04 ; pain ✦

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—¡Holaaaaa! —me abrazaba con tanta fuerza que sentía que el aire me faltaba—. Oh, Jack, no sabes lo feliz que estoy de verte de nuevo.

—Diría lo mismo si me soltaras un poco —mi voz casi no se oía por la asfixiada que Nia me estaba dando.

—Lo siento —se disculpó—. ¡Es que estoy tan feliz de verte!

—También me alegra que hayas vuelto.

Estábamos en un parque cerca de mi casa; ella había propuesto nuestro lugar de reunión y al parecer recordaba mi dirección y lo poco que me gustaba caminar.

—Vaya, este lugar sigue justo como lo recordaba.

—¿Triste y apestoso? —bromeé haciéndola reír.

—Sí, muy triste y muy apestoso —nos sentamos en una banca—. ¿Cómo has estado?

—Pues aún respiro.

—Bueno, eso es genial. Aunque te ves más flaco, y sigues igual de enano como te recordaba.

—Eso es cero amable de tu parte.

—Lo sé. ¿Tu madre...?

—En casa. Contenta porque salí contigo.

—Oh —dijo con seriedad—. No me digas que sigue intentando que te enamores de mí o algo así.

—Yep.

—No inventes, ¿sigue sin aceptarte por ser gay?

No podía culparla aunque quisiera, Nia siempre había sido la persona mas directa y sin escrúpulos que yo hubiera podido conocer. A pesar de eso, la quería, sin importar lo hiriente que fuera oír la verdad salir de su boca.

—Sí —dije un poco incómodo.

—Vieja loca —comentó y yo reí levemente.

Le di un golpe con mi hombro, porque no me gustaba que las personas hablaran mal de cualquier individuo cercano a mí; en este caso, se trataba de mi madre.

—Sabemos que no hay mucho que hacer con su mente cerrada —hablé—. Tener una madre homofóbica no es ni un poco cool.

—Lo sé —me rodeó con un brazo sobre mi hombro—. Pero tener un amigo gay es genial.

—Gracias.

—Sigues sufriendo —comentó y yo la miré fijamente.

Sus ojos avellana brillaban con el leve reflejo del atardecer. Puedo asegurar que de haber sido hetero, o al menos bisexual, yo me habría enamorado de Nia sólo por su mirada; no sólo por el color de sus ojos, sino por la intensidad y el cariño que solía transmitir a cualquiera que la mirara.

—Estoy bien —mentí—. Sólo cansado.

—Sí, claro, de vivir.

—¡Nia!

—¿Puedes ser honesto conmigo? Te conozco desde que tenemos como tres años, estoy cansada de que siempre mientas para no preocuparme o ese tipo de cosas.

—¡Está bien, sí! —alcé la voz, explotando—. Estoy sufriendo por el desprecio de mi madre, por el rechazo de mi escuela, y por la muerte de mi padre. Porque hasta antes de Finn yo sentía que te habías olvidado de mí y pensaba que mi vida era una porquería, que a nadie le importaba mi existencia.

Mi pecho dolía, y mis manos temblaban. No estaba llorando, pero sentía un nudo terrible en mi garganta, ahogándome.

—¿Finn? —preguntó confundida—. ¿Quién es Finn?

—Oh, ¿de todo lo que dije sólo prestaste atención a eso?

—Oye, yo pregunté primero, ahora contéstame —se quejó.

—Es... un chico.

—Lo supuse —dijo alzando las cejas—. ¿Pero qué tiene de relevante el señor Finn?

—Lo conocí el viernes.

—Y estamos a domingo, deja de evadir y contéstame.

—Vas a matarme.

—Ya necesitaba un motivo con urgencia —jugó.

—Bien. Lo conocí en el puente Vicent Thomas.

—¿No se supone que el puente está bloqueado?

—Sí, pero... yo estaba ahí y él también.

—¿Y qué hacías en un puente bloqueado?

—Lo normal, sólo iba a matarme —reí nerviosamente.

Sentí su cuerpo tensarse y cuando la miré, sus ojos mostraban un profundo enojo. Hizo su mano un puño y me golpeó en la cabeza.

—¿Te crees muy gracioso, imbécil?

—Auch, eso dolió —me quejé, pero ya no quería extender más el asunto, así que seguí contándole—. Él pasaba por ahí casualmente, el torpe se había perdido —sonreí inconscientemente al recordarlo—. Y al ver lo que iba a hacer me ayudó. Luego fuimos a comer helados.

—En primera, sabes que te amo, pero estoy en contra del suicidio así que estoy molesta por eso, y en segunda... ¿era guapo?

—¿Qué? —me alarmé.

—El chico, Jack. ¿Era guapo?

—¿P-por qué m-me preguntas eso?

—Te encantó —sentenció con una sonrisa, mirándome pícaramente.

—¡Claro que no! —ella sólo me miró, sin creerme—. Osea, sí es guapo y me pareció atractivo, pero no tanto como para lamentarme no tener vagina y no poder darle mil hijos.

Nia sólo rió con fuerza. Yo también reí, pero con más tranquilidad y menos volumen.

—Te extrañé —volvió a abrazarme con fuerza—. No intentes hacer una locura como esa de nuevo. Eres mi mejor amigo y aunque no te guste hablar del tema, necesito que entiendas que eres valioso, importante. No intentes hacer eso de nuevo.

—Ok —dije titubeante, dudando de mí mismo.

—Ok —dije titubeante, dudando de mí mismo

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*leves modificaciones en narrativa*

lxs amo.

𝐒𝐄𝐑𝐄𝐍𝐃𝐈𝐏𝐈𝐀 ; fack ✦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora