19. Juntos.

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Asistí a la fiesta que el equipo de voleibol organizó para celebrar su victoria. A pesar de que Ben había bromeado con una futura lesión, no ocurrió. Los chicos se encontraban tan emocionados que empezaron a entrenar para presentarse en las nacionales que se realizarían en un par de semanas.

Tanner se mantenía concentrado en recuperarse y Kira en apoyarlo tanto a él como al resto del equipo durante los entrenamientos. No tenía idea cómo lo había conseguido, pero cumplió su promesa de enviarme las ilustraciones requeridas para el desarrollo de nuestro próximo videojuego. Fue difícil ponerme a trabajar nuevamente porque había evitado hacerlo. Volví a frustrarme, dormir menos y abandonar valiosos períodos de ocio, aunque todo aquello lo soportaría con gusto ya que mi corazón no paraba de rebotar.

—Mira, se acerca el innombrable —murmuró Monnie, dirigiendo su mirada hacia Lance.

—No, Mónica, vuelve acá —le rogué, ella guiñó un ojo—. No sé qué decirle, no me dejes.

—Parece que él sí sabe, relájate. ¡Nos vemos! —se despidió con la mano y desapareció.

—Hola, Suri —saludó, extendiendo una leve sonrisa—. ¿Cómo estás? —En vez de responder, me concentré en analizarlo. Sus ojeras crecieron y el tono de su piel lucía grisáceo.

—Hola. Estoy bien, ¿y tú? —No pude evitar sonar brusca cuando le pregunté sobre sí mismo, en realidad me importaba. Dae me contó que le pidió disculpas y posteriormente evadió todo lo relacionado a Grace. Lance se esforzaba por no demostrar lo que sentía, en ese aspecto, me recordaba a mi hermana.

—Todo está perfecto —contestó entre risas, soltó una especie de carcajada nerviosa que llamó mi atención—. ¿Qué has estado haciendo? —inquirió, apresurándose a cambiar el tema.

—Trabajando en «Dalia» —él frunció el ceño—. Ah, cierto, no te hablé de eso a profundidad. ¿Recuerdas que mi pasatiempo favorito es la programación? Bueno, somos un equipo que desarrolla videojuegos. Tanner escribe el guion, Kira dibuja y yo programo. Empezamos creando un demo a los trece años llamado «Great Game», el cual subimos de forma gratuita a una plataforma online. A los usuarios les gustó tanto que comenzaron a donarnos para que produjéramos la versión completa. Terminó siendo una trilogía famosa que nos regaló una base de fanáticos dedicada.

—¡Vaya! Ustedes son geniales —halagó, impresionado—. ¿Entonces su siguiente éxito se llama Dalia? —interrogó con intención de que liderara la conversación. Sin embargo, el sonido del timbre se lo impidió al igual que el ruido causado por la aglomeración de estudiantes que regresaban a sus aulas—. ¿Te gustaría que nos viéramos en la salida como antes?

—Sí —pronuncié, vacilante.

Noté como Lance se entristeció, probablemente deseaba que le ofreciera la seguridad que, en este preciso instante, ninguno poseía. Los dos estábamos dentro de una casa hecha de cartas que la inestabilidad de nuestros sentimientos se encargaría de derrumbar en cualquier momento.

(...)

La orquesta de la lluvia golpeaba el asfalto e inundaba mis oídos.

—¿Se supone que iba a llover hoy? —interrogué, mordiéndome el labio debido a la frustración.

—¿No has visto el pronóstico del tiempo últimamente? —Lance removió en el interior de su mochila y sacó un paraguas que no tardó en abrir—. Te acompañaré a casa, ven —declaró mientras avanzaba un paso en dirección a la calle.

—No es necesario —rechacé, pensando en que usaría el libro de alguna materia que no soportaba para cubrirme.

—De todas maneras regresaríamos a casa como solíamos hacerlo, ¿no? —se encogió de hombros—. Es solo un pequeño cambio de ruta —sonrió, presumiendo sus hoyuelos. Me esforcé por ignorarlo e insistir en que podría arreglármelas sola hasta que tomó mi mano, acercándome de esta forma hacia sí. Sostuvo el paraguas encima de mi cabeza y caminó.

Esta secuela es un desastre [OCRA #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora