VEINTISÉIS

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 ¿Amor? Amor. Había asociado a Jackson con tantas palabras y sentimientos, pero no esperaba que sucediera lo mismo con aquella que había escuchado sólo unos segundos atrás. Y si retrocedía en el tiempo, tampoco la había vuelto a escuchar de boca de otras personas desde que se fue del pueblo.

Sonaba distinto, sumándole al hecho de lo inesperado. Aquel "te amo", ¿se había escapado prematuramente de sus labios? O quizá no tendría que haberlo dicho jamás. Jaebum no estaba preparado para ello, no quería estarlo. De manera voluntaria, había decidido no sentir amor o darle la oportunidad a otras personas para que lo sintieran en su persona.

Con el rostro conteniendo la mínima cantidad de consternación posible, mantuvo sus ojos en los de Jackson y esperó a que el rastro de adrenalina que los atravesaba, se desvaneciera. Las mejillas de la persona frente a él estaban teñidas de un cálido carmesí, mientras que sus ojos titilaban envueltos en el brillo de las lágrimas pasadas. Jaebum quería con mucha intensidad, tomarlo en brazos y acariciar su espalda suavemente. Pero no podía.

El tiempo a su alrededor sucedió así, separados por una temible distancia, nadando en el silencio que no querían romper. Hasta que luego de aclarar su garganta, Jackson decidió ponerse de pie y caminar hacia la puerta. Jaebum entendió que la falta de palabras dichas en esos minutos, se transformaron en la respuesta que el otro requería. 

Lamentaba tanto aquello, recibir una confesión de amor con la frialdad con la que se movía por esa ciudad siempre nublada. Sin embargo, no quería perderlo. Contra su voluntad, el asistente que se colocaba la chaqueta en la sala, se había convertido en parte de sus días y no podía verse sin él.

Sus propias ideas lo llevaron a aquel momento de siete años atrás, donde aceptar que necesitaba a aquel amigo en su vida, no parecía algo posible de hacer. Se trataba de él contra el mundo, pero poco sabía de las consecuencias que aquella creencia le traería. Si quería evitar la nostalgia que el presente le regalaba con cada fotografía, tenía que hablar.

-Jackson...

-Olvídalo Jaebummie, sé cómo son las cosas, no tienes que explicarlo.

Fue esa la misma frase que utilizó cuando su jefa se presentó con una tan conocida nota en papel amarrillo, pero esta vez la sonrisa quebrada no logró engañar a nadie. Aquel "sé cómo son las cosas" encerraba el prejuicio cotidiano al que se enfrentaba en el trabajo o en cada evento social en donde se encontraba. Jaebum no era sólo aquello que las personas querían decir de él, pero ¿por qué parecía que así era? Jackson no era ya un pasajero en su vida, y definitivamente no quería considerarlo así. Sentía cosas por él, podía aceptarlo, pero la muralla que le había costado tanto tiempo en construir, era demasiado resistente. Por primera vez sintió que debía derribarla.

-Y ¿no vas a explicarte tú?

Debió replicarle el fotógafo, escaso de palabras para retenerlo en su casa.

-¿Qué quieres que te explique? Te dije lo que te dije, realmente siento que es así.

A pesar de la debilidad en el tono de sus palabras, era imposible no darse cuenta de la convicción con la que hablaba.

-¿Desde cuándo?

Jaebum soltó otra pregunta y volvió al sillón, sabiendo que había ganado unos cuantos minutos más con aquello. Necesitaba que Jackson se calmara. Y así pareció suceder cuando el asistente volvió sobre sus pasos y se paró su lado.

-¿Para qué quieres que te lo diga?

-Para que te quedes. Quédate Jackson, por favor.

Pudo decir por fin, sintiendo el aire escaparse de su pecho después, llenándolo de liviandad. Tal y como tendría que haber sucedió aquella última vez. 

La última vez [JackBum]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora