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Capítulo nueve

Pov Irina

Con que el jefe de mi papá y por ende ahora es de quien viene el dinero para sostenerme y claro sin recordarme que ÉL FUE QUIEN BAJO DE PUESTO A MI PADRE.

Como lo odio.

Quiebro mi cuarto lápiz y rechino mis dientes —Señorita Warren—el profesor de matemáticas, Jonás, capta toda mi atención —¿le ocurre algo? Desea hacer la última práctica en el tablero —extiende el piloto.

Mierda.

Me levanto y trago grueso, camino lentamente hacia él y el timbre suena por todo el lugar, doy mi mejor sonrisa y corro a recoger mis cosas, salgo del salón disparada hacia el laboratorio de química.

No me quiero topar con él y su arrogante cara.

Omar hoy no se ha asomado por el instituto y no lo culpo, con semejante golpiza de él.

Odio a Amir Dhall.

Aprieto mis manos y golpeo la puerta del aula de química fuertemente haciendo que todos los que esten dentro de esta me observen de arriba a abajo. Ojos azules me mira y vuelve su vista al profesor, paso por su lado y hago chocar mi bolsa con él.

Me dirijo a mi respectiva mesa y saco mis cosas—Señorita Warren—alzo mi vista al profesor—puede acompañar al señor Dhall a un respectivo curso en el que usted debe inscribirse, de lo contrario reprobara la materia.

—Profesor, específicamente debe ser él quien me tenga que llevar, ¿no puede ser otro—da una fuerte palmada al escritorio y me observa frío.

—He dicho que reprobará la materia si no va con él, ¿usted no entiende?

Ruedo mis ojos y guardo mis cosas otra vez—viejo pendejo este, me viene a gritar—susurro para mí.

—Muévase.

—Ya oí, no me tiene que decir las cosas tres veces —me enfrento con él. Se levanta de su silla y abre la boca para reclamar, pero pie grande interviene.

—Profesor, con todo respeto, la señorita tiene razón, es fastidioso tener que escuchar las cosas una y otra vez —hasta que al fin dice algo agradable.

Alzo mi bolsa y la coloco en mi hombro, paso por su lado y camino directo a la salida, su olor pega en mi nariz lo que significa que está justo a mi lado—Vamos a ver a tu queridísimo Omar—paro de golpe y junto mis cejas.

¿Escuché lo que creo que escuché?

Sigo sus pasos—¿De verdad? —asiente.

—Espera aquí —me frena con su mano y toma mi mochila.

—Yo puedo cargarla—grito. Su cuerpo desaparece de mi campo de visión hacia los estacionamientos traseros de la escuela.

Observo los pasillos parcialmente vacios y la bulla de los salones hacer eco por todo el lugar, después de todo ¿por qué sigo haciéndole caso a ojos azules?

Su auto aparece al frente de mí, baja la ventana y mis ojos conectan con los suyos—Entra—abre la puerta desde dentro.

Por qué no me sorprende que sea el dueño del auto.

Suspiro resignada y subo, cierro la puerta y me coloco el cinturón, mi cuerpo se espeluca cuando siente el sonido del motor y el auto se aleja del instituto a toda marcha.

No puedo creer que este en un auto bonito con el jefe de mi padre, dueño del instituto y sexy niño millonario de un empresario millonario.

Son muchas cosas... De dinero.

El Hijo Del Millonario ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora