CUARENTA Y CUATRO

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-¿Qué dices?

Pretendía no entender hacia dónde iba esa conversación, pero no podía evitar sentir el nerviosismo acumulándose en su vientre.

-Bueno...prometimos que sucedería cuando ambos dejáramos de fingir. Además, ya no soy tan ignorante en ese tipo de cuestiones, he investigado, aunque no puedo mofarme de experiencia porque, bueno...

A pesar de lo estúpido que sonaba aquello, el tono de voz utilizado por Jackson, hacía que el cuerpo de Jaebum reaccionara, llenándose de escalofríos.

-Aunque si quieres, puedes hacerlo tú...Ibas a intentarlo aquella vez en el lago ¿no es así?

-¿¡Estabas despierto!?

Los cuerpos que se mantenían unidos en un abrazo casi forzado, se sacudieron ante la reacción de sorpresa. Los juegos que a Jackson le gustaba jugar, a veces terminaban siendo demasiado para el siempre consciente fotógrafo, provocándole inmediata molestia al darse cuenta que funcionaba, que no importaba qué clase de tonterías dijera el otro, su corazón siempre terminaría saltando de emoción. Intentó apaciguar los descontrolados latidos mientras pretendía reprimir las imágenes que se unían al recuerdo mencionado. Había perdido la mirada en los detalles de la alfombra, cuando las tibias manos se acercaron juguetonas a su cintura. Inesperadamente, las sensaciones se transformaron en fieles copias de aquellas contenidas a un lado del lago.

Comenzó a preguntarse qué hubiera sido de esa historia si lograban deshacerse de los prejuicios y malos sentimientos de la gente que los rodeaba, qué otras historias tendrían para compartir a través de fotografías, qué primeras y últimas veces se hubieran entrometido en sus caminos. Aun así, no necesitó más que encontrarse cubierto en los besos que Jackson depositaba delicadamente sobre su piel, para comprender que no importaba todo aquello que en el pueblo había ocurrido, porque como fuera, sus esperanzas nunca fueron en vano. Jackson volvió a su vida.

Por fin se giró sobre sí y sentándose en el pequeño sillón, se encontró con el rostro del hombre que amaba.

"Abrázame", pedía la expresión de Jaebum. Siete años atrás, esa misma noche también. Su cuerpo, ya entremezclado con los brazos de Jackson, parecía tan pequeño, una pequeñez que su frialdad no permitía imaginar. Se entrometió mucho más en el enlace y alcanzó a hundir su rostro en el pecho de la persona que lo tomaba con ferviente deseo, disfrutando del aroma que le brindaba calma y le traía esperanza, todo al mismo tiempo. Comenzó a sentir los besos sobre su cabeza, buscando éstos por todos lados después, los ojos que sostenían el mismo brillo a través de los años. Jackson tomó la barbilla de Jaebum y la elevó para entrelazar sus miradas. Inmediatamente después, Jaebum escondió el rostro y trató de concentrarse en la camiseta que se entrometía en el camino de ambos. Cuando sus dedos tocaron la piel de la cintura de Jackson, los escalofríos viajaron por toda la extensión de su cuerpo, provocando un pequeño salto, cubierto por una risa colmada de vergüenza.

En su mente, el fotógrafo intentaba recordar los detalles en el cuerpo de otro, observado por primera vez mientras Jackson tomaba una ducha para deshacerse de la borrachera. Acariciaba por sobre las telas cada curva formada por los tersos músculos. Pensaba dejar que las experiencias pasadas lo guiaran en lo que respecta a hacerlo con otro hombre, pero se dio cuenta de lo equivocado que estaba cuando al ser él mismo quien descubriera el torso de Jackson, su corazón dio un golpe seco y sus manos detuvieron el camino antes predeterminado para quedarse colgando en el aire, sorprendido por las reacciones de su propio cuerpo. Jaebum miraba consternado, los ojos clavados no sólo en la extensión de piel expuesta de Jackson, sino en la expresión que éste sostenía, llena de deseo por él pero con los mismos atisbos de inocencia que tenía cuando eran adolescentes. Los segundos se escabulleron entre ellos mientras ninguno de los dos se animaba a avanzar, uno todavía sumergido en sus emociones, y el otro ya preocupado por el cambio en éstas.

Recordó Jaebum, las sensaciones que le hacían suspirar a los dieciséis, cuando se aparecía ese muchacho que se entrometía en todo y no quería dejarlo solo a pesar de él pedírselo. La cercanía de ese cuerpo le traía no sólo la paz que su mente necesitaba, sino también la tibieza que desaparecía de su vida mientras más frecuentes se volvieran las pesadillas.

"Tómalo", conversaba Jackson consigo mismo, impaciente pero todavía temeroso. No quería lastimarlo, no cuando creía que muchas cosas habían empezado a sanar entre los dos. Le daría su tiempo, lo acompañaría con la mirada y disimularía como lo hacía cuando tenía dieciséis y debía contenerse a sí mismo para no gritarle que lo amaba.

Jackson debió esconder la traviesa sonrisa que se entrometió en su dilema. Muy dentro de él, la creencia que Jaebum también lo había amado desde que la puerta que los separaba se abrió, le erizaba la piel. Esa sensación lo empujó e hizo que después de tanto preámbulo y cuestionamiento, pudiera tomar el rostro de Jaebum entre sus manos y besarlo. Las chispas de la magia proveniente de ambos cuerpos, se esparcía en la habitación, y eran lo único que brindaba luz suficiente para que las facciones en los rostros de aquellos amantes fueran distinguibles del resto de brazos y piernas que comenzaban a enredarse naturalmente.

Ninguno de los dos llegó a pensar en lo inconveniente de iniciar tal acto en un modesto sillón, sino hasta que en el intento de despojar a Jackson del resto de sus ropas, Jaebum terminó en el suelo, mientras la histérica risa lograba formarse al lado de las demás emociones expresadas hasta ese momento.

Jaebum había encontrado en Jackson, las razones suficientes para no dejar de sostener la cámara entre sus manos. Cada momento a su lado merecía ser inmortalizado de esa manera, la mejor que él tenía, y había pasado demasiado tiempo desde que el temeroso muchacho había decidido que así era como quería vivir. Por ello no dudó, y todavía sosteniendo la sonrisa refugio de la vergüenza por sus torpes acciones, estiró la mano para que el otro muchacho la tomara y ambos de dirigieran a la habitación que los esperaba con ansias.

Desenfocando las cosas que lo rodeaban, concentrado sólo en el rostro que contenía el anhelo de años, Jaebum sintió el oscurecer de sus días revertirse sobre sí mismos y transformarse en el camino hacia lo que él nunca hubiera imaginado posible, un futuro brillante. Árboles coposos, cielos despejados, un enorme lago y la brisa explotando en sus pieles, cada mañana y noche también. Corazones acompasados, memorias sin expiración, besos que se sentían cada vez más dulces.

-...es... ¿cómo?...

-Jackson, déjamelo a mí.

Debió responder el fotógrafo, intentado hacer uso de la experiencia y tratando de no cometer los mismos errores. Poco sabía éste de lo acelerados que se volvieron los latidos dentro del pecho de Jackson, ya recostado sobre la cama, observando cómo Jaebum trazaba sobre sus muslos un delicado camino con sus dedos. Su piel, descubierta y completamente entregada a las provocaciones, se estremeció al sentir el aire nocturno que se metía por la ventana. Aun así, no podía despegar sus ojos del cuerpo sobre él, que con manos expertas iniciaba a explorarlo, calmarlo y ponerlo al borde de fascinantes acantilados segundos después. Pretendía vivenciar cada caricia con lentitud, pero Jaebum sabía demasiado, y entre sus brazos Jackson no era más que aire, maleable y expectante de libertad. Lejos dejó las inseguridades y se permitió a sí mismo ser más que un espectador, llevando sus labios al tibio cuello de Jaebum, humedeciendo el área, transportando su agitación. Ambos sonrieron, desconociendo que el otro lo hacía, hasta que sus bocas se encontraron, después de lo que pareció un tiempo eterno.

Jackson descubrió entonces, una mirada que desconocía en Jaebum, una oscuridad que no era mala, una que lo llenaba de adrenalina y lo invitaban a despojarse de cualquier pensamiento. Si eso era lo que quería, entonces lo haría. Y así volvió a recostarse, cerrando los ojos, repitiendo en su cabeza aquel "déjamelo a mí". 



N/A: Bueno, ahora sí pueden matarme.

N/A2:  100 mg y me inspiro para escribir un smut real (?

N/A3: 200 mg y me tiro de un puente.

La última vez [JackBum]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora