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Secretos entre
habitaciones☁

El gran hotel South Park era una completa leyenda, tanto se hablaba y tal era su fama que poco a poco se volvio más transetible, aumentando en tamaño, fama y servidumbre.
Los grandes señores Marsh lideraban con orgullo el hotel, Stan se había casado ya, con una hermosa chica de cabellos dorados, extremadamente rica también, por supuesto.

- ¡Stanley! ¿Dónde esta tu hermana? -

La respetada señora Marsh era a quién pertenecía el hotel, pero su esposo, el señor Randy, podía moverlo a su antojo, claro solo en apariencia.

- No la he visto madre, buscaré si alguien del servicio la vio. -

- Date prisa, hoy tendremos un invitado. -

Asintió y se paró de su lugar, acomodando sus ropas, siempre tenían que estar presentables, pues eran los herederos, ya estaba acostumbrado a usar traje todo el tiempo.
Salió de su habitación, caminando al lado opuesto de donde la alfombra guinda indicaba extravaganza, cruzaba pasillo tras pasillo ofreciendo educados saludos y sonrisas amables a los huespedes que se topaba.

- Oh, señor Stan, ¿Qué lo trae por aquí? -

Cubriendo su negro y lacio cabello estaba un sombrerito blanco, uno que combinaba con el mandil y cuello del uniforme, la chica limpiaba el comedor.

- Mi esposa necesita toallas, vaya a atenderla por favor. -

Wendy abrio sus ojos sorprendida, asintío y se fue luego de pronunciar un "compermiso"

El de ojos azules siguío su camino, notando un deterioro en las instalaciones, jamás, por ningun motivo dejarían a un huesped instalarse por allí, tocó la pared, pintada de un blanco ya muy desgastado, ni el mismo se imaginaba dormir en tan poco espacio.

- Señor Stan, ¿Se le ofrecía algo? -

En silencio dirigio su mirada al señor moreno que le hablaba, le sonrío, había crecido con ese hombre y a pesar de ser quien le preparaba papillas ahora lo trata como un superior.

- Hey Cheff, ¿Necesitará algo del pueblo? -

El nombrado lo pensó, recargandose en un pie y negando, ya tenía la cena lista e ingredientes no le faltaban.

- No señor, todo esta en orden. -

El muchacho le sonrío, pasando a su lado y dejandole un pequeño caramelo, era una forma de decir que lo quería, y que seguía siendo el mismo chiquillo humilde que crío, Cheff lo entendía.

- Hasta luego. -

Caminó sin prisa, saltando cada clavo sobresaliente de unas escaleras viejas, cuando tocó el ultimo escalón se permitio dejar escapar una suave risa, abriendo su saco para respirar mejor, respirar con comodidad el aroma a madera y humedad.
Siguío su camino, determinado a llegar, una vez frente a la puerta que tanto buscaba se frenó, y pegó su oreja a la fría madera.

- ¡Carajo! -

Divertido y con una pizca de culpa, abrío la puerta encontrando a un sirviente que le miraba desde su cama, con el torso parcialmente desnudo y sus brazos en su pecho, tocando un moretón color morado, casi negro, que se había aparecido por ahí.

Staig / One shots.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora