Capítulo 24.
¿Una cita?
Riddle estaba inmóvil en la puerta, con la espalda erguida y los puños cerrados. La pelirroja conseguía verlo de reojo y rezar para que no se girara y comenzara lo que sería un desastre. Con una sonrisa algo cuadriculada, Arlette se giró hacia el profesor que aún los miraba desde detrás del escritorio. La más baja asintió con aquella falsa e incómoda sonrisa antes de tomar la mano del mayor y caminar fuera de allí.
La joven podía notar como el chico a su lado respiraba con fuerza, probablemente intentando calmarse. Su mano aún sostenía su antebrazo izquierdo y de a ratos lo apretaba, quizás porque no se atrevía a hablar y decir algo que lo llevara a realizar actos de los que saldrían ambos mal parados.
Las miradas eran lo que menos le importaba a Arlette en aquellos momentos, aún así pudo distinguir a su pelinegra amiga, confusa y perdida, admirando la escena de ambas serpientes al igual que el resto.
Riddle guiaba a ambos hacia algún lugar, sentía el frío de la delicada mano de su compañera traspasar la tela de su fino uniforme, haciéndolo estremecer levemente. Debía admitir que aquella frase lo había tomado por sorpresa a la par que consiguió molestarlo, más creía que la pelirroja exageraba al pegarse a él como garrapata.
Él tenía autocontrol.
¿Verdad?
No le sorprendió ver la mirada incrédula del profesor Dumbledore hacia ellos cuando pasaron frente a él, Arlette parecía no notar como todos admiraban el inocente toque entre ambos.
Ambos llegaron al pequeño lugar en el que Riddle había retenido a la joven semanas atrás. Aquel sitio había cambiado, ya no olía tan mal y algo de luz entraba por una pequeña ventana que se encontraba ahora en perfectas condiciones. Allí residía su fiel serpiente, quien al verlos entrar se colocó en el hombro del mayor, con su cabeza cerca de su oreja y la cola rodeando los hombros de la joven muchacha.
La pelirroja pasó su mano libre cerca del cuello del alto pelinegro quien se tensó ante más acercamiento aún, con la punta de sus dedos tocó la escamosa cabeza de Nagini, la cual no opuso resistencia alguna. Riddle notaba que el animal había adquirido alguna especie de apego hacia la Slytherin y viceversa.
Arlette estaba tan ocupada con la serpiente que no notó que su mano seguía aferrada al brazo del pelinegro y que su cabeza se había acercado peligrosamente al pecho de éste, llegándolo a rozar cuando esté inhalaba.
—Arlette... —susurró en advertencia el mayor.
La chica lo miró, levantando la cabeza para poder mirarlo bien y notó que sus ojos se centraban en algún punto de la habitación. De la Fontaine pudo notar ahí cuán cerca estaba del contrario y se alejó algo tensa.
—Perdón.
El mayor colocó una burlona sonrisa en su rostro.
—Nunca pensé oírte pedirme disculpas por voluntad propia —la contraria rodó los ojos—. Interesante.
—Deja de burlarte de mi, Riddle —se quejó.
Arlette caminó hacia una desgastada silla junto a la puerta y se sentó allí, totalmente en negación a tomar asiento en el suelo. Riddle, sin embargo, se colocó frente a ella pero en el suelo. Ambos en silencio y admirando como la serpiente rondaba entre ellos, subiéndose de uno a otro y enroscándose en las extremidades de ambos.
—Sabes —dijo la pelirroja tras unos largos diez minutos.
—¿Qué?
—Deberíamos hacerle caso a Slughorn.
—¿E ir a la cena? —preguntó confuso—. Creía que estaba claro que sí iríamos.
La contrario rió seca y negó brevemente.
—Me refería a tener una cita.
El joven Riddle comenzó a toser, atragantándose con su propia saliva ante las palabras de la pelirroja. El movimiento consiguió molestar al animal que cambió de lugar y se colocó entre las piernas de la chica, las cuales estaban cruzadas.
—¿Una cita?
—Sí, en Hogsmeade —hablaba con naturalidad, como si la rivalidad entre ellos nunca hubiera existido.
Riddle desconfiaba.
—¿Qué tramas?
La menor bufó molesta.
—Nada, simplemente digo que si quieres guardar las apariencias aunque sea un tiempo más, deberías aceptar salir conmigo.
—¿Por qué? —gruñó.
—Comenzaría a podrirse mucho si solo nos ven juntos una vez a la semana y el resto de días nos miramos con el asco que nos tenemos —obvió.
Riddle parecía replantearse la situación.
—¿Y qué gano yo?
—Mi hermosa compañía.
—Muy poco valor.
—Míralo así, cuanto más tiempo pasemos juntos, menos tiempo Francesca se acercará a nosotros y menos preguntas hará. Lo que terminará en un problema menos.
—Terminaré matándola —advirtió.
—Pero no ahora.
El pelinegro se lo pensó, analizó todos los posibles escenarios, todos los pros y contras de lo que haría, y sin embargo no encontró absolutamente nada malo.
—De acuerdo —aceptó—, tengamos una cita.
Arlette iba a festejar haber ganado cuando las puertas de aquel desconocido lugar fueron golpeadas, haciendo preguntar a ambos jóvenes quién sería capaz de encontrarlos.
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Blood Queen ━ Tom Riddle
FanfictionBQ | Arlette De la Fontaine no se caracterizaba por ser cariñosa o divertida. Sin embargo, poseía un carisma bastante atractivo para la mayoría de las personas. Carecía de filtro en sus palabras, no sentía pudor alguno cuando realizaba algun acto y...