XXI. Did something happen to you last night?

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Capítulo 21.

¿Te sucedió algo anoche?

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¿Te sucedió algo anoche?




Paso rápido y respiración acelerada, Francesca Kuriel corría en dirección al Gran Comedor, no había visto a su pelirroja amiga en todo el día, además de haber escuchado a varios alumnos hablar sobre la chica y un encuentro con Tom Riddle. Su pelo era enredado por el viento y la molestaba bastante ya que este se colocaba frente a sus ojos; chocó con varios niños, y gritando un "disculpa" siguió su camino. El comedor no estaba repleto, sin embargo había suficientes personas como para que le costará visualizar a su amiga, y es que el pelo de Arlette ya no era pelirrojo.

Se acercó cautelosa, mirando como la chica leía un libro mientras masticaba un trozo de pan, sus ojos se movían con rapidez por las páginas de aquel ejemplar del cual no pudo leer el nombre. Francesca estaba algo anonadada, sobre todo por el repentino cambio de la chica; decidió sentarse frente a ella, esperando que la notará. Arlette no lo hizo. Carraspeó algo alto, haciendo que varias personas de la mesa se voltearan antes de seguir a lo suyo. La chica la miró y asintió con la cabeza en forma de saludo.

— ¿Qué...— Francesca aclaró su garganta antes de continuar— ¿Qué le ha pasado a tu pelo?

La ahora pelinegra agarró un mechón de su cabello y lo miró con curiosidad.

— No lo sé.

La joven Kuriel junto ambas cejas y la miró con suma extrañeza.

— ¿Cómo que no sabes?

Arlette quitó la vista de su libro una vez más para contestar.

— No lo sé —metió otro trozo de pan en su boca y continuó hablando— ¿Son cosas que pasan, no?

— No, Arly, no lo son —la pelinegra suspiró mientras miraba a su amiga leer el libro desinteresadamente— ¿Es cierto lo de Riddle?

— ¿Lo de que es idiota? —preguntó al aire— Probablemente.

Francesca rodó los ojos.

— No —movió con la cabeza, haciendo que su pelo quedara en su cara— Lo de que os vio un niño juntos en dirección a su habitación.

— Puede ser —Kuriel por poco se atragantó con su propia saliva— No pienses nada raro, Fran.

— ¿Qué quieres que piense entonces? —dijo algo alterada.

De la Fontaine cerró el libro y miró fijamente a su amiga.

— Me intentó matar y luego quiso que me uniera a su club de idiotas para matar a todo ser hijo de muggles. ¿Te has dado cuenta de que está amargado?

— ¿QUÉ? —El grito de la pelinegra se escuchó por todo el comedor.

— Cierra la boca, Kuriel, a menos que quieras ser lanzada desde la Torre de Astronomía.

— ¿Pero te das cuenta de lo que me estás diciendo? ¡Intentó matarte! —chilló en susurro.

— A ver, lo de matar es relativo —dijo Arlette— Simplemente intentó que dejara de respirar.

La pelinegra natural casi entra en pánico al escuchar esas palabras, agarró sus cosas y dio la vuelta para sentarse junto a su amiga, quién ahora bebía agua con tranquilidad, como si no hubiera pasado nada la noche anterior. La joven Kuriel casi chilló cuando la ex-pelirroja movió un poco su cabeza y su nuca quedó al descubierto. La marca que días atrás estaba prácticamente desaparecida, ahora se encontraba de un color rojo fuerte e iba tomando forma, una forma curvilínea cual serpiente. Arlette la miró en cuanto notó la vista posada en ella.

— ¿Qué?

— Nada —respondió.

La chica asintió.

— Arlette.

— Dime.

— ¿Te ha vuelto a molestar la marca del cuello?

— No, ¿por qué?

— Curiosidad.

La contraria se levantó en cuanto divisó a cierto pelinegro en la puerta, y salió seguida por él segundos después.

Francesca no entendía qué sucedía, tampoco por qué últimamente solo veía a su amiga involucrada en lo que Riddle hacía. Tenía pensado averiguarlo, y la única forma de hacerlo era comenzar por la raíz del asunto. Debía involucrarse con Tom Riddle.



La chica gritaba de dolor mientras el color de su pelo volvía a la normalidad. Sus brazos dolían, pero eso no se comparaba en lo más mínimo al dolor que emanaba aquella marca en su cuello.

Abrió los ojos una vez que notó como Nagini se enrollaba en su cintura y apoyaba la cabeza entre su hombro y oreja. Respiraba con dificultad, intentando recuperarse de aquel dolor pasado segundos atrás.

— ¿Qué le has dicho? —preguntó la pelirroja, aún tirada en el suelo. Acarició la cabeza de Nagini antes de intentar incorporarse, evitando a toda costa que el reptil cayera.

— Nada fuera de lo normal —contestó el joven, quién se encontraba en una esquina, sentado en una silla.

— Riddle...

— Actué como si fuera tú —dijo con voz cansada— Desinterés, palabras cortas, crueldad.

— ¿Te ha dicho algo?

— Preguntó por la marca de tu cuello, creo que la vio al moverse el pelo de lugar.

— Francesca no va a parar, y más si sabe que sucede algo raro.

— ¿A qué te refieres?

— Riddle, no es normal que tú y yo pasemos más de dos minutos sin discutir o terminar alguno mal.

— Entonces hay que eliminar el problema.

— ¿Qué dices?

— Debemos deshacernos de Kuriel.

Blood Queen ━ Tom Riddle Donde viven las historias. Descúbrelo ahora