TREINTA Y UNO

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-¿Está ocupado?

Un anciano hombre le preguntaba a Jaebum al momento de llegar a su asiento. El muchacho negó con la cabeza y volvió a concentrar los ojos en el libro que sus manos sostenían.

-Gracias.

Contestó la otra persona con un alegre tono, antes de sentarse. Los movimientos de aquel hombre eran demasiado limitados debido a la cantidad de abrigos que llevaba encima. Fue entonces cuando Jaebum sintió la incomodidad ¿Por qué él sólo había cargado una chaqueta? Cuando su madre lo viera, estaría en problemas.

-Pero ya tengo 23.

-Oh, y yo acabo de cumplir 76.

La cabeza del muchacho casi pierde posición sobre sus hombros al girarla con velocidad para mirar al anciano a su lado. No se había percatado de la frase que se escapó de su mente, y para el momento en que ambas miradas se encontraron, las mejillas de Jaebum estaban sonrojadas. Sonrió tímidamente y regresó a su escondite entre las hojas del libro.

-Te ves muy bien para tener casi un cuarto de siglo.

Continuó el hombre, quien parecía interesado en la presencia del fotógrafo.

Habían pasado muchos años desde la última vez que Jaebum estuvo en ese tren y aun así, la inquietud permanecía intacta. Aceptó entonces, que aunque le gustaba creer que no se trataba de la misma persona, no era así. No sólo sus hábitos seguían allí, sus sentimientos, sus miedos y la torpeza frente a situaciones inesperadas, todo seguía afrontándolo de la misma manera ¿De qué habían servido los siete años que estuvo lejos del pueblo entonces?

-Lo...lo mismo digo...

Su voz era apenas perceptible, cubierto en timidez. Hizo su mejor esfuerzo para encontrar aquella respuesta y aun así sonaba desencajada. Por ello, esperaba que no tuviera que seguir pensando en maneras de mantener viva la conversación. Afortunadamente, el anciano se dedicó a mirar por la ventana y Jaebum suspiró aliviado.

Apenas el tren se alejó de la estación, comenzó a llover. Quizá se trataba de la naturaleza intentando calmar al muchacho, regalándole uno de sus acontecimientos favoritos. No necesitaba preocuparse demasiado, puesto que en tan sólo unas horas estaría en casa. Pensando aquello, se durmió y despertó cuando los vagones se agitaron por el camino. Miró inmediatamente hacia el vidrio a su lado y se encontró frente al campo de trigo cubierto por la espesa nieve que de un momento a otro se abalanzó sobre el pueblo. Quedó mesmerizado ante aquella imagen y sus manos no pudieron evitar el camino hacia la mochila, en donde la cámara descansaba. Un vez varias tomas fueron hechas, regresó la mirada a su alrededor. El resto de los pasajeros en el tren también perdían sus ojos en el paisaje y ante esto, el muchacho sonrió cálidamente. Y pensar que hace siete años era el lugar que más odiaba.

-¿Sólo has traído esta chaqueta?

Jaebum soltó aire por la nariz al haber dado en el blanco con su predicción. A pesar de que un regaño fuera lo primero que su madre le daba luego de tanto tiempo sin verlo, se sintió agradecido de que todavía se preocupara por él de esa manera.

La escuela, el hospital y el parque frente a él, los caminos de tierra que dirigían a los distintos caseríos. Los años no habían sido suficientes para modificar la imagen de aquel lugar. Si durante los últimos meses la nostalgia no se separaba de su lado, la presencia de aquel gris sentimiento estaba más presente que nunca mientras él y su madre daban pasos entrecortados. El viento helado atravesó su cabellera y transportó el temblor en sus extremidades hacia su columna vertebral. Su cuerpo se llenaba otra vez de sensaciones. De a poco se iba reconciliando consigo mismo.

La última vez [JackBum]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora