CUARENTA

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-¿Jaebum?

Ser amado. Parecía que las preguntas serían respondidas de esa manera.

-¡Jaebum!

Porque ser amado significaba ser aceptado, sin importar las imperfecciones, qué tan rápido cambiaban las estaciones, cuán miserable te sentías por un día lluvioso.

-Jaebum, por favor.

Y era curioso, porque lo sabía. Esas palabras de cariño se acercaban a él con facilidad, pero no era suficiente. Quería escucharlo de él. Sólo lo quería a él. Diciendo su nombre, sosteniendo su cuerpo, acariciando su cabeza. Solamente podía ser él. Y esa creencia se había fundido con su existencia, por eso esperó.

Siete años y sucedió de nuevo. Se encontró a sí mismo siendo sorprendido por la honestidad encapsulada en la mirada de alguien más, preguntándole si estaba bien. Jaebum no quiso admitirlo, no había estado bien todos esos años, ¿qué le hacía creer que estaría bien sólo por su compañía?

Pero el tiempo terminó mostrándole que estaba equivocado. ¿No se había cansado el tiempo de revelar siempre lo mismo? Que, el mismo Jaebum que se quedó en la puerta de su casa de la infancia, mirando la espalda de Jackson alejarse, estaba todavía allí, esperando. Que el resentimiento sólo duró unas semanas, y que muy dentro suyo, pensó que mudándose a la ciudad, algún día, de alguna manera, el mismo destino que juntó a esos chicos de 16 años, actuaría otra vez.

Así como no podía mentirse a sí mismo, tampoco podía mentirle a Jackson. Su sonrisa era la misma, la manera en la que acariciaba su rostro y besaba su frente. ¿Estaba intentando hacerle caer por los mismos trucos? Pero... ¿eran trucos? Porque las dos veces se estrelló contra una pared que Jaebum creía, estaba bien construida, y se quedó allí, la mayoría de las veces sólo...quedándose allí. Y para Jaebum con eso bastaba, aunque dijera que era molesto, aunque estuviera algo asustado.

-Por favor.

¿Cuándo no lo estaba? A los 16 estás asustado por muchas cosas, y para él, repleto de pensamientos oscuros, esos miedos se triplicaban. Sólo en algunos momentos, la mayoría de ellos con Jackson a su lado, sintió que valía la pena sentir miedo, porque allí encontraría las fuerzas para seguir corriendo.

Aquellos miedos nunca lo abandonaron, ni siquiera cuando se atiborraba de pastillas, ni siquiera cuando llovía.

-...pero no creo que corra peligro alguno. Lo he chequeado y ha tomado la medicación. Estoy seguro que fue sólo la falta de descanso y la mala alimentación.

-Entonces ¿cuánto tiempo debemos quedarnos?

-Déjalo descansar. Vendré mañana y lo revisaré.

Se había olvidado que dormir y comer eran cosas necesarias. Tenía otras cosas más importantes de las que ocuparse, como...

No. No admitiría que había decidido actuar como un adolescente otra vez y dejar de comer a modo de protesta le había parecido una buena idea. Él ya era un adulto.

Jaebum escuchó un suspiro y al principio pensó que se trataba de él mismo, dándose cuenta que era un idiota, pero luego, los sonidos se repitieron.

-Eres un tonto, lo juro. ¿Por qué te harías algo como eso?

La tristeza en las palabras no hacía más que traer memorias a su mente.

"Si sabes que tienes que venir a la escuela, ¿por qué te quedas todas las noches despierto? Eres un tonto. Por eso te estas durmiendo en medio de clases... ¿Por qué lo haces?

-Tú no...No puedo explicártelo.

-¿Por qué? Soy una persona inteligente y puedo entender si me lo dices."

Y Jaebum no fue capaz de decirle, que cada vez que intentaba cerrar los ojos, los pensamientos de muerte y dolor se acercaban, se asustaba y por eso prefería no dormir.

-Si no querías cocinar...si no podías dormir... No podías ¿cierto?

Por eso había decidido que era una buena idea quedarse en su casa todas las noches, acariciando su cabello, prometiéndole miles de aventuras.

Las sensaciones en el cuerpo de Jaebum apenas estaban regresando, pero toda su piel se erizó cuando el toque que le había hecho falta medio año, impactó contra él. Los dedos tibios de Jackson se dedicaban a contornear sus facciones, mientras el aire caliente se despegaba de su pecho. Quería despertar y verse reflejado en las esferas marrones otra vez, pero todavía estaba muy débil.

-Sr. Wang, ¿qué hace? Le dije que lo dejara descansar.

La voz del médico se escuchó acercándose, y Jackson salió despegado de la camilla para sentarse en una silla contigua.

-Si fuera usted quien esperó seis meses, lo entendería.

Con un tono lleno de molestia, pero en forma de susurro, las palabras del muchacho se acercaron a las del adormecido Jaebum. Podía imaginarlo, las expresiones que su rostro sostenía, la maliciosa sonrisa que vendría después. Pero no quería que todo se quedara en su mente, si por fin lo tenía a su lado ¿por qué su cuerpo no cooperaba?

-¿Hola? Ah, eres tú. No, no estoy en el edificio. ¿Qué? Ni lo sueñes, me lo prometiste.

En el oscuro paisaje en el que Jaebum se encontraba sumido, mientras sentía la mano de Jackson sosteniendo la suya, otra conversación se asomó.

-Porque se supone que tienes que cumplir con tus palabras. Debían ser sólo seis meses.

Nunca lo había escuchado tan enojado, y aquel sentimiento era sentido con más cercanía por la tensión que los de dedos de Jackson mostraban.

-Mamá me lo dijo todo, por eso no voy a seguir creyendo en tus excusas de negocios, lo que quieres es otra cosa. ¿Por qué? No te fue suficiente lastimar a Jaebum cuando tenía 16, ¿verdad?

El enlace en las extremidades se ambos se rompió, y la voz de Jackson comenzó a sentirse cada vez más distante. El fotógrafo lamentaba no poder tener el control sobre su cuerpo para, por lo menos abrir los ojos, y saber de qué se trataba todo aquello. ¿Con quién hablaba? ¿A qué se refería con lastimarlo? ¿Era la persona detrás de esa llamada la que causó que Jackson se fuera?

Los cuestionamientos siguieron dando vueltas en su mente hasta que escuchó los suspiros nuevamente a su lado. Volvió a tomar su mano y se quedó allí, en silencio, por varios minutos. 

La última vez [JackBum]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora