Capítulo V. Arena Futurista

87 23 0
                                    

(17 de octubre del 2016, Fort Wayne, Indiana.)

Era un día frío en las pequeñas aulas de la escuela secundaria Northwood, estábamos en la clase de ciencias contando ovejas, esperando a que terminara esta terrible lección. Ya no podía con mi aburrimiento. Solo faltaban unos minutos para poder irme con Jorge y Alex a la plaza Glenbrook. Hoy era el día que acostumbramos a hacer batallas con los rayos láser, podíamos pasar horas enteras ahí.

Jorge estaba a unas cuantas bancas atrás, volteé a verlo, solo para saber si seguía con vida. Era de esperarse, que estaba usando sus libros como almohada, a casi plena vista del profesor. Tal parece que ambos se ignoraban. Antes peleaban muy seguido entre ellos, pero ahora el maestro prefirió no darle gusto.

Quería encontrar algo en mi mochila para arrojarlo a su enorme cabeza. Así que, busqué entre mis cosas, arranqué una hoja de papel sin llamar la atención, la hice bola entre mis manos y se la aventé; pero él permaneció pegado a sus libros sin mover un solo músculo. Me di por vencido, mi aburrimiento estaba llegando a su límite, así que decidí voltear al frente con la esperanza de poder dormir como él.

Sentí que algo golpeó mi nuca, me di la vuelta y vi que Jorge seguía como chicle pegado al suelo; solo que esta vez, su risa lo delató.

Algunos de mis compañeros se dieron cuenta y soltaron una pequeña carcajada. —Cállense, van a despertar al señor —dijo el maestro en un tono irónico.

Sonó la campana, mi alma brilló de felicidad y Jorge se levantó como si se hubiera ganado la lotería. —¡Vamos por Alex! —me gritó—. Corrí detrás de él, derrapando por los pasillos, creo que quería ganarle a la manada de alumnos que estaban por salir de sus aulas. Alex se encontraba del otro lado de la escuela, teníamos que recorrer lo que parecían kilómetros y kilómetros. Dejamos atrás la cafetería, las canchas de baloncesto y los laboratorios. No sabía qué fuerza sobrenatural se apoderó de él, nunca soportaba correr más de media cuadra, era un chico de baja estatura, medio llenito y de cabello lacio. En general le caía bien a la mayoría de los compañeros de clase, porque siempre sacaba un buen chiste y nos hacía reír. Tiene una personalidad increíble, a pesar de haber sufrido 'bullying', el primer año de la escuela.

Por fin llegamos al salón de Alex, el número doscientos doce, él se encontraba sentado en su banca escribiendo en su cuaderno. A diferencia de Jorge, él era súper estudioso e inteligente, usaba esos enormes lentes cuadrados que lo hacían ver cómo el típico sabelotodo. Siempre le pedíamos ayuda a la hora de nuestros exámenes pero aun así Jorge reprobaba con una enorme "F". Alexander tenía el aspecto de un atleta, si no fuera porque se la pasaba estudiando y jugando con nosotros, seguramente tendría miles de chicas queriendo salir con él.

—¡Apúrate ya! —le gritó Jorge, sacudiendo su banca.
—Dame dos segundos —le contestó Alex, haciéndolo a un lado.
—¡Ya van dieciocho, córrele! —le insistió Jorge, ahora dando vueltas alrededor de él como idiota.

Siempre nos emocionaba ir a las batallas de rayos láser dentro de la plaza "Glenbrook", pero hoy Jorge actuaba como si fueran a regalar anfetaminas. Salimos de la escuela y nos desplazamos por las calles. Jorge pudo haber ganado un triatlón a estas alturas; solamente nos faltaban unos cuantos metros para llegar. Alex y yo no podíamos seguirle el paso.

—¡Jorge, bájale a tu velocidad! ¿No? —le grité arrastrando mis pies.

—¡No se pueden perder esto, vamos! —nos dijo entusiasmado.

Por fin llegamos a la plaza y nos deslizamos como tren bala hacia el juego de rayos láser. —¡Miren! —nos gritó señalando con su dedo. Enfrente de nosotros había un enorme letrero que decía:

Ella Está VivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora