Extra-1

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Diecinueve años más tarde...

-Pov Elián

Me remuevo incómodo en la cama y siento un brazo envolver mi cintura, junto  mis cejas y abro los ojos poco a poco acostumbrándome a la luz que se cuela por las ventanas.

Un momento, los ventanales de mi cuarto tienen papel polarizado y unas enormes cortinas negras que no dejan filtrar la luz solar.

Si no estoy en mi casa, entonces, ¿Dónde estoy?

Lamo mis labios y me levanto ligeramente, mis ojos recorren el cuerpo de la morena acostada a mi lado y trato de separarme sin despertarla.

Necesito salir de aquí.

Necesito salir o soy hombre muerto por mi madre si esta loca llega a la casa a formar un escándalo. Tomo mis pantalones del suelo y agarro mi suéter negro, salgo de la habitación y lucho por ponerme mi ropa antes de llegar a las escaleras, bajo con cuidado y al momento de abrir la puerta escucho su voz ronca llamarme.

—¿Elián? ¿Qué estás haciendo? ¿No te vas a quedar conmigo todo el día de hoy —hace pequeño puchero con sus labios y sus manos interceptan mi cuello —¿me vas a dejar solita?

Paso una de mis manos por mi cabello negro —Mira... —escaneo su rostro y muerdo mis labios al no acordarme de su nombre.

Tatiana, idiota.

Gracias, Ameth.

Doy una tos falsa y ella se separa de mí —No sabes mi nombre, ¿es eso?

—Tatiana, ese es tu nombre —digo con un tono frío —sinceramente no puedo estar con alguien así, o sea, ni siquiera me dejaste contestar bien o formular la oración que iba a decir y ya estabas reclamandome —alzo mis manos —lo siento, pero así no podemos, eso es tóxico, además —busco sus ojos —no vayas a mi casa a hacer el ridículo para pedir perdón. A mi madre no le gusta eso y posiblemente te odie toda su vida —salgo y cierro la puerta detrás de mí, dejo que el aire fresco llene mis pulmones y estiro mi entumecido cuerpo.

Escucho los sollozos de su parte dentro de la casa y me alejo considerablemente.

No me culpen por ser como soy, en realidad me gustaría decir que soy un chico con problemas de familia y por eso lo hago, pero no es así.

Creo que es cosa de naturaleza de Alphas.

Desbloqueo mi auto y camino hasta la acera, a unos pocos metros de mí camina una chica de delgadas piernas y pequeño cuerpo sin forma, carga unos libros en sus manos que son presionados contra su cuerpo y su cabello castaño alborotado no me deja ver con precisión su rostro que mira en todo momento al suelo.

La brisa vuelve a soplar y un olor a galletas recién horneadas pega directo en mi nariz, ella levanta su cabeza finalmente en mi dirección y puedo apreciar sus ojos marrones detrás de esas grandes gafas.

Hace una mueca con sus labios que me parece sumamente sexy y junta sus cejas en desaprobación, su rostro toma uno molesto y sigue su camino como si nada hubiese pasado.

Creo que encontré a mi mate, pero a juzgar por su expresión no me quiere.

-Pov Kayla

Sonrío nuevamente al leer el mismo párrafo del libro nuevo que compré.

El regalo del viajero.

De todos en esta familia, a mi abuela Sara y a mí nos gustan las mismas cosas y es por esa razón que ampliaron más nuestra casa, mi abuelo y ella se vinieron a vivir con nosotros solo porque ella quería estar cerca mío y no la culpo, a veces es aburrido tener que hablar con alguien que el cerebro no le da para resolver una simple ecuación.

El Hijo Del Millonario ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora