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Capítulo diez

Despierto abruptamente y me encuentro en la soledad de un inmenso cuarto, las imagenes de Amir y aquel chico llegan como relámpagos a mi mente.

Debo salir de aquí y principalmente saber donde estoy.

Observo todo a mi al rededor lleno de lujos y cosas costosas, a mi cabeza le entra un zumbido y me tapo los oídos con las manos. Recuerdos llegan a mi mente como si de una película se tratase: yo corriendo en la cancha del instituto, yo en el baño con Omar, Omar todo golpeado, yo llamando a Amir, ojos azules sacando a Omar para dejarnos solos, nuestra pequeña pelea, mi toalla, sus brazos, su cuerpo, los estruendos, su habitación, las escaleras, su madre y él nuevamente.

Ya sé dónde estoy —Recordaste todo, ¿no?—estoy en su casa.

Mi corazón da un vuelco y dirijo mi vista al final del enorme ventanal. Su silueta ahora resalta más y gira hacia mí, sus ojos aún siguen rojos y esa ligera pose que tenía en el hospital todavía lo acompaña.

Mis pies se enredan con las sábanas y me es imposible salir corriendo del lugar, mi cuerpo se eriza cada vez que da un paso a mí y aprieto mi mandíbula aguantando las ganas de llorar. Miro su cuerpo a medio cubrir, sus uñas ahora son garras y la de sus pies igual, tiene cabello por todas partes, sus ojos rojos resaltan en la semioscuridad y veo con detalles esa ligera transparencia que hace mi corazón bombear fuerte.

Trago grueso—No, no me hagas daño.

Sus ojos se desarman y cae al suelo de rodillas —Jamás lo haría, puedes hacer conmigo lo que te plazca porque yo soy tuyo—levanta su mirada llena de dolor —por favor no me pidas que me aleje de ti porque eso sería la muerte para mí —vuelve a bajar su cabeza y respira profundamente.

Con cuidado me quito las sábanas y doy un paso fuera de la cama, mis pies se enredan con los grandes pantalones y mis brazos son cubiertos por un gran abrigo, me acomodo la basta del pantalón y camino hasta él con suma precaución observando cada detalle en su cuerpo. Dejo una distancia prudente y me abrazo a mi misma—¿Quién eres tú?—sus ojos buscan los míos y trata de levantarse, mi cuerpo rápidamente reacciona ante el peligro y doy dos pasos hacia atrás.

Suspira y vuelve a su lugar —Yo soy Amir Mena Dhall Poezyn, hijo de Wade Dhall y Sara Poezyn, ex estudiante del instituto Pilar de la Fuente, dueño de la empresa más prestigiosa de este país, el Dhall Holdings; millonario debido a la cantidad de dinero que hay en mi bolsa, jefe ya que mi padre me dejo a cargo de la empresa—alza su cabeza —lo que te diré a continuación no es una broma, un simple relajo o para que veas que me quiero burlar de ti, mucho menos quiero que te asustes o salgas corriendo—se levanta y trago grueso—Yo soy un Alpha, pero para conocer que es un Alpha debes saber que la sola palabra tiene muchos significados y uno de ellos y el más conocido es que es un ángulo en matemáticas, pero yo no soy eso. Existe un Alpha en mitología y es aquello que dirige a una manada—se señala a sí mismo—yo dirijo una manada —vuelve su cuerpo a su estado natural —una manada de hombres-lobo, de criaturas infernales—de sus manos comienzan a salir garras largas nuevamente —soy un demonio debido a mi madre y mi piel se vuelve transparente—su cuerpo empieza a moverse de un lado a otro—y un vampiro porque tengo sangre real—abre su boca y sus colmillo crecen rápidamente.

Trago saliva y mi corazón acelerado no me deja mover ni un solo músculo.

¿Qué no se supone que todo esto de la mitología es irreal?

¿Qué es solo un cuento de terror?

Tranquila Irina, él puede estarse burlando de ti.

Me pongo derecha y alzo mi cabeza. Si es verdad lo que dice tiene que comprobarlo—Puede que hayas hecho todo eso, pero si realmente eres lo que dices ser y no me estás jugando una broma, demuéstramelo.

El Hijo Del Millonario ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora