23. Un sueño.

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La noche anterior al concierto, Dante y yo estuvimos en mi habitación reproduciendo los álbumes de Tessa una y otra vez hasta que Sophie nos regañó.

—Entiende, amore, ¡es Tessa! Tengo la ilusión de verla en vivo desde que descubrí sus vídeos cantando en internet. No sabes cuánto me alegré cuando debutó y el resto del mundo se dio cuenta de lo fantástica que es —relató Dante, con los ojos centellando de tal manera que mi hermana no tuvo más opción que detener sus protestas.

—Me alegro mucho que Dante me hiciera ver su talento —sonreí, al mismo tiempo que chocábamos los cinco—. Gracias a eso es que estoy tan feliz, tendré la oportunidad de conocer a una de las personas que más admiro, después de ti, por supuesto —le guiñé un ojo.

—Aunque me adules, irás a dormir, jovencita —me apuntó con el dedo, adueñándose de su papel como autoridad.

—¡Solo déjame escuchar «Shine» y «Get Loud»! Vamos, son mis favoritas —rogué, interpretando mi rol de hermanita manipuladora.

—Lo harás mañana, sin necesidad de una pantalla o un reproductor, tienes que descansar para que puedas disfrutarlo —Sophie me instó a levantarme de la silla donde me hallaba.

—Está bien —me rendí, alejándome del escritorio, en el cual una de mis computadoras todavía mostraba un vídeo de Tessa.

—No te preocupes, le subiré un poco el volumen en tu honor —prometió Dante, levantando el dedo pulgar.

—Tú también —aseveró Sophie, mirándolo fijamente.

—Lo que tú digas, cariño —aceptó inmediatamente.

Luego de que ambos salieran, me acosté en la cama. Observé el techo por lo que parecieron veinte minutos hasta que Dante apareció, acercándose de puntillas, cargando un par de audífonos. Me hizo una seña para que fuera con él a lo que contuve la risa. Cruzamos el pasillo frente al cuarto de mi hermana, ella nos vio bajar las escaleras rumbo a la sala, pero debido a que no nos persiguió, entendí que nos dejaría ser los fanáticos apasionados que éramos.

(...)

Dante y yo rebosábamos energía, esto a pesar de haber dormido menos de cinco horas. Estábamos dentro del automóvil de mi madre, quien autorizó prestárnoslo.

—¿Esa es la casa de Lance? —inquirió Sophie, tan pronto respondí afirmativamente, se estacionó enfrente. Él salió, abrió la puerta y se acomodó a mi lado en los asientos traseros.

—Buenos días —saludó cortésmente. Noté que se comportaba tímido si interactuaba con personas que no conocía y se hacía evidente con la presencia de mi hermana mayor. En cambio, con Dante no era así, quizás poseía un aura tan amigable que no representaba un problema para él.

—Buenos días, Lance, ¿estás emocionado? ¿O eres como mi novia que francamente solo nos acompaña? —preguntó el italiano, analizándolo desde el espejo retrovisor.

—Aprecio la lírica de las canciones de Tessa, sin embargo, su estilo no es lo mío. Me llama la atención el rock, hip hop, metal —comentó, rascándose la barbilla—. ¿Conocen a «Our Beat»? Últimamente me ha gustado mucho su trabajo.

—Es difícil que ellos escuchen música más allá de Tessa. Dante hace excepciones con la ópera italiana y Suri se arriesga con «Alan Ness» o «Cherry Bomb» —suspiró Sophie—. El último álbum de «Our Beat» es magnífico, «Respect» y «Anxiety» son mis canciones favoritas.

—¡Esas también fueron las que más me gustaron! El flow de Daz no ha hecho más que mejorar —exclamó, extendiendo una sonrisa a medida que hablaba—: Y Jax se atrevió a componer un poco más. Me gusta que no se callen ninguna injusticia y se expresen en su música.

Esta secuela es un desastre [OCRA #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora