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Somos un secreto que no puede ser expuesto.

Mierda estoy completamente jodido.
Esa mocosa lo que hace es provocarme y yo como un jodido imbécil caigo en sus trucos.

Desde ese día en el establo en que la bese ha crecido la tensión entre ella y yo. Eso solo me tiene con un humor que ni yo mismo me aguanto.
Quizás solo debería... No.
No, mejor no, ella es solo un cadete y no quiero mierdas sentimentales encima de mi.

Dios, solo puedo pensar en su cuerpo desde que la vi saliendo de ese lago totalmente desnuda sin ninguna clase de pudor ni vergüenza frente a mi.

Esta jugando con fuego, esa mocosa de mierda esta jugando con fuego.

Toc.
Toc.

Maldita sea, ¿quien puede ser ahora?, espero que no sea la cuatro ojos de mierda o el cejotas.

– Adelante.–ordeno sin levantar las miradas de los papeles que tengo que firmar.

Escucho como la puerta se abre y luego a alguien aclarandose la garganta.

Tsk que molestia.

Al levantar el rostro me encuentro con... Maldita sea.

Invoca al diablo y el tocará tu puerta.

Me recuesto en mi silla y cruzo los brazos para luego echarle un vistazo a su cuerpo.

– Hidden, ¿qué la trae por mi oficina?–pregunto solo por fastidiar, porque ya se que viene a limpiar, como parte de su castigo.

Ella se muerde el labio inferior y rueda los ojos, está luchando para no contestarme sarcásticamente o retarme, se contiene.

– Vengo a seguir cumpliendo con mi castigo, señor.–no se me escapa el tono de desdén que utilizó al pronunciar «señor».

Esbozo una pequeña sonrisa de lado, burlona, que ella no capta, o tal vez si pero no hace ni la más mínima señal de haberla visto.

– Bien, ¿y qué esperas para comenzar?, la oficina no se va a limpiar sola mientras se me queda mirando.

Aprieta la mandíbula causando que se le aprieten los labios, joder, siento una punzada en la ingle.

Ella comienza a barrer la oficina por la esquina más alejada a mi.

Me divierte enserio me divierte, desde ese beso, ella me ha estado evitando y trata de no desafiarme, por su esfuerzo veo que le está costando mucho para no decirme cuánta mierda me puedo ir comiendo. Quiero reírme pero no lo haré no frente a ella.

– ¿Si sabe que tiene que barrer y limpiar toda la oficina?, no solo ese rincón.–digo con un dejo de burla.

La veo apretar el mango de la escoba y se que está pensando en las mil maneras en que podría meterme ese palo por el culo o quizás por la boca solo para que me calle, me divierte y también me enciende retarla.

En otra vida, quizás.  [Levi Ackerman]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora