6. El comienzo del caos.

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Kira, Tanner y yo hicimos lo que pudimos para curar a Lance, en el momento en que despertó, nos agradeció solemnemente. Acto seguido, se levantó con dificultad, extrajo algunas cosas del botiquín y lo hizo por sí mismo, esta vez correctamente.

—Vaya —exclamó Kira, Tanner no tardó en mandarla a callar. También quise sorprenderme tanto por su habilidad en primeros auxilios como por su resistencia física. Estoy segura que muchas personas no serían capaces ni de mover un músculo a causa del dolor, Lance solo se mordía el labio ligeramente, aparte de eso, podría disimular perfectamente que no ocurría nada.

—Lance, acuéstate un poco más —intervine. Él terminó de colocarse una gasa en el ojo izquierdo, aquel que era incapaz de abrirse. No respondió, prefirió asentir lentamente y obedeció.

—Te traeremos un poco de agua —rompió el silencio Tanner, arrastrando a Kira de la habitación. Estábamos en su cuarto, lo supimos porque era la única puerta abierta del segundo piso y el interior concordaba con el estilo minimalista que Lance habría elegido. Decidí observar el panorama porque no quería verlo a la cara, no había mucho: La cama, dos mesas de noche a cada lado, un escritorio, un librero y el closet. Por lo que vi del resto de la casa, solo existía lo necesario. Me pregunté la razón por la cual no encontré ninguna foto familiar y tampoco a su madre o padre.

—¿Qué hicieron con ellos? —preguntó en voz baja.

—Kira hizo que huyeran.

—Eso lo explica, sí —sentí que quiso reírse, pero al final no pudo.

—Lo lamento, todo es mi culpa —lo miré fijamente a pesar que me dolió que estuviera en ese estado, fuera por el motivo que sea.

—En realidad no, ha sido así desde mucho antes que te acercaras a mí, Suri —aclaró tranquilamente—. Un día dejé de ayudar a Debrian con su tarea, no le sentó muy bien.

—¿Solo por eso? —cerré mis puños con fuerza, conteniendo la furia que amenazaba con poseerme.

—No quiero hablar de ello —concluyó. Sabía que él quería dar el tema por zanjado, pero en esta ocasión no cedería hasta que lo escuchara prometerme algo.

—Vale, no preguntaré. Me interesa más que digas la verdad —comencé, transmitiendo en mi mirada la determinación que siempre me había caracterizado.

—Suri...

—Se acabó, Lance. Me da igual esa cara que estás poniendo ahora, lo único que quiero es que estés bien, si me ignoras después, es lo de menos —traté de sonar lo más convincente posible. Hemmings fue muy clara al contarme que solo podría intervenir en el caso que Lance lo hiciera. Él probablemente me odiará debido a que lo estaba presionando con una mentira, asumiría esa consecuencia aunque me lastimara.

—¿Y si nadie me cree? —masculló, más que una pregunta, parecía una afirmación.

—¿Te basta con que yo lo haga? No te dejaré solo, ¿sí? —toqué su mano, el plan era entrelazar sus dedos con los míos, pero entré en pánico, y como no deseaba incomodarlo, simplemente acaricié su dorso—. Eh, Tanner y Kira también estarán para ti, ¡no te preocupes! —aclaré con el rostro ruborizado, Lance sonrió.

—Jamás había conocido a nadie como tú —dijo. Hice un puchero porque pensé que lo decía de manera negativa, en el instante en que sus ojos sintonizaron con los míos supe que no era de ese modo.

Habría querido responderle lo mismo, jamás había conocido a nadie como él.

(...)

Al día siguiente, acompañé a Lance a la oficina de la orientadora. Estuve ahí para corroborar todo lo que había acontecido durante los últimos meses, era suficiente para que Hemmings actuara. Algunas horas más tarde, la noticia comenzó a esparcirse: Debrian Hills fue expulsado definitivamente porque contaba con manchas en su expediente académico, por otro lado, Gabriel y Michael se ganaron una suspensión prolongada y les advirtieron que si llevaban a cabo otro acto agresivo contra cualquier alumno les costaría caro.

Lance Wilde estaba oficialmente libre de abusos de ahora en adelante, no podía estar más feliz.

—Suri, lamento mucho haberte tratado mal al principio —Lance y yo caminábamos rumbo a casa, él se detuvo para mirarme fijamente.

—No te preocupes, es pasado —sonreí, restándole importancia.

—¿Vas a volver con tus amigos? —preguntó de repente, realmente no comprendía a qué venía eso.

—¿Uh? ¿A qué te refieres?

—Te acercaste a mí porque necesitaba ayuda, si estoy bien eso significa que te irás, ¿no? —me observó con tristeza, aguardando una respuesta que lo decepcionaría, aquello me rompió el corazón.

—¿Qué te hace pensar eso? Lance, sé que he estado junto a muchas personas cuando tenían problemas, pero no recuerdo haber abandonado a ninguna, ¿por qué crees que lo haré contigo?

No respondió, optó por cerrar los ojos como medida de evasión, me fastidiaba que hiciera cosas de ese estilo.

—No podría dejarte porque eres importante para mí —declaré con firmeza, era mi último recurso para conseguir que confiara—. He comenzado a conocerte y me agradas. Eres inteligente, honesto e interesante. Sería muy tonta si decido irme. Vamos —tomé su mano, al momento de entrelazar nuestros dedos, Lance apretó con fuerza y me impidió avanzar.

—Suri, no estoy acostumbrado a tener amigos, a hablar con las personas, en general. Aun así, me siento cómodo contigo así que espero no te aburras de mí pronto.

—No lo haré, chico terco, entiende —No me volví para analizar su rostro, estaba casi segura que el mío debía estarse tiñendo de rojo y me negaba a enseñárselo.

—Lo prometiste, tendrás que cumplirlo —bromeó, asentí con la cabeza lo cual provocó que riera.

—Está bien, date prisa —ordené, no fui capaz de seguir porque él me atrajo hacia sí con el fin de estrecharme entre sus brazos. Había entrado en un leve estado de shock y estaba batallando internamente para devolverle el abrazo.

Mis sentidos se congelaron por ese segundo a la vez que mi cerebro exigía una explicación. Escondí mi cara en su pecho mientras meditaba qué hacer.

Mi rostro ardía por lo que debía obtener tiempo, moriría si Lance se daba cuenta, sino es que colapsaba dentro de poco.

—Gracias —susurró cerca de mi oído.

Antes de que mis piernas flaquearan, me sostuvo por la cintura mientras interrogaba si me encontraba bien. Contesté secamente que sí y me aparté, consiguiendo que me observara con desconcierto.

Me percaté con horror de lo que pasaba cuando llegué a casa después de huir. Su sonrisa de despedida, sus ojos avellana que resplandecían, sus palabras de agradecimiento que también me pedían que me quedara.

«Eres bastante rápida en darte cuenta, hermanita. No tienes salvación» —comentó Sophie a través de la pantalla.

Lance Wilde me gustaba y aceptarlo era el comienzo del caos.

FIN CAPÍTULO 6. 

Esta secuela es un desastre [OCRA #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora