mirarlo.
Tome un trago del vodka que recién había pedido y nuestros ojos se encontraron, sonrió sensual mientras movía insinuante sus caderas y me devolvió una mirada seductora y cargada de lujuria.
Le dijo algo a sus amigos y se perdió entre la multitud, me termine el vodka de un solo trago y lo seguí por un angosto pasillo que llegaba a los baños.
-¿Necesitas algo?-Susurro cerca de mi oído a mis espaldas.
Di media vuelta y él me miró de reojo mientras entraba al cubículo del fondo, lo seguí y tranque la puerta, Guillermo alzo una ceja y lo estampe contra la pared mientras devoraba sus labios, él muy maldito no me había dejado siguiera tocarlo, como por una semana porque me vio con Mario, no sabía que era tan celoso.
-Ah, Álvaro-Gimió cuando su pecho tuvo contacto con los fríos azulejos y presione mi cuerpo contra su espalda.
Acaricie su estómago hasta rozar su ropa interior.
-Está noche no te me escapas-Le susurre al oído y lo sentí temblar entre mis brazos.
Succione su cuello mientras estimulaba su miembro por sobre la ropa interior y lo sentí excitarse.
Gimió fuerte cuando dos de mis dedos entraron en él sin previo avisto y comencé a moverlos dentro y fuera de su trasero. Guillermo mordió su labio inferior reprimiendo sus gemidos y pase mi mano por debajo de su ajustada camisa.
Guillermo intento dar media vuelta pero presione más mi cuerpo contra el suyo.
-Está noche seré yo quien tenga el control-Le susurre cerca de su oído mientras pasaba mi lengua por su lóbulo.
No sé cómo, pero cada vez que estábamos juntos Guillermo siempre lograba llevar el control y siempre me dejaba con las ganas.
Le baje los pantalones y Guillermo acabó de bajarse la ropa interior mientras yo sacaba un condón y me lo colocaba. Guillermo enterró sus uñas en los azulejos cuando lo penetre de una sola estocada y comencé a moverme salvajemente en su interior.
Yo no esperaba a que se acostumbrara, yo no era delicado, no era suave, no era romántico. Esto era sexo, sólo placer y está era la primera vez que me lo cogía. Guillermo sabía cómo llevar al límite a los hombres y estuvo jugando conmigo por semanas sin dejarme ir más allá.
-Ah, sigue por favor- Me dijo mientras lo estampaba contra la pared.
Los movimientos aumentaron y sus gemidos se hicieron más audibles mezclándose con la música que se colaba por la puerta. Lo tome de las caderas aumentando el ritmo y la profundidad de mis embestidas.
-¡Ah, ah, Álvaro!-Gritó cuando llegamos juntos al orgasmo.
Acomodamos nuestra ropa y tiré el condón al baño. Guillermo iba a abrir la puerta pero lo tome de la muñeca estampando mis labros con los de él en un fogoso y pasional beso.