Capítulo XXI. La Nueva Especie

31 9 0
                                    

—¿Cómo demonios está haciendo eso? ¿De qué me perdí? —dijo Jorge.

Steve, Max y los demás soldados soltaron una carcajada. Vi como el capitán dobló sus rodillas y se impulsó hacia nosotros, cayendo como un gato muy audaz en sus dos patas. Nuestra barbilla colgaba de nuestro cráneo, ninguno creía lo que veíamos.

—La vida está llena de sorpresas, ¿no es así amigos? —nos dijo con semejante tranquilidad.
—El Capitán Dillinger se ha puesto a investigar sobre la relación que tiene esta extraña marca en nuestra mano y los efectos fisiológicos que ha tenido en nuestro cuerpo —dijo Max.
—Las leyes de la física nos acaban de "pintar" un gran dedo medio, lo único que hice fue regresarle el favor —dijo Steve con orgullo.

—Disculpen el lenguaje del capitán, es muy extrovertido. Tal parece que, comer aunque no tengamos hambre, meditar constantemente y hacer mucho ejercicio ha ocasionado que Dilinger manipule los efectos gravitacionales a su antojo. Esto es algo que servirá mucho para nuestro proyecto —dijo Max entusiasmado y dándole una palmada a Steve en la espalda.
—¿Proyecto, cuál proyecto? —le pregunté.

—Al igual que ustedes, yo también quiero demostrarle a la tierra que no puede expulsar a medio mundo de un pedo solo porque tuvo un problema de indigestión. Como somos muy poco los militares que quedamos y solo unos cuantos voluntarios, hemos tratado de idear una estrategia para acabar con esto; estábamos bloqueados, hasta que ustedes aparecieron —nos explicó Dillinger.

—No estaba seguro de mandar al capitán Steve y al resto del equipo en búsqueda de los pedazos faltantes. No sabía por dónde empezar y tampoco si solamente yo los podía obtener. Pero ya que ustedes trajeron está pieza y se presentó ante ti William, quiere decir que el resto están allá afuera; podemos encontrarlas —me aclaró Max sonriendo.

Me quedé mudo, volteaba a ver a todos rápidamente sin saber qué decir.

—Lo que sí sabemos es que el tiempo está encima, al profesor y a mí, no nos convence que esta situación dure toda la eternidad. Si no son esas cosas allá afuera, el mismo planeta nos mandará al carajo —dijo Steve.
—Es probable que la anti gravedad empeore. Los datos que hay en esta computadora —dijo profesor enseñándonos una serie de datos en una laptop—, indican que los niveles de oxígeno y otros elementos que necesitamos para sobrevivir están disminuyendo progresivamente. Las plantas sin agua morirán en cuestión de días.
—Y eso queridos amigos, será el fin de nuestra historia —dijo Steve.

En la laptop del profesor se veía una gráfica que mostraba la reducción de los siguientes gases de todo el mundo:

Nitrógeno - 55% - Disminuyendo
Oxígeno - 12% - Disminuyendo
Argón - 0,43% - Disminuyendo
Dióxido de Carbono 0,02% - Crítico
Vapor de agua - 0,16% - Disminuyendo
Otros compuestos - 0,10% - Crítico

—Si la velocidad de la disminución es constante, entonces, estaremos viendo el fin de todo ser vivo en la tierra en los próximos diez días —dijo fríamente el profesor.

Hubo un silencio sepulcral en el centro de operaciones.

—¿Entonces cuál es plan? —pregunté para cambiar el tema.
—¡Sí!, ¿cuál es el plan? —repitió Alex.
—Los espero a las dieciséis horas en el subnivel dos para darles esa información, mientras, váyanse a bañar que apestan peor que yo después de un día de entrenamiento  —nos dijo Steve.
—Y tiene razón —dijo Max riéndose.

Steve le levantó la ceja a Max muy cómicamente  y se retiró por las escaleras.

—Bueno, acompáñenme. Tienen unas horas para alistarse y conocer al equipo.

Max nos llevó a un baño muy pequeño, tuvimos que pasar uno por uno y utilizar unas cubetas para ducharnos; debido a la inutilidad de la tubería. Debo admitir, que aun así, me hizo bien el agua caliente.

Era la primera vez que subíamos por las escaleras improvisadas de las instalaciones, fueron construidas con madera para poder subir a los subniveles. Llegamos a una puerta con el número dos dibujado al revés, el capitán la abrió. En su interior, había un gimnasio muy bien equipado y varios dormitorios del lado derecho. En el centro había diez chicos y cuatro chicas, más o menos de nuestra edad, entrenando arduamente. Algunos de ellos estaban haciendo lo que Steve hizo en su pomposa introducción, saltando del techo al piso y así sucesivamente; otros podían flotar por instantes en el aire.

—Caballeros, les presento a la resistencia, la cual le hará frente la puta que se hace llamar nuestra madre tierra —dijo Steve en un tono muy risueño.

—¡Atención! —gritó Steve.

Todos los que estaban entrenando, corrieron a formar una sola fila frente a nosotros, el capitán Steve se acercó.

—Buenas y asquerosas tardes soldados. Hoy se integran a nuestras fuerzas armadas, tres reclutas más, quienes tienen en su mente una sola cosa y ¡¿cuál es esa cosa?!
—¡Calmar a la puta tierra! —gritaron todos al unísono.
—¡Exacto!, tenemos nueva información, por fin a uno de estos tres cadetes se le apareció un pedazo del maldito rompecabezas. Lo cual quiere decir, que aún quedan dos más por encontrar y tenemos que hacerlo antes que nos cargue la chingada. ¿! Está claro?!
—¡Sí, señor! —volvieron a gritar todos.

—Esto es increíble  —dijo Jorge asombrado.
—Bienvenidos a la infantería señores. Prepárense, que deben aprender muchas cosas en menos de cuarenta y ocho horas.

—¡Capitán! ¡Profesor! Hay sobrevivientes en la entrada —gritó otro soldado bajando las escaleras.

—Ustedes esperen aquí con los demás, veré de qué se trata. ¡Continúen con su entrenamiento! —les ordenó Steve a los voluntarios mientras subía las escaleras.

Pude observar que en la pared había una pantalla desplegando la imagen de varias cámaras de seguridad. Ahí en la que estaba marcada como "principal", vi a dos personas muy conocidas. Eran los papás de Jorge.

—¿Mamá? ¿Papá? —dijo Jorge sorprendido.

Él subió a toda velocidad por las escaleras, Alex y yo lo seguimos.

—¡Jorge!, espera algo anda mal —le dijo Alex.

Yo no sé por qué, pero presentía lo mismo que Alex. —¿Cómo era posible que estuviesen con vida? ¿Si todos vimos el mar de sangre que había en la oficina? —pensé—. Llegamos a la entrada de la base secreta. La reja se abría muy lentamente. Steve y los soldados prepararon sus ametralladoras. Jorge no nos hizo caso y desobedeció las órdenes de Steve.

La reja se abrió. Sus papás estaban cubiertos de sangre, con la mirada perdida y sus ojos completamente rojos. Jorge corrió hacia ellos, decidido a abrazarlos.

—¡Mamá! ¡Papá!
—¡Chico! ¡Detente!  —le gritó Steve.

Frente a nosotros, los papás de Jorge comenzaron a convulsionar, vomitaban sangre y hacían un ruido bastante conocido. Era el rugido de aquello que nos había estado atormentado día y noche. Steve logró alcanzar a nuestro amigo y lo aventó hacia atrás; mientras que sus padres cambiaban a una forma horripilante. Una serie de escamas cubrieron sus cuerpos, sus manos se partieron en dos para dejar salir un par de garras. De sus espaldas, salieron unas enormes alas parecidas a la de los murciélagos, las cuales, cubrían toda la entrada. Sus rostros mutaron a una forma muy cercana entre lobo y humano. La bestia parecía una combinación de varios animales.

El profesor Rojas apareció a mi lado, viendo la horripilante escena; diciendo una de las frases en latín del rompecabezas:

"...La nueva especie será la perdición de los miserables..."

—¡Mamá! ¡Papá! —gritaba Jorge, mientras dos abominables criaturas estaban dispuestas a terminar con todos nosotros.

Ella Está VivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora