Capítulo XXVIII. Rompiendo la Barrera

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(3 días: 12 horas: 36 minutos: 54 segundos para la extinción de la humanidad. Zona X.)

Nos perdimos varias veces, por desgracia, ninguno de nosotros comprenderemos la navegación tan precisa como lo hacía Steve. Perdimos dos días tratando de llegar a Detroit. Quería encontrarme con mi familia y recuperar la última pieza del rompecabezas; de alguna manera sabía que podía estar ahí. No me había acordado, pero el profesor Rojas creía que solo podía presentarse en zonas arqueológicas, sin embargo, a mí se me presentó en el túnel y en el rascacielos. Esto podría significar, que estas piezas se me están apareciendo solo por el hecho de vivir algún sentimiento fuerte, sin importar el lugar donde esté.

—¿Seguro que sabes lo qué haces? —me preguntó Lydia.
—¡No!, pero deben confiar en mí —le contesté, mientras seguíamos volando por algún lugar del estado de Ohio.
—¡Will!, ¡estamos cerca!, hay que girar para ver el horizonte correctamente y seguir los letreros hacia Detroit —me dijo Alex.
—¡De acuerdo!, giren ahora —les dije.

Nos dimos la vuelta para colocar el horizonte debajo de nosotros, mientras seguíamos una carretera.

—¡Manténgase alerta para ver los señalamientos! —gritó Lydia.
—¡No es necesario!, ¡esa gran masa de agua es el Lago Erie! —le contestó Jorge.
—¡Por fin vamos a llegar! —exclamó Alex.
—¡Sí! ¡Vamos allá! —les respondí.

Los cuatro pudimos ver la ciudad de Detroit a lo lejos, quería llegar lo antes posible y ver a mi mamá; no podía esperar más.

La ciudad tenía un poco de agua del lago Erie, flotando sobre de ella. Se movía como si fuese una de esas enormes burbujas de jabón.

Entramos a una ciudad en ruinas, sin señales de vida por ningún lado, todo parecía estar muerto. No quería perder mis esperanzas, confiaba en que mi familia había sobrevivido a esta catástrofe.

—¡Bajemos! ¡Es aquí! —les grité.
—Esto no se ve bien amigo —me dijo Jorge.

Pero evadí su comentario, corrí inmediatamente por la calle, hasta llegar a la puerta de la casa de mi tío, la cual, estaba abierta de par en par.

—¡Mamá! ¡Tío!, ¿hay alguien aquí?

Busqué por todas las habitaciones, no había señales de vida. Los muebles estaban adheridos al techo, las fotografías de la familia despedazadas y la casa se sentía inestable. De pronto me acordé del refugio.

—Seguramente todos se quedaron ahí abajo, mientras sucedió lo de la falla de gravedad —pensé.

Alex, Jorge y Lydia parecían muy escépticos ante todo esto, pero me seguían a todos lados.

—¡El sótano! ¡Apúrense!

Bajé unas escaleras metálicas y corrí hacia el fondo, para mi sorpresa, la puerta de la entrada al refugio también estaba abierta. Me frené por completo para ver la escena, di unos cuantos pasos sigilosos hacia el frente. Al no ver nada, salté hacia el techo para estar seguro que el lugar estaba desocupado.
Solo encontré puras latas de comida abiertas, sábanas ensangrentadas y las paredes rasguñadas por alguien o algo. Volví a sentir esa daga en el corazón, la misma sensación cuando solté la mano de mi papá aquel día. Este aislamiento o no sé qué palabra pudiese describir esta sacudida, me estaba diluyendo por dentro.

Al fondo del refugio, clavado en la pared, como una diminuta luz en medio de todo este abismo, había un sobre con mi nombre escrito, con la letra de mi mamá.

"Mi amado y más preciado William, lamento decirte que si estás leyendo esta carta, estoy desde los cielos mirándote mi amor, pero me hace muy feliz que estés vivo y que hayas encontrado una forma de llegar hasta mí. Creo que no te había escrito desde que eras muy pequeño y me duele mucho que esta sea la última vez que lo haga. Hay tanto que me gustaría platicarte, pero basta con que sepas, lo mucho que tu padre y yo te amamos. Desde que tú naciste, tu papá siempre procuró darnos lo mejor. Nunca hubo algo más sagrado que su familia y es por eso, que siempre lo he seguido sin dudarlo, por más que él me daba la oportunidad de tomar decisiones; mi felicidad era plena de esa forma. Él siempre me decía que quería que te convirtieras en un mejor líder que él, sé que es por eso que era tan estricto contigo. También no quiero que pienses, que mi obediencia hacia tu padre era porque me lastimaba, al contrario, él siempre me trató como un caballero y siempre fui feliz siguiendo sus pasos. Como me gustaría abrazarte por última vez y decirte lo mucho que te extraño; no sabes cuánto deseo volverlos a ver. Sé que te convertirás en un hombre maravilloso y que cumplirás todos tus sueños; por lo valiente que eres y porque siempre has tenido el alma de un ángel. Quiero dejarte con este pensamiento, que guardo en lo más profundo de mi corazón y quiero que lo lleves contigo, en donde sea que encuentres tu felicidad: el amor es como un libro de hojas sueltas, es todo un desorden; pero puedes recoger las piezas y crear una nueva historia. Por favor, no llores ni te lamentes por nosotros, si estás leyendo estas palabras, significa que tu vida tiene un mayor propósito.
Te ama por siempre, tu mamá.
Thelma Thurman".

Mis ojos volvieron a humedecerse, estas últimas palabras de mi mamá me hicieron caer de rodillas. —¿Cómo no llorar por ellos?, si lo único que hicieron por mí fue darme todo su apoyo y yo llegué demasiado tarde para salvarlos.

Jorge, Alex y Lydia se acercaron a mí, me abrazaron mientras permanecía rendido ante la carta de mi madre. De haber estado aquí solo, sin ellos, no sé qué hubiera hecho.

(3 días: 8 horas: 15 minutos: 32 segundos para la extinción de la humanidad. Zona X.)

Nos encontrábamos en la sala después de unas horas. Jorge y Lydia se habían quedado dormidos en un sillón mientras que Alex y yo permanecimos en silencio, sumergidos en nuestros pensamientos. Yo tenía la mirada perdida, repasando las palabras de mi mamá, una y otra vez.

—Will —me dijo Alex.

Permanecí en silencio, aunque su voz me hizo estremecer.

—Will, sé que no es buen momento, pero, ¿estás bien? —me preguntó.

Debo admitir que su presencia me tranquilizaba, pero aún estaba sumergido en la carta.

—Más o menos —le contesté.
—¿Qué pasa por tu mente?, sabes que me puedes decir.

Me quedé viendo el techo un instante, después voltee a verlo. Su mirada era tan particular, que movía cada célula en mi cuerpo.

—No es mi intención martirizarme, pero creo que todo fue mi culpa —le dije decepcionado.
—Eso no es cierto, no es tu culpa que esto pasara Will; hay cosas que no estaban en tus manos —me contestó con esos ojos clarividentes.
—¿Cómo cuáles? —le pregunté.
—Sé que te sientes culpable por la muerte de tu papá, pero tú no lo soltaste ese día. El hecho que la marca 'Alatara' te saliera en el brazo, te provocó un dolor intenso y debilitó tu mano. Regresaste a Detroit por qué sabías que yo estaba en peligro, nos guiaste por un camino que nadie más nos hubiera podido llevar, salvaste a Jorge, me salvaste a mí, nos diste valor suficiente para triunfar en la batalla y ahora estamos muy cerca de resolver esto...

Reflexioné sus palabras, sin duda tenía todos esos logros bien guardados en su cabeza, pero no me sentía como ningún héroe. Me puse de pie y me dirigí a la ventana.

—¿Enserio crees eso? —le pregunté.
—Un verdadero líder piensa así Will, siempre ven por los demás. Tú no hiciste eso como un deber, lo hiciste, porque esa es tu personalidad —me dijo poniéndose de pie y colocándose a mi lado.
—Entonces, ¿debería estar tranquilo?
—Creo que no debes de ser tan estricto contigo mismo.
—Tienes razón, es solo que, como tú dices, siempre pienso en ayudar. Hay veces que no puedo evitarlo.
—No dejes de preocuparte, es una cualidad muy buena en ti. Solo no debes condenarte cuando las circunstancias están fuera de tus manos. Haz luchado con todas tus fuerzas y eso es digno de admirarse, ¿no crees?
—Sí, perdóname, solo estoy tratando de procesar tantas cosas —le dije bajando mi mirada.

Por unos momentos hubo un largo silencio, dejando ordenar mis emociones de una forma inexplicable.

—¿Quieres saber algo que mi mamá me escribió en la carta? —le pregunté nervioso.
—Sí —me contestó.
—Me escribió una frase muy peculiar, me dijo que: "el amor es como un libro de hojas sueltas, es todo un desorden; pero puedes recoger las piezas y crear una nueva historia" —le dije haciendo una pausa.
—¿Qué crees que signifique? —me contestó, sin desviar su ojos de mí.
—Tengo una idea. También me dijo que la ocupara cuando encuentre mi felicidad. Y ahí está el detalle. Solo contigo, podría ser feliz.

No hubo otro sonido, más que el de la madera de la casa. Alex y yo nos quedamos pasmados.

—¿De verdad, lo dices enserio? —me preguntó con asombro.
—Pensé que jamás llegaría a decírtelo, no creí hacerlo en esta vida.
—Siempre a sido mi más grande agobio, pensar que nunca podría estar a tu lado —me contestó.

No supe qué más decir, simplemente me perdí en sus ojos. Él me miró como nunca antes me había visto, tomó mi rostro y me besó. Mi corazón volvió a latir aún más fuerte, me perdí en sus brazos, en sus caricias y en sus labios suaves; que me alejaban de mi realidad.

La calle frente a la casa comenzó a despedazarse, provocando que varias rocas se elevarán al cielo, revelando la última pieza del rompecabezas. Y ahí, en aquel momento, cuando la esperanza era escasa y el tiempo el enemigo, la barrera entre él y yo se fragmentó; abriendo el paso a mi primer beso, mostrando el sendero, a mí único amor.

Ella Está VivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora