—Así que eso fue lo que pasó, lo siento mucho, Kira —me disculpé, sinceramente arrepentida.
—No te preocupes, también quiero disculparme. No estaban comprometidos a contarme su vida amorosa. Me comporté de manera infantil, no debí dejar de hablarles —sonrió y acarició mi cabeza con cariño.
—Nos has dicho que el chico de tercer año te habló porque quería que le aconsejaras cómo acercarse a Matteo, y el beso fue culpa del alcohol, no volverá a pasar. Somos amigos, nos tenemos confianza, simplemente malinterpretamos todo —intervino Tanner, encogiéndose de hombros.
—Claro, a partir de hoy no dudaré en decirles sobre cualquier cosa. Mi vida amorosa está incluida —extendí mi dedo meñique hacia ellos. Tanner suspiró, aun así, lo enredó con el mío. Kira hizo lo mismo. Estábamos bien ahora.
—¿Entonces qué ocurrió con Matteo? ¿Es gay y por eso desististe en conquistarlo? —interrogó el rubio de forma repentina.
—No, me gustan los chicos seguros de sí mismos, energéticos, apasionados. Matteo no es así, por eso me rendí —explicó ella—. Le pregunté sobre sus preferencias, lamentablemente el chico de último año no tiene posibilidad.
—Qué mal —comenté. Entendía lo que se siente cuando la persona que te gusta no te ve como más que un amigo y por más que te esfuerzas no puedes hacer nada para cambiarlo.
—Rayos, el entrenamiento, tenemos que irnos —soltó Tanner luego de observar la hora en su celular—. El entrenador Reed me matará —se levantó rápidamente, tomó su maleta deportiva y su mochila para colgarse ambas en el hombro. Le pidió a Kira que se diera prisa, la chica asintió.
—¿Están en «entrenamiento intensivo»? —inquirí, siguiéndoles el paso debido a que los dos se encontraban a punto de trotar con el fin de llegar al gimnasio.
—Sí, en tres días es el partido semifinal del torneo de primavera. Antes de que fuera mi cumpleaños, logramos pasar las eliminatorias. Si ganamos el sábado, jugaremos la final, y si todo sale bien, representaremos a la provincia. El año pasado clasificamos en quinto lugar a nivel nacional, un gran progreso teniendo en cuenta que nuestra escuela jamás se destacó en voleibol.
—Hasta que mi padre aceptó ser el entrenador —presumió Kira con una sonrisa petulante.
—Tienes razón, el entrenador Reed fue un jugador profesional exitoso y es un honor que nos enseñe. Me alegro de haber ingresado al equipo el mismo año que llegó.
—Vaya, ¿agradeces nacer el mismo año que yo? Mi padre accedió a trabajar en esta escuela solamente porque quería estar cerca de mí.
—Ajá, lo que tú digas —dijo Tanner, sin detenerse a mirarla.
(...)
El señor Reed regañó a Tanner, le gritó que siendo el capitán debía llegar antes que todos. El rubio no se quejó cuando lo castigó con correr cinco vueltas más.
—Buen día, señor Reed —lo saludé después de que él terminara de indicar los ejercicios de calentamiento que el equipo haría.
—Hola, querida, ¿qué te trae por aquí? —preguntó el hombre mientras sonreía. El padre de Kira era lo que podía definirse como un «tipo duro», medía aproximadamente un metro ochenta y cinco, se mantenía en buena forma y lucía corte militar. Su aura intimidante sobrepasaba por mucho a la que poseía su hija. Comprendía perfectamente porqué el equipo de voleibol lo respetaba y, hasta cierto punto, temía. No obstante, era dulce y amable conmigo.
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Esta secuela es un desastre [OCRA #2]
Teen FictionLa historia se centra en Suri Adams, una chica optimista que intenta resolver cualquier problema con una sonrisa. Se caracteriza también por ofrecer ayuda a quien lo necesite sin esperar nada a cambio. Por casualidad conoce a Lance Wilde, un chico q...