34 ; eyes open ✦

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final

Todas mis vacaciones, me la pasé yendo al hospital y regresando a casa de mi tía Mora

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Todas mis vacaciones, me la pasé yendo al hospital y regresando a casa de mi tía Mora. Visitaba a Finn durante horas enteras, platicaba con él sobre las cosas que pasaban mientras estaba fuera del hospital, le contaba sobre los chicos y a veces hasta del clima.

—Hoy el cielo está llorando —le decía mientras llovía—, porque aún no te despiertas.

Me aseguraba siempre de recordarle que aunque él estuviera conectado a todos esos cables, yo aún lo seguía queriendo, y aún tenía la esperanza de que volviera a despertar. De que volviera a abrir sus ojos.

Pasaron días, semanas, y luego vino el regreso a clases. Todos en la escuela notaron su ausencia, y de alguna manera la mía y la de los chicos también. No queríamos estar en un lugar sabiendo que nuestro amigo estaba en otro tan horrible como un hospital.

Asistíamos a clases, prestábamos atención si era necesario, pero nunca sonreíamos cuando alguien mencionaba su nombre.

Finn, ¿dónde está Finn?, ¿qué le ha pasado?, ¿va a regresar?, ¿va a regresar?, ¿va a--

—¿Va a regresar?

Parpadeé un par de veces, volviendo a la realidad lejos de mis fantasías y mis pensamientos; vi a Noah frente a mí, y parecía llevar un par de segundos hablándome, porque su gesto era de confusión.

—¿Me hablabas? —pregunté desorientado.

—Sí —me sonrió—. Te preguntaba si Finn va a regresar.

—Yo... no lo sé.

—¿No lo sabes?

—No.

—Vaya, pero si eres su novio. Creí que deberías saberlo.

Mis mejillas enrojecieron y sólo seguí caminando. Pero, joder, ojalá todos supieran que yo me hacía las mismas preguntas todos los días para que dejaran de hostigarme con lo mismo. No lo sabía; también quería saberlo.

En los recreos, la situación se repetía, aunque al menos ahí no estaba solo; los chicos también se estresaban cuando muchos estudiantes se nos acercaban para preguntar por Finn.

—A la mierda —se quejaba Sophia—. No preguntaban la más mínima cosa cuando estaba aquí y ahora pretenden saber todo de su vida.

No mencionábamos nada, era un pacto secreto que nunca habíamos formulado, pero que todos teníamos. No íbamos a hablar de nuestro amigo mientras él no estuviera para escucharnos; nuestras esperanzas se mantendrían en secreto, para que nadie intentara destruirlas.

Aún así, al menos íbamos de forma colectiva al hospital cada que terminaban las clases, y entonces hablábamos con él, le contábamos las novedades en la escuela, bromeábamos y luego todos empezábamos a llorar cuando caíamos en cuenta de lo mucho que nos hacía falta y de lo poco probable que era el que nos contestara.

𝐒𝐄𝐑𝐄𝐍𝐃𝐈𝐏𝐈𝐀 ; fack ✦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora