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☁️Adiós☁️

Parecía mas calmado que de costumbre. 

Su cabello negro estaba peinado y se negaron a ponerle su chullo favorito, solo lo llevaba en sus manos. 

Era una visión dura. 

Pero Craig estaba a mi lado, tomando mi mano. 

Hace días que no lo veía, pero me explicó que había estado con su hermana en ese tiempo, que habían jugado mucho y tuvo que regañarla por no entregar sus tareas. 

A lo lejos alguien decía algo, pero no podía dejar de ver mis zapatos, no quería encontrarme con esa visión de mas personas quebrándose y llorar mas veces. 

Sentía apretones en mi mano, palmaditas en la espalda, pero aunque sabia de quién eran, no quería despegar la vista del suelo. 

Porque dolía.

Clyde, Jimmy, Token y Tweek estaban sentados del otro lado, no podía voltear a verlos, porque tu seguías a mi lado cuando debías estar con ellos. 

Eran tus amigos de siempre, de toda una vida, y nosotros, creo que en la infancia estábamos cerca de odiarnos. 

— Stan. —

No, no, no.

Tu voz estaba intacta, me llamabas con más insistencia cada vez, pero yo no podía dirigirte la mirada. 

Creo que eran pocas veces en las que podía hacerlo. 

Mojé mis labios y tapé mi rostro con mis manos, no quería verte si era así, no volvería a abrir mis ojos si esta era la ultima vez que te vería. 

—  Kenny vamos, tienes que ser fuerte. —

— ¡No puedo! - Detrás de mi podía escuchar a mis amigos, aquellos que hace bastante no visitaba por estar contigo - ¡Stan esta roto!  —

Lo estaba, me sentía culpable por estarlo. 

— ¡Tenemos que ayudarlo! —

La vista a mis zapatos se hacía borrosa, ¿lagrimas? Juraba que no quedaban más. 

— Stan, amor... Tenemos que despedirnos. —

Recuerdo cuando eramos niños, siempre compitiendo, siempre buscando ser mejor que el otro solo para molestarnos, era poco en lo que coincidiamos, cada uno demasiado ocupado con su propio grupo de amigos. 

Pero ambos no queriamos eso. 

— No... —

Mi voz quebrada se instaló en mi memoria, tenía grabados tantos recuerdos inutiles de ese día, la marca de mis zapatos, el tipo de flores, el olor de mis manos, los llantos, la tela de los trajes que veía de reojo, el olor a tierra mojada, todos esos recuerdos que enlazaría con ese fatidico día. 

— No puedo quedarme más. —

Y yo era inmensamente egoísta al pedirtelo, desde niños lo fui. 

Tú estabas siempre con tus amigos, verte reír sólo con ellos me fastidiaba, me molestaba ver como sólo ellos podían causarte aquello, comenzamos a pelear, y ahí fue cuando me dedicaste la primera sonrisa única, una llena de cinismo, de burla, pero era sólo para mi. 

— Por favor... Por favor, no te vayas. —

Después dedicaste miles de momentos para mi, tus sonrisas enamoradas, de orgullo, de enfado, de resignación, para cada sensación que podía provocarte tenías una sonrisa distinta y sabías que me encantaba. 

Staig / One shots.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora