XX. The start.

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Capítulo 20.

El comienzo

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El comienzo.

Estaba claro que la situación sería demasiado extraña si alguien llegaba a bajar a la Sala Común, o por el contrario, entrar. El pelinegro estuvo en duda varios minutos hasta que decidió llevarla a su habitación, no le hacía mucha gracia, pero al menos ahí no serían interrumpidos.

— Levántate —ordenó. Arlette rió, cosa que irritó al contrario.

La chica avanzaba con lentitud, siendo guiada por la mano de Riddle en su espalda y la varita todavía colocada en su cuello. La pelirroja no tenía miedo, es más, le divertía la situación. Un empujón la hizo caminar más rápido, el joven se estaba impacientando y Arlette no hacía más que empujar débilmente hacia atrás para molestarlo. Un chico de tercer curso al que la chica había visto millones de veces en la biblioteca pasó por la izquierda de ambos adolescentes; Arlette rió levantando una ceja y saludando con una de sus manos, el chico bajó la mirada avergonzado y el pelinegro detrás suya gruñó como queja.

— ¿Qué demonios haces? — susurró en su oído.

La chica lo miró sobre su hombro.

— ¿Quieres que sepan que me llevas a tu habitación para, probablemente, matarme? —siguió caminando, sintiendo como la varita ya no se apoyaba contra se cuello— Ahora piensan que tienes alguna clase de roce romántico conmigo, y más cuando ese chico lo cuente por ahí —la pelirroja paró en seco y lo miró con horror— ¡No puede ser! Que bajo he caído, ¿te imaginas la vergüenza que voy a pasar cuando rumoreen que estoy contigo? Mi reputación acaba de morir junto con nuestra relación, Riddle.

— ¿Qué relación? —volvió a gruñir.

— La que yo y ese chico en su mente nos acabamos de inventar —la chica miró sobre la oscuridad que los rodeaba— Bueno, nueva pareja, ¿dónde está tu habitación? Quiero terminar ya con esta tontería.

La varita rozó nuevamente su cuello y fue empujada mientras caminaban por el pasillo, la habitación del chico era una de las últimas, alejada de todo y todos. De la Fontaine rodó los ojos. Riddle tenía a miles de estudiantes para utilizar y se le ocurrió recurrir a ella, eso la molestaba, ella no era un maldito experimento. En la habitación del chico, no pudo evitar recorrer cada rincón de la estancia. No había mucho, libros, una cama, lo típico. Demasiado sencillo.

Se acercó con confianza y de tiró en la cama, quedando sentada en mitad de esta.

— Levántate de ahí —ordenó.

— Oh, venga ya, quiero irme de aquí y dormir —le dijo— Ve al grano, Tommy —se burló.

El chico camino hasta ella y la miró desde arriba.

— Ponte de pie, date la vuelta y quítate el pelo del cielo —la chica bufó y lo miró directamente a los ojos— Ahora, De la Fontaine.

La chica se puso de pie e hizo lo pedido, estaba harta de todo ese misterio. Sintió la fría punta de la varita en su cuello y un ligero escalofrío recorrió su cuerpo, escuchó el susurro de Riddle en su espalda antes de notar como su cuerpo se aflojaba, pero seguía en pie. Riddle comenzó a susurrar cosas y ella a moverse sin ella quererlo. Por primera vez desde que conoce a Tom Riddle sintió miedo, no miedo de él en sí, miedo de lo que le pudiera hacer con ella. Siempre había bromeado y había estado burlándose de que la mataría en cuanto el chico tuviera la oportunidad, nunca pensó que aquello se podría volver una realidad.

Lo miró de reojo, viendo como el chico seguía con la mirada fija en su nuca. Tenía la misma postura de siempre, sus ojos se encontraban completamente opacos. El chico bajó el brazo, y con éste la varita, Arlette sintió como volvía a tener el control sobre su propio cuerpo.

— ¡¿Qué mierda ha sido eso?! —chilló algo histérica.

El pelinegro hizo un movimiento de varita antes de hablar.

— Me preguntaste qué te había hecho —habló tras varios largos minutos— te lo acabo de mostrar, Arlette.

La pelirroja arrugó la nariz al escuchar su nombre siendo dicho de la boca del contrario, sin haber sido obligado a ello, como en la cena de Navidad.

— ¿Por qué? —Riddle la miró confuso— ¿Por qué yo? Sé que no me soportas al igual que yo a tí, pero tienes decenas de personas que podrían ser tu maldito experimento.

El joven pareció dudar varios segundos su respuesta.

— Es divertido —concluyó.

La pelirroja iba a estallar, su cara parecía estar del mismo color que su cabello, y no precisamente por calor o vergüenza.

— ¿Divertido? —rió irónica— Al menos si haces un juego de dos, procura que se diviertan ambos.

— Esto no es un juego.

— Me he dado cuenta.

— ¿Quieres divertirte?

— Sería un placer ver lo que al misterioso y llamativo Tom Riddle le parece divertido —respondió.

La pelinegro miró a la chica y sonrió, Arlette se estremeció.

— Prométeme que me ayudarás.

La pelirroja rodó los ojos.

— Lo prometo.

— Y que no dirás nada a nadie —dijo— a menos que quieras que vuelva a hacer lo mismo que minutos atrás —amenazó.

— Lo prometo —dijo desganada.

El chico se acercó a su escritorio, revolviendo un pequeño y ordenado manojo de papeles que se encontraban encima de éste.

— Bien —se dio la vuelta con un pequeño sobre en la mano— ¿qué piensas de los... sangre sucia?

Blood Queen ━ Tom Riddle Donde viven las historias. Descúbrelo ahora