☁Redención☁
Craig veía la luna cautivado, estaba siguiendo a las estrellas y además, persiguiendo una leyenda.
Aquella que decía que en las montañas se aparecía un demonio
Craig no estaba asustado, cerraba sus manitas y tomando velocidad, estaba muy emocionado al contrario, escapo de su casa cuando vio a sus padres dormir, llevaba una mochila en sus hombros, agua, una cobija, una brújula, galletas y sobre su cuello colgaba una cruz escondida debajo de su suéter.
Se había preparado en cuanto escucho a sus vecinos advertirles de no dejar a los niños salir de noche, el no era un niño, era ya muy grande, tenía 6 años, y esa era edad suficiente para enfrentar la vida, dejar la comodidad de su casa y enfrentar sus miedos, porque aún que no le temía al demonio, le temía a que lo que estaba sacrificando no fuera suficiente.Si él podía ver al ser malvado, en la noche, solo, entonces no tendría porqué temer a nada mas, ni a su padre enojado, ni a su madre gritándole, no le temería al señor Garrison cuando este le dijera que no tendría un buen futuro, no le temería a las historias de fantasmas que leía en internet.
Tan solo verlo sería suficienteLa noche era algo fría, su nariz y mejillas rojas lo corroboraban, subió su bufanda azul, hasta tapar sus labios, metió sus manos a sus bolsillos y siguió el paso, podía imaginarse a si mismo mañana en la escuela, donde todos le pedían contar su historia del demonio en la montaña, y el se la contaría solo a Clyde, Token y Jimmy, porque ellos eran sus mejores amigos, sonrió tras pensar eso.
Vio una vez mas hacia arriba, el cielo estaba despejado, la luna estaba inmensamente grande, las estrellas brillaban con fuerza, dándole ánimos, una lechuza voló cerca de el y se paró en la rama de un árbol sin quitar su vista del niño, Craig había escuchado de los niños grandes decir que las lechuzas eran brujas, brujas horribles que se llevaban niños a la montaña para comerlos, sudó frío, estaba a la mitad de la montaña, no podía rendirse solo así, volteo a otro lado y caminó mas rápido sintiendo el miedo atraparlo con velocidad, sus piernas temblaron, el frío le caló en sus huesos, cerró los ojos y corrió montaña arriba, seguro la bruja estaba siguiéndolo, eso le pasaba por desobedecer a sus padres, era su culpa, el moriría en la panza de alguien sin poder hacer nada para evitarlo, era solo un niño, sus ojos picaron por las lágrimas, los abrió solo para limpiarse y poder ver, pero al llevar ambas manos a su cara tropezó con una piedra y cayó golpeándose de lleno contra el suelo. Comenzó a llorar, sorbía su nariz y sollozaba con sentimiento, tapó su cara con sus manos, y dejó drenar el miedo a través de su llanto, su cuerpo entero le dolía, tanto, que se había olvidado de que estaba escapando de algo.— ¿Qué haces aquí? —
Una voz rasposa y grave lo llamó, descubrió su cara y vio a la impotente figura que tenia delante, sus ojos brillaban casi o igual que las estrellas, lo veían serio, pero brillaban de tal manera que el infante se sintió seguro. Limpio sus lágrimas con sus manos e hizo un puchero.
— Me caí - señalo sus manos rojas y su pantalón roto, al inspeccionar se descubrió que su rodilla y mejilla sangraban, sus ojos se llenaron de lágrimas otra vez. - Y y me van a regañar si saben que salí a esta hora, y me dirán que soy un mal niño —
Su voz se entre cortó, y jalo su gorro cubriendo su cara, odiaba llorar pero sobre todo odiaba que la gente lo viera llorar, lo hacia sentir vulnerable, expuesto y un poco ridículo.
— Callate ya, llorar no hará que mejores - El niño asintió, era justo lo que pensaba, pero no podía evitar su llanto, e incluso tenía la esperanza que el adulto frente suyo lo cargara y consolara. - Si sigues llorando el demonio te va a encontrar. —
Stan se burló un poco, había adoptado una figura humana por cuestiones de seguridad, en el pueblo había causado múltiples destrozos, engañando a torpes adultos haciéndolos ceder al deseo, pecando múltiples veces, una mujer lista había logrado reconocerlo antes de engañar a su marido, y había alertado a todo el pueblo de su presencia.
Bajó la mirada encontrando los ojos verdes brillantes del niño clavados en el, su nariz enrojecida y mejillas sonrojadas era lo único que daba rastro del llanto, pues en sus ojos se reflejaba una felicidad intensa.Jamás creyó que alguien se pusiera feliz de verlo.
— Espero que venga pronto. —
Se talló los ojos, se levantó del piso, sacudió su ropa y tomó sin la autorización la mano del extraño frente suyo, le dolían las rodillas y comenzaba a darle sueño, pero esperaría ahora con compañía a que el demonio pasará por ahí y por fin pudiera volver a casa siendo un niño valiente, el más valiente.
— ¿Por qué quieres verlo? ¿No te han dicho que los demonios son horribles? —
— A mi no me asustan los cuernos puntiagudos, ni las colas filosas —
— Todo el mundo le teme a algo.—
El menor fijo su vista al frente, con una mueca como rememorando algo, entre abrió sus labios y clavo su vista en la luna.
— A papá enojado. —
recibió una mirada incrédula, los demonios no trataban con niños, no con los que eran felices, pues estos terminaban siendo mas difíciles de manipular, Stan podía notar que era un niño feliz, pero no podía entenderlo.
— Lo quieres. —
— La mayoría de veces si, cuando no grita y rompe cosas. —
Apretó su agarre buscando suporte, como era de esperarse el demonio no devolvió el apretón, no le dedicó palabras amables, pues la vida del infante no le importaba, de tal manera que intentó apartarse del chico.
— ¿Tu no le temes a nada? —
La respuesta resonaba en su cabeza, era afirmativa, ¿era un demonio que sólo quería destrucción y engañar a la gente? Mentira, estaba deprimido.
Si, era patético, pero era lo que había, causar caos y destrucción no lo entretenían, lo hacían sentir culpable, ademas, el era un cobarde, no se sentia feliz con causar el mal, pero tampoco queria arriesgarse y convertirse en arena, pues ese era el castigo de aquellos que se atrevian a cambiar su naturaleza, Dios perdonaba, pero jamas iba a olvidar que lo traicionaron.El Dios que los demonios conocian no era piadoso.
Pensó por solo un segundo, la ironía que estar con el niño significaba, el como el balance entre ambos era perfecto y contrario, pues el infante buscaba ser valiente para así enfrentar a su padre, y él por otro lado, buscaba ser un cobarde para vivir sin tener que enfrentar su destino desolado.
— Puede ser. —
Había encontrado al fin lo que buscaba, un alma buena que lo ayudara, un niño ingenuo que le daría las respuestas que buscaba si tan solo no tuviera miedo de preguntar.
— ¡El sol esta saliendo! —
Esta vez el ente apretó la mano del niño a su lado, pues pronto se marcharía y no tenía el coraje de pedirle ayuda, mirando el amanecer de la mano de un mocoso que significaba su salvación, decidió por fin.
Dejarlo ir.
Se agachó a su altura y besó su frente, el pequeño desconcertado retrocedió, pues no era fan de las muestras de cariño, su puchero duró muy poco, pues pudo ver como lentamente el adulto se despejaba de su gorro, unos cuernos puntiagudos, tan filosos, color rojo vivo adornaban el termino de su frente, junto con su cabellera negra, sus ojos eran grandes y de un color vivo, pudo notar sus colmillos sobresaliendo de la dentadura, sus uñas picaban en su mano, su boca formo una "O" y retrocedió, sin embargo, sin ningun rastro de miedo.
— Eres el niño mas valiente ahora. —
No se convertiría en polvo ese día, ni ese ni el siguiente.
Jamás sería salvado, pero estaba tranquilo.
Sus alas se abrieron, y voló lejos del suelo, lloraba. ¿Hace cuánto que no lloraba? Espesas y negras lagrimas salían de sus ojos.Jamas volvería a ver a su salvador, pero dentro de si, él lo sabia.
Fue salvado y se negó.
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Staig / One shots.
Fanfictionuna serie de historias Stan x Craig. las historias no tienen relación entre sí. © Los personajes le pertenecen a Matt Stone y Trey Parker así como a Comedy Central.