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Capítulo cuarenta y siete

Era obvio lo que se venía.

Siempre había escuchado que el sexo de reconciliación era lo mejor de todo, pero nunca creí que tanto.

¿Cómo fue?

Simplemente no quiero contarlo.

Sonrío contra el pecho de Amir y entrelazo mi mano con la suya —Te quiero, ojos azules—lo escucho sonreír y deja un beso en la cima de mi cabeza.

—Yo también, irresistible —abro mis ojos poco a poco y levanto mi cabeza —buenos días —susurra.

—Buenos días —tomo impulso y estampo mis labios con los suyos, me alzo poco a poco y me incorporo a su lado en el recostadero de la cama. Mis ojos viajan a la bandeja de desayuno en la mesa de noche —¿y eso?

—Quería tener un desayuno contigo en la cama, pero sinceramente ahora que te veo tengo más ganas de comerte a ti que lo que hay en la bandeja.

—Yo también tengo ganas de comerte a ti, pero por más que quiera mi estómago me pide comida de verdad —muerdo mis labios —¡A comer!

Coloca la bandeja en sus piernas y examino el plato con cuidado. Hay frutas, pancakes, jugo, tostadas, café y mermelada de piña.

Amir saca un pedazo de pancakes del plato y lo tiende en mi dirección —abre —dice y acato su orden. La suave y esponjosa textura con jarabe y ese otro sabor que no logro distinguir hace agua mi paladar y cierro mis ojos.

Esto está delicioso.

Quiero más.

—Vaya, al parecer alguien tiene mucha hambre —me da otro bocado —pareces una niña consentida —sonríe mostrando sus perfectos dientes.

Trago—Así me quieres —me encojo de hombros y tomo mi tenedor, pincho varias rodajas de fruta cortada y la llevo a mi boca, suelto el tenedor y agarro el vaso de jugo.

—Cuidado te atoras.

Niego y doy un sorbo al vaso de jugo —eso no puede pasar.

—Seguro. Veamos qué tal te sabe esto —agarra la cuchara y coloca un poco de mermelada sobre la tostada, tuerzo mis labios y mi estómago se revuelve.

—No quiero —trago grueso.

—Solo prueba, está bueno —levanta la tostada en mi dirección y doy un pequeño mordisco, el sabor a piña rápidamente se extiende por mi boca y las ganas de vomitar me invaden.

Salgo de la cama tan rápido como puedo y corro al baño, levanto la tapa y expulso todo el desayuno al retrete, mi cabello se interpone en mi campo de visión y sus manos lo sujetan desde atrás.

¿Por qué estoy vomitando?

Mi estómago me da una sacudida y vuelvo a vomitar, cierro mis ojos llorosos y calmo mi agitada respiración, me levanto y bajo la cadena del baño, ojos azules con su mano libre me sostiene de uno de mis brazos y me conduce hasta el lavamanos, abro el grifo y lavo mi boca, mis ojos se topan con los suyos a través del vidrio y entiendo perfectamente su pregunta —¿Tú no lo sacaste esa vez?

—No.

—Joder, Amir. No podías haber dejado la bendición fuera.

—Discúlpame, pero yo no era la persona que estaba arriba pidiendo por más.

Me pego en la frente y salgo del baño con él detrás de mí —Tenemos cuatro hijos que no vemos mucho, no pasamos tiempo con ellos, ahora me dices que viene uno mas.

El Hijo Del Millonario ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora