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Capítulo veinticinco

Las palabras se traban en mi garganta, mi vista se vuelve borrosa y todo a nuestro alrededor desaparece.

No me lo creo.

Tengo al hijo del empresario más famoso de rodillas ante mí, tengo a ojos azules de rodillas ante mí, tengo a un chico sumamente guapo de rodillas ante mí y mi boca aún no reacciona.

Esto es algo que jamás creí que pasaría.

Sus ojos escanean los míos con cierto temor, y no lo culpo, si yo fuera hombre y me tocara pedir la mano de mi novia estaría ya muerto si no dijera nada.

En realidad solo son dos palabras, solo dos palabras y no entiendo por qué no salen de mis labios. Mi cuerpo tiembla y se eriza al mismo tiempo, es tanta la emoción que sigo estática y en shock.

Suspira resignado y cuando veo que trata de levantarse esas palabras que marcarán mi vida salen como el agua—Sí... Sí, sí, sí, acepto, todos los sí del mundo —sonríe y con efusividad coloca el anillo en mi mano, tan rápido como lo pone estoy dando vueltas en el aire. Sonrío. Jamás creí que algo asi podría pasarme, siempre pensé que tendría que vivir con más de cien gatos de los veinte para adelante. Amir coloca mis pies nuevamente en el suelo, jalo su camisa y choco sus labios con los míos—Te amo—tomo sus manos entre las mías.

Abre la boca para responderme y juntamos las cejas al mismo tiempo cuando escuchamos los pasos de los gammas hacia nosotros —Alpha, la manada esta siendo atacada—escaneo su mirada y el me jala, camina conmigo hasta el auto y arranca a toda velocidad.

Desde afuera de la manada se puede ver el desastre y llevo mis manos a la boca, las casas están vueltas un desastre y lobos de un lado a otro, pero lo que más llama la atención son la cantidad de bichos raros que hay—Irina, no te muevas de aquí, pero si me llega a pasar algo prométeme que correrás al sur con todas tus fuerzas, dile a Orain que dice Eithan: al sur a las dos en punto—baja de auto y se transforma llamando la atención de muchos.

Irina, hay que irnos.

No quiero, no quiero dejarlo solo.

Si no nos vamos lo desconcentraremos y será un blanco fácil por nosotras, asique mueve tus pies del auto para salir de aquí.

A lo lejos lo veo correr hacia la mansión y matar a varios a la vez, no dudo que si yo estuviera en problemas él tendría que rendirse o tal vez no, pero dudo que alguien me deje con vida si Amir se rehusa. Escaneo todo el lugar a mi alrededor y con cuidado bajo del auto sin hacer ningún tipo de ruido.

Orain, es tu turno.

Mis huesos se desplazan y visualizo a mi yo interior, abro los ojos y efectivamente soy una loba, antes de tirarme a correr como loca miro todo nuevamente, las personas luchan con lobos en todos lados, cada uno se ve sumergido en la pelea y corro con todo lo que tengo.

Observo a cada lobo pelear con tales sombras y es como si fueran interminables, me apresuro para llegar a las puertas que dan al bosque y soy golpeada por un lado de mis costillas, caigo al suelo y me quejo del dolor intenso, cierro los ojos y pataleo —Vaya, vaya, pero mira que tenemos aquí, la luna del idiota—un chico un poco alto y moreno se acerca a mí peligrosamente —al rey le va a gustar si le llevo la cabeza de uno de los grandes—me jala de una de las patas y pisa mi cabeza—adiós —tan rápido como dice esto alguien lo manda lejos. Me levanto y observo al lobo de mi mismo tamaño, sus ojos negros me observan expectante, su semblante me da un aire familiar, vuelvo a ver a todos luchando y niego para continuar corriendo.

Los árboles raspan mi cara mientras paso a toda velocidad, me detengo cuando veo que tres enormes cabañas se cruzan en mi camino.

¿Aquí será donde Amir me mando a estar?

El Hijo Del Millonario ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora