Staig / One shots.

28.2

☁️Cuidado con los deseos☁️

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— ¿Stanley? —

Insistió el médico poniéndose a su altura.

— Yo... —

De repente comenzó a lagrimear, no estaba triste, si alterado, pero por más que intentaba no podía parar las lágrimas que salían sin ningún esfuerzo, como una llave que alguien olvidó cerrar.

— Esta bien, llamaran a tus padres. tuviste un ataque de asma, ¿te asustaste? ¿Te sientes mejor? —

Bajó la mirada, su asma fue diagnosticada en su niñez, pero hace bastante que no lo usaba, ni siquiera cuando hacía deporte, por eso no cargaba diariamente con el, estaba avergonzado.

No encontró fuerzas para responder, así que solo asintió, fijo su vista en otro lado, las lágrimas que aún resbalaban por sus mejillas parecían haberle limpiado la vista, no tenía ahora ningún problema, se fijo en un curioso hilo rojo amarrado en el meñique del doctor, un hilo que no tenía fin y parecía ser muy largo pues daba un camino hasta debajo de la puerta donde parecía no terminar 

Volvio su mirada al doctor y de nuevo al hilo, cerro y abrió sus ojos pero el hilo seguía ahí o tal vez su mente le estaba jugando una mala pasada

— Doctor —

— ¿Sí Stanley? —

Stan le señalo su mano y el doctor la vio confundido, girandola y viendola con detalle sin encontrar nada extraño

— No veo nada —

Stan sólo pudo mirar como ese hilo giraba en la misma dirección que la mano del doctor y sin importar en que mil posiciones la puesiera, el hilo no se caía

— No es nada— 

Decidió esperar por la llegada de sus padres e irse a casa

No estaba seguro, pero tal vez todo el asunto del cinismo finalmente había terminado con su cordura 

Esperaba que no.

Sus padres tardaron 20 minutos en la oficina del consejero, y el tan sólo se quedó solo en el pasillo esperando, veía sus zapatos sin interés, pero ese interés era un caso diferente.

Es cierto que cada día que pasaba las cosas le aburría más y más, a un punto insoportable pero se sentía muy distinto, como si la persona que llegó hoy a la escuela no fuera la misma que se va por la misma puerta y en el mismo auto.

— Vamos Stan. —

Su madre le acarició la cabeza gentilmente, y su padre del otro lado tomó su mano sin darle oportunidad de reclamar, no lo hizo.

Entendió que para ambos haber recibido una llamada de que casi se muere por no poder llevar aire a su cerebro pudo ser preocupante, les permitió mostrarle afecto, aunque no fuera ya un niño para necesitar tales atenciones.

— Vamos a llevarte al oculista, el doctor de tu escuela dijo que por la falta de aire no podías ver. — 

Estuvo por negarse, pero prefirió obedecer a su madre, el susto que se llevo con la pérdida momentanea no era broma

Bajó la mirada notando como su padre le tomaba la mano con fuerza, no tanto para lastimarle pero si lo suficiente para no soltarle

Entonces noto un pequeño color rojo sobresalir del meñique de su padre

Era un hilo, un hilo de color rojo

Anonadado siguió con su mirada el hilo, notando como este se acortaba a medida que avanzaba y se detenía en el dedo de su madre