VEINTICUATRO

162 26 0
                                    


¿Lluvia? Por supuesto, aquella ciudad era conocida por eso. Además, habían pasado unos cuantos días desde la última vez que las gotas de agua sorprendían a los transeúntes de esa manera. Un hilo de emoción atravesó el cuerpo de Jaebum en ese momento.

Se detuvo debajo el tiento de una de las tiendas cercanas al estudio y buscó en su mochila el paraguas que cargaba siempre. Antes de encontrarlo, sus dedos tropezaron con la cámara que había usado esa mañana en la primera sesión. Le había pedido a los clientes que dejaran que se la llevara porque sería él quien revelaría las fotografías, mencionándoles que se consideraba un experto en esas cosas. La comisura de sus labios se elevó ligeramente. Segundos después, tomó el paraguas y se dispuso a continuar su camino hacia la estación. Avanzó unos cuantos pasos cuando su teléfono lo hizo detenerse una vez más.

-¿Ya pensaste qué vamos a cenar esta noche?

La voz de Jackson del otro lado se escuchaba mezclaba con otros sonidos, haciéndosele difícil entender.

-¿Esta noche?

Repitió casi gritando, puesto que la lluvia se había vuelto más fuerte también.

-¿Ya olvidaste que me dijiste que íbamos a cenar juntos hoy? Espera, ¿estás en la calle?

Los zapatos de Jaebum se habían empapado completamente, y sus ropas también comenzaban a hacerlo, porque junto a las gotas de agua, el viento se hizo presente. Trataba de cubrirse, pero era inútil con el paraguas que había terminado por romperse después de unos segundos. Con el teléfono en mano y sin responder a la pregunta de Jackson, comenzó a correr para encontrar refugio.

-¿Jaebum? ¿Hola?

-Lo siento, la tormenta estaba muy fuerte y el paraguas se rompió. Tuve que correr a buscar un lugar para cubrirme porque acabo de salir del trabajo y mis cámaras están en la mochila...

Con la respiración entrecortada, continuó la conversación.

-¿Dónde estás? Puedo pasar por ti con mi auto.

-Cerca del estudio, frente al café en el que estuvimos el otro día.

-Voy para allá.

Respondió Jackson inmediatamente. El fotógrafo se quedó mirando el gris paisaje, con la sensación de que había algo raro en aquella conversación.

Sin embargo no pasó mucho tiempo hasta que sus pensamientos se alejaron y comenzaron a juguetear con la escena. Pensó en las palabras de su madre, cuando le decía que el clima de la ciudad a donde pensaba irse no era el mejor para su condición. Jaebum necesitaba días de sol y brisa fresca, en vez de lluvias incesantes o tormentas, como las que estaba viviendo en ese momento. Pero él no podía estar más encantado con la idea y continuaba pensando que no había como esos cielos color plomo para hacerle sentir mejor. Luego, comenzó a revivir el momento de la despedida de ese pueblo al que no había regresado desde que se fue. El alivio que sobrevino en su cuerpo cuando se subió al autobús y vio los campos de trigo alejarse, creía que todavía podía sentirlo. Pero por más que creyera que odiaba todo lo que en aquel lugar se quedaba, fue ese día el último en que usó la cámara que él le había regalado, retratando una vez más al sol que se despedía radiante. Un último día y la última vez...Su teléfono sonó.

-¿Jackson?

-Ya estoy aquí frente al café, pero no puedo verte, hay demasiada gente.

Jaebum elevó los ojos y divisó el auto negro cruzando la calle. Tomó aire y corrió en esa dirección hasta que se encontró frente a la puerta del vehículo, golpeando el vidrio dos veces.

-Gracias, pero no debías...

La amenazante mirada que recibió por parte del asistente después de subir y sentarse a su lado, hizo que tuviera que detener sus palabras a mitad del camino.

-No sabía que tenías auto. Siempre tomas el autobús...

-¿Qué te parece pollo para la cena?

Jackson cambió el tema de conversación velozmente y comenzó a hablar acerca de los ingredientes que necesitaban para cocinar esa noche. A Jaebum le pareció que era un comportamiento algo extraño, pero prefirió no hacérselo notar.

Apenas llegaron a su apartamento, ambos caminaron directo hacia la habitación, uno de ellos esperando que las prendas de ropa seca aparecieran frente a sus ojos.

-¿Crees que debería traer alguna de mis camisetas y dejarlas aquí? Así no tienes que prestarme las tuyas.

El horror parecía haberse impregnado en el rostro de Jaebum, pero comenzó a desvanecerse cuando la risa de Jackson resonó contra las paredes. El asistente se acercó al casi petrificado muchacho y tomó de sus manos las prendas.

-En serio le tienes miedo al compromiso, Jaebummie.

Sentenció, al mismo tiempo que se quitaba la ropa mojada y la lanzaba en una de las esquinas de la habitación. Cuando finalizó, se fue hacia la cocina para comenzar a preparar la cena, dejando al otro muchacho parado en el mismo lugar. 

La última vez [JackBum]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora