La vida es caprichosa y hace lo que le parece.
Bueno, después de haberme devorado ese hermoso y perfecto pastel de chocolate salí del local y empecé a correr hacia la parada de autobús más cercana, ya que empezó a llover más fuerte, al colocarme la capucha del suéter negro que traiga puesto avance sin fijarme muy buen quién estaba por el camino.
Pase al frente de un gran edificio y cuando di la vuelta para cruzar, acuérdense que la muy bella y torpe de mí no se estaba fijando por donde iba así que al ir cruzando la mitad de la calle choque contra un pecho, y esta de mas decir que malditamente era el pecho más fuerte con el que había chocado y créanme he chocado con bastantes cosas, y aparte de fuerte era calentito y olía divino, pero eso no viene al lugar ya que la pequeña Char estaba a punto de caer de culo como siempre.
Pero algo pasó, algo impidió que cayera, bueno no exactamente algo, sino alguien, unos brazos específicamente, unos fuertes y cálidos brazos, me tomaron por la cintura evitando la caída y el moretón en mi preciado culo.
Levante la mirada del pecho de mi salvador, porque si, la traviesa Char tenía su rostro hundido en el pecho de mi Superman personal, bueno, incómoda no estaba podría quedarme con mi rostro hundido en su pecho porque siendo sincera me sentía a gusto, me sentía en casa, me sentía como si estuviese en mi camita bien abrigada y calientita.
Bueno, obviando el hecho de que estaba cómoda, coloque mis manos en su pecho y como ya saben levante la mirada y madre santísima virgen de todos los abdominales y caras preciosas, sus ojos eran, dioses, tan inexplicables, ¿alguna vez han sentido que están viviendo un dejá vu?, porque yo siento que estoy muriendo y reviviendo al mismo tiempo, si algo confuso, sus ojos eran grises, pero no cualquier gris querido público conocedor, si, damas y damos, es lo que ustedes piensan y sospechan, es de ese color grisáceo que tanto veo en los sueños, que tanto me encanta, que tanto amo dibujar y reflejar en el lienzo.
Ahí estaban frente a mi, con el mismo brillo con el que aparecen en mis sueños, esa mirada fría e indiferente, tan inexpresiva, tan tranquila como si la tierra pudiera estar cayéndose a pedazos pero nada iba a perturbar su tranquilidad e indiferencia hacia lo demás que lo rodea.
Después de salir del pequeño hipnotismo que me causaron sus ojos me fijé en los otros detalles de su rostro, labios en forma de corazón ni muy llenos ni pequeños del tamaño perfecto diría yo, rostro medio cincelado, nariz perfilada y bonita, y su ceño fruncido mirándome con curiosidad y con familiaridad, como si me hubiese visto antes, pero eso no es posible... ¿verdad?
–Debería estar más pendiente por dónde va caminando o corriendo, señorita...–dijo aquel precioso espécimen su voz era como una caricia, ronca, lenta, profunda, como si al hablar te estuviese invitando a hacer cosas de las que no te arrepentirás.
Porque damas, hora de que sus bragas queden abajo, es el mismo chulo de mis sueños solo que esta vestido diferente que en mis sueños..., Esperad déjenme echar un vistazo a su ropa.
Oh madre santa de los abdominales, Zeus, Afrodita, Hades, dioses del pecado, dioses de los guaperas.
Iba con un traje negro, pantalones de vestir negros, ajustados solo un poco a sus piernas no excedido, camisa blanca y saco negro abotonado, sin corbata y los dos primeros botones de la camisa desabrochados, revelando un poco de piel, blanca se veía suave delicada, apetitosa, quisiera pasar mi lengua por su piel.
Basta Char deja de pensar cochinadas y concéntrate que el chulo te dijo algo.
–Eh, si, yo uh yo, lo siento, no iba viendo el camino e iba apurada y yo... Lo siento, podrías solo uh, tus brazos.–si, ahí está la Charlotte que no tartamudea pero que se pone nerviosa y se enreda al hablar, por los menos no hay tartamudeo, gracias Zeus.
Luego de haberle dicho prácticamente que me soltará, aunque claro está que eso era lo último en mi lista de las cosas que quiero, el me ayudo a colocarme derecha y me soltó.
–Si no importa, no te preocupes, solo preste más atención, señorita...–sip, eso me sonó a orden, a, sino prestas atención habrá consecuencias, me gustarían las consecuencias si tuvieran que ver con él.
Espera, ¿le dije mi nombre?, ¿si?¿no?, Por dios, Char, es claro que no se lo has dicho.
–Charlotte, Charlotte Hidden.–le dije estirando mi mano hacia él.
–Charlotte Hidden, bien, soy Levi, Levi Ackerman–dijo tomando mi mano entre la suya la cual era más grande que la mía y sentí que encajaban perfectamente, como si estuvieran hechas la una para la otra.
Ya dije lo malditamente bien que sonó mi nombre saliendo de sus labios, porque por Hades, el lo pronunció como si estuviera deleitándose, como si estuviese probando mi nombre, madre santa pasame' el agua que toy' caliente.
–Si bueno, uh, es un gusto, Levi, digo Señor Ackerman, yo tengo que irme, este, adiós.– Eso Char, maravillosa salida triunfal la tuya, aplaudete a ti misma, mejor toma tus cosas y corre hija, que se te va el autobús.
¿Que te dije conciencia?, Ah sí, que te calles, por favor, ahora tienes razón, acomode mi bolso en mi hombro y di un paso atrás y me acomode el suéter para terminar de cruzar porque si, estábamos en el medio de la calle, ahora es momento de escapar Char, ¡vamos tú puedes!
Justo cuando ya iba pasando al lado de él, sentí como me tomaba del brazo haciendo que me detenga.–El gusto también es mío, Señorita Hidden, recuerde prestar más atención al caminar.–y después de decir eso soltó mi brazo, dejándome libre, y con un escalofrío en toda mi espalda.
¿A qué esperas mujer?, Empieza a caminar, por Zeus.
Ya voy, ya voy, que tacaña amaneciste hoy conciencia.
Empecé a caminar a paso apresurado antes que los carros empezarán a pitarnos por estar en el medio del camino.Luego de haber terminado de cruzar, tenía esa sensación de querer voltear, pero no sabía si el seguía ahí, lo más seguro es que no, lo mejor será de seguir de largo y llegar a mi humilde hogar, porque ya estoy empapada con esta lluvia fácilmente podría quitarle el empleo a una regadera.
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En otra vida, quizás. [Levi Ackerman]
Fiksi PenggemarLa leyenda cuenta que tenemos atado en el dedo meñique un delgado pero muy resistente hilo rojo invisible, que nos conecta y conducirá hacia esa otra persona, con la que haremos historia. Este hilo rojo se puede enredar, contraer y estirar, como seg...