Capítulo 2: Contemptus mundi.

317 38 1
                                    


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Capítulo 2: Contemptus mundi1.


"La irracionalidad de una cosa no es un argumento en contra de su existencia, sino más bien una condición de la misma." Friedrich Nietzsche.



En medio de jadeos y escalofríos él se agazapó contra la pared sosteniéndose el brazo herido, estaba a tan solo un par de calles de la avenida central, aun así, rodeado del vapor de las alcantarillas y los clamores de la noche bohemia de aquel barrio, el fugitivo no se sentía con la fuerza ni la confianza de poder llegar al punto de encuentro... ¿entonces qué haría? Mascullando maldiciones miró su teléfono y tecleó un rápido mensaje, necesitaba ayuda... La respuesta no tardó en llegar, no obstante, la felicidad que por un segundo había pasado por su rostro se esfumó en un santiamén: "No podemos realizar una extracción, estás solo".

¡Malditos hijos de perra! ¡¿Así le pagaban todo lo que había hecho por ellos?! ¡¿Cuándo más necesitaba ayuda era cuando más lo desconocían?! ¡Ojalá se pudrieran en el infierno! Enfurecido, el hombre sacó la batería del teléfono y, tras romper el ship, lo arrojó a la alcantarilla más cercana, sabía que si lo atrapaban con aquello sus problemas serían mayores, ahora que estaba por su cuenta no había forma que alguien le auxiliara, sus crímenes de por sí solos eran atroces, por lo que si lograban relacionarlo con otros grupos estaría firmando su sentencia de muerte... ¡Y maldita sea! ¡Sus perseguidores eran de los peores...!

Aguantando un grito de ira, él se atrevió a asomarse por el borde del contenedor de basura, escuchó desde ahí algunas ratas chillar y el goteo persistente de los desagües cerca de las escaleras de incendio, no había nadie cerca... Subiéndose la capucha, comenzó a andar en dirección a la bocacalle, al doblar por la esquina vio a un grupo de jóvenes fumando a la salida trasera de una discoteca, él desvió la mirada y aceleró la marcha, lo ideal sería mezclarse con la gente y desaparecer en la avenida, ninguno de sus perseguidores se atrevería a dispararle en medio de civiles...

Y esa, era su única forma de escapar...

-¡Mierda...! -exclamó deteniéndose en seco.

En la acerca, a unos 8 metros de donde estaba, distinguió a una mujer de piel morena y abundante melena rizada: Un Rastreador... Rápidamente él se giró y regresó por donde había venido, uno de aquellos fumadores le habló, pidiéndole fuego tal vez, ya que reojo le vio luchar con un zippo de forma insistente, pero él le ignoró, siguió su camino hasta regresar al punto del inicio... ¿Ahora qué...? ¿Ahora qué...? ¡¿Ahora qué...?! El desesperado prófugo se agarró los cabellos intentando pensar... no había forma... si la rastreadora estaba cerca significaba que el cazador también... ¿entonces qué...? De pronto, recordó algo... lo único que podría hacerlo salir de esa situación... Apretando los dientes echó a correr hasta llegar a una intersección de calles, siguió así hasta que muy pronto el barrio comenzó a cambiar; dejando atrás los bares y clubes nocturnos, desembocó en la sección que estaba destinada a la reurbanización, así, saltando la reja provisoria de un lote de edificios departamentales, avanzó por la arena removida y las máquinas de demolición y se encaminó hacia la entrada ya repleta de grafitis... Estando allí sintió como una pequeña ola de esperanza inundaba su pecho, si nada había cambiado, aún podía encontrar su equipo de reserva en la que había sido la casa de seguridad del "grupo" en los '90... La mayoría de sus compañeros de ese entonces estaban muertos así que confiaba que las viejas costumbres no se hubieran olvidado.

La Legión del Caos (Temporada 1) [Eldarya]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora