maratón 2/?
Cuando llegué a la casa de Sophia todo parecía estar sereno. La chica pelirroja vivía en uno de los barrios más tranquilos y bonitos de Los Ángeles y su casa era muy bonita.
Sin embargo, aunque la fachada pudiese dar a entender que todo estaba "en calma", algo me decía que en realidad mis amigos estaban provocando un tornado ahí dentro.
Con nervios, toqué el timbre.
Fue la mamá de Sophia la que me abrió la puerta; eran muy parecidas y aunque ya la había visto en varias ocasiones, aún me sorprendía el parentesco.
—Buenas tardes, señora mamá de Sophia —saludé con una sonrisa. Creo que al fin mis sonrisas parecían naturales.
—Oh, hola, cariño. Pasa, Sophia y los chicos están arriba.
—Gracias, con permiso.
—Jack, ¿puedes llevar de paso las palomitas? Tengo que salir y ya se me hizo tarde.
—Claro Julie, yo lo llevo.
—Gracias, eres un ángel.
Cuando tomé las palomitas ella me dio un beso en la cabeza antes de agarrar con cierto apuro sus cosas y luego salir casi corriendo de la casa, no sin antes decir un "tengan juicio" gritado haciéndome reír.
Subí las escaleras con lentitud, oyendo aquella frase una y otra vez en mi cabeza. "Eres un ángel".
La mamá de Sophia era por mucho una de las personas más agradables que yo habría podido conocer; desde la primera vez que había llegado a la casa, ella me había recibido con los brazos abiertos y una sonrisa, igual que Sophia.
Sin embargo, siempre que me decía algún cumplido yo me sentía cohibido. Porque nunca me habría considerado lo suficientemente bueno para creerme cada halago.
Yo no era un ángel.
—¡Siempre haces lo mismo! ¡Ya deja de quejarte! —escuché tras la puerta la voz de Sophia regañando a alguien (como casi siempre) cuando estuve frente a su habitación.
—Parezco intestino delgado, estoy más torcido que la vida de Jeremy.
—¡Oh, vamos! —se quejó el aludido
Toqué un par de veces, y luego fue el mismo Jeremy el que me abrió la puerta. Al verme me sonrió y yo también le devolví el gesto; estaba mejorando con las sonrisas. Al menos ya no parecía el padre de Victoria en "El cadáver de la novia". Al parecer Jer no jugaba.
—Hola —saludé entrando.
—Hola —respondieron a coro los chicos desde el piso.
Todos estaban enredados, jugaban twister. Pero entre esa enredadera no se encontraba Finn.
Iba a preguntar por mi mejor amigo, cuando la puerta del baño de Sophia se abrió y de ahí salió él, con un trapo limpiándose la boca.
Al verme sonrió ampliamente antes de hacer una mueca de dolor; aún así se acercó hasta a mí y me ayudó con un bote de palomitas para luego colocarlos en una mesita.
Cuando lo tuve más cerca noté la razón por la cual no había podido sonreír por completo al verme.
—¿Qué te pasó? —pregunté quitándole el trapo preocupado, acercándome más a su rostro para ver mejor la herida que tenía en el labio inferior.
Él sólo me miró fijamente.
—Digamos que mi mano resbaló mientras jugaba twister y mi rostro aterrizó en la suela del zapato de Wyatt —expresó con naturalidad.
—Debe doler mucho —sólo se encogió de hombros—. Déjame ayudarte.
Nos sentamos en la cama de Sophia, y pude notar que el trapo ya estaba remojado con un poco de alcohol.
—Auch —se quejó.
—Lo siento.
—No, gracias por ayudarme. Sólo arde un poco.
Seguí tallando su labio hasta que no hubo más sangre. Aún así, la cercanía que compartíamos era algo que me gustaba, y yo no quería alejarme de él, así que fingí seguir limpiando su herida.
—Me gustan tus pecas —me susurró.
Yo sentí mi cara enrojecer.
—A mí las tuyas —respondí de igual forma.
Él también enrojeció, pero sonrió.
—Jack —me llamó.
Yo detuve mis movimientos con mi mano aún sobre su rostro.
—¿Sí? —lo miré a los ojos.
De nuevo parecían estar brillando. Y sus pecas, oh Dios mío, sus pecas me hacían sentir ahogado en un mar de estrellas.
—Yo--
—¡AHHHHHH! —gritaron nuestros cuatro amigos rompiendo aquella burbuja.
Se habían caído todos encima de todos, y ahora lo único que se oían eran sus quejas.
—¿Alguien quiere ayudarnos? No siento mi brazo derecho —suplicó Wyatt.
Finn, Jeremy y yo nos acercamos a ellos. Eran un nudo humano que no dejaba muy claro donde empezaba uno y terminaba otro. Entre risas logramos desatarlos al cabo de unos minutos.
Una vez que estuvo libre Sophia se acercó hasta a mí y me dio un abrazo.
—Me alegra que hayas venido —me dijo.
—¿Por qué tanta insistencia? —le pregunté y al ver su sonrisa llena de malicia, supe que algo iba a pasarme. Y no sabría definirla como buena o mala.
Miró a todos los demás, como analizándolos a cada uno, tomándose su tiempo e incrementando a la vez mi nerviosismo.
—Bien —dijo aprovatoriamente—. Creo que ya es hora de jugar.
😈
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𝐒𝐄𝐑𝐄𝐍𝐃𝐈𝐏𝐈𝐀 ; fack ✦
Hayran Kurgu𝐒 | donde finn salva a jack en medio de su intento de suicidio.