(En algún lugar al sur de Estados Unidos, 17 de Junio de 2020, 23:15 horas.)
Nuestro escuadrón aéreo se dirigía de dónde provenía la señal, la base aérea treinta y cuatro estaba sobre mí trasero preguntándome si tenía visualizado el objetivo, pero yo solo podía ver la luna, con esa 'sonrisa' burlona, 'diciendo': —¡Chinga tu madre Steve!—. Tenía que hacer un esfuerzo por no cagarme y mandar al carajo al comandante Washington.
—¿Por qué no pudieron sonar la alarma hasta que terminara de ir al baño? ¡Me quedé a la mitad! —dije en voz alta.
—Relájate Steve, seguramente es otra falsa alarma —me contestó Tim.
—Me estoy tragando mis pedos y juro que si es eso, haré que me degraden a cadete —confesé mientras piloteaba el avión.
—No creo que quieras volver a lavar baños hermano —dijo Pearse con ese tono tan peculiar de chingon.
—¿Pearse? ¿Cómo es que tú llegaste a capitán tan rápido?
—Mejor no sigas Pearse, te va a ir peor —le advirtió Tim.
—¡Ah!, se la mamaste al teniente general, ¿no? —le respondí.—¡Vete a la chingada Dillinger!
—¡Ouuuu! —Exclamó Tim.Nos reímos en complicidad, hasta que la base comenzó a insistir de nuevo.
—11, 10, 9, 8, 7...
—¡¿Por qué diablos están contando?!, me caga que se pongan a contar! —grité mientras oprimía el botón para entablar comunicación con ellos—, ¿base me escuchan? ¿Me escuchan?
—¡Mierda! ¡Evadan, evadan! —gritó Tim.
Frente a mí, apareció una gigantesca piedra colgada cuál piñata. Hice una maniobra evasiva, pero detrás de esa roca había otra y otra. Si no fuera porque me dieron doscientas vueltas en este avión, ya estaría ahogado en mi propia mierda, era ridículo lo que estaba pasando.
—¡Tim! ¡Debemos salir de aquí! —le dije evadiendo los objetos.
—¡Lo sé Steve! ¡Pero hay demasiadas piedras arriba y debajo de nosotros!
—¡Suena cómico lo que acabas de decir! ¡Trataré de ganar altura! —le avisé mientras me elevaba—, ¡por las bolas de satanás! ¿De dónde salieron estas hijas de puta? —exclamé.Hice lo mejor que pude, pero las piedras comenzaron a moverse de una forma aún más extraña, comenzaron a chocar entre ellas.
—¡Tim! ¿Estás viendo esto? ¡Están perdiendo altura! ¿Tim?
La base volvió a interrumpir, pero no podía escuchar bien.
—¿Base 34? —pregunté.
—¿¡Aquí base 34, puede decirnos qué demonios ve!? —me preguntó el comandante Washington.
—¡Rocas!, malditas y enormes ¡Rocas!Noté que hubo una interferencia. Después volvieron a retomar la comunicación mientras yo esquivaba otra piedra.
—¡Repita piloto-oficial! ¿Qué es lo que acaba de decir? —gritó el comandante por la radio.
—¡Rocas comandante, muchas rocas!
—¡Es el maldito desierto de Nevada, claro que está viendo rocas! —me contestó iracundo.Quería decirle que eran más grandes que las que le colgaban entre las patas. «¡Y soy capitán! maldito infeliz». Retomé la comunicación.
—¡Comandante, las rocas están flotando en el aire! —le aclaré.
Mi brazo izquierdo comenzó a dolerme como si me hubieran echado cien limones en una herida abierta. «¿Y ahora qué?»
No pude controlar el avión. Tenía unos cuantos segundos antes de estamparme con uno de esos monolitos. Localice la palanca de emergencia con mi otra mano, pero mientras más me movía, más punzante era el dolor. «Qué forma de morir, aquí en medio de una lluvia de escrotos, no señor, ¡jamás!»
Jalé la palanca de emergencia y logré expulsarme del avión. Afortunadamente mi paracaídas abrió a tiempo, dándome la oportunidad de ver como esos gigantescos bloques caían al piso. Mi brazo me seguía ardiendo, aullaba como perro atropellado en el aire, fue hasta que toqué tierra y me desmayé; quién sabe durante cuánto tiempo.
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Ella Está Viva
AdventureSi eres fan de Maze Runner, Stranger Things, Aliens, Divergent, The Hunger-Games e historias distópicas, ¡este libro es para ti! El mundo se encuentra en caos. Obligando a la familia Thurman a salir de Fort Wayne y visitar a sus parientes en Detroit...