Cuando llegué a la cocina donde Finn se encontraba intentando preparar una simple limonada, todo estaba hecho un desastre.
—¿Qué demonios pasó aquí? —pregunté aguantándome una carcajada.
—Si te ríes, soy capaz de arrojarte todas las cáscaras de limón que voy ocupando —amenazó con su rostro serio.
Decidí hacerle caso, solamente para evitar que el desorden en mi cocina se extendiera por toda mi casa a causa de una guerra de cáscaras de limón.
—Muévete, novato. Deja que este maestro culinario te enseñe un par de cosas —dije con una voz gruesa y fingiendo un tono egocéntrico al tiempo que me acercaba a su lado para comenzar a preparar nuestra bebida.
Me hizo un espacio junto a él y yo comencé con mi trabajo. No quiero presumir, pero definitivamente era un experto haciendo las mejores limonadas, mi tía Mora me había enseñado hace un par de años, y desde entonces mi talento se había mantenido.
—¿Qué más sabes preparar? —preguntó Finn, observándome.
—No mucho —comenté vagamente—. Sólo lo necesario en caso de que mamá... no pueda.
No me sentía listo para contarle a Finn sobre mi madre. Él la conocía sólo de vista, y hablaba con ella muy poco, así que no sabía cómo estaba la situación con su adicción/depresión.
Ahora que lo pienso, en realidad no me sentía listo para contarle a mi mejor muchas cosas sobre mi vida. Incluso para ese momento aún no le contaba que me habían cambiado de instituto.
—Pizza seguro que no, porque de lo contrario no gastaríamos dinero pagando por muchas —respondió al tiempo que me regalaba una sonrisa.
Yo intenté responderle, pero mi gesto salió más como una mueca debido a que ahora me sentía culpable por no tener el valor suficiente para charlar sobre ese tipo de cosas con él.
—Sí —dije bajito—. ¿Viste si hay hielo en la nevera?
—No —contestó—. Oye, ¿estás bien?
—Claro. ¿Por qué no habría de estarlo?
—No sé; pero me parece muy extraño que tus ánimos decaigan de esa manera repentina. Y no creas que es la primera vez que lo noto.
—Sabes cómo soy... —intenté escusarme—. Nunca sabes qué esperar de mí.
No volvió a decir nada, pero yo noté cómo sus bonitos labios se apretaban. Él hacía eso cuando trataba de pensar rápido y formular sus propias teorías en su cabeza.
—Sabes que no voy a presionarte —empezó—. No te obligaré a decirme qué te pasa.
—Bien, ahora parece que me estás obligando indirectamente a decirte qué me pasa —jugué.
Finn sonrió levemente sin enseñar sus dientes.
—No mates el momento —me pidió con gestos exagerados—. Sólo iba a decirte que no tienes que preocuparte; yo nunca voy a juzgarte y siempre estaré para ti. Eres mi mejor amigo, Jack.
Sus palabras siempre tenían un efecto muy fuerte en mí. Lograban enterrarse en lo más profundo de mi corazón y resonaban en mi mente, una y otra vez. Para mí, contar con su apoyo me era tan agradable, que temía aferrarme tanto a él sólo para que después se alejara de mí al saber lo roto que yo estaba, o lo horrible que era relación con mi madre, o cuando supiera que yo era gay.
"Finn es un hombre en toda la extensión de la palabra" dijo mi madre. Quizás no querría a un amigo marica.
—Gracias Finn; tú eres mi mejor amigo —dije igual, sintiendo de repente muchas ganas de llorar.
El timbre interrumpió la conmovedora escena y el chico que me acompañaba fue a atender. Volvió un par de segundos después, informando que nuestro alimento había llegado, así que le entregué el dinero cubriendo mi parte para que pagara. Yo me ocupé de poner hielo a la limonada y una vez todo listo comenzamos a ver una película juntos.
Vimos la de El joven manos de tijeras, a petición de Finn que, según me había expresado muchas veces, admiraba demasiado las películas de Tim Burton.
—¿Te imaginas? —preguntó cuando la historia terminó—. El pobre estaba condenado a pasar toda su vida solo porque nadie podía aceptarlo como era. Lo veían como un monstruo cuando sólo era un chico diferente.
Yo asentí; eso sí que era muy cruel. Me sentí identificado con el comentario de Finn y con la película en general. Pero yo, a diferencia de Edward, aún no encontraba algo que me hiciera especial. Y probablemente sí, yo también estaba destinado a vivir con el rechazo del mundo por ser como era.
—¿Mañana regresas a clases? —pregunté.
—Todas la escuelas regresan a clases mañana, Jack —me respondió entre risas—. ¿Tú no?
—Sí —ahora yo contesté—. Es sólo que... aún no sé en donde.
—¿Cómo así? —su rostro se notaba comfundido.
—¿Recuerdas la golpiza que me dio el chico esteroides de mi otra escuela?
Noté como su cuerpo se tensaba al momento de oír aquello.
—Lamentablemente sí —dijo con pesar. Lo comprendía, yo tampoco desearía recordarlo.
—Pues mi madre se enteró y no quiere que regrese así.
—Yo tampoco querría si fuese tu madre —espetó—. ¿Y no sabes a qué instituto irás ahora? —yo negué y bajé la cabeza. Sentí que sus brazos rodeaban mi cuerpo con cariño—. Pues yo espero que vayas al mío. Así podré protegerte de cualquier idiota que intente hacerte daño.
Yo sonreí ante su gesto.
—También me gustaría ir al tuyo.
—Voy a desearlo muy fuerte. Si la suerte está de mi lado, mañana mismo te veré en la escuela.
Definitivamente iba a desearlo con fuerza, de la misma forma en que él lo haría. Realmente sería una noticia maravillosa saber que lo tengo como compañero.
lxs amo
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𝐒𝐄𝐑𝐄𝐍𝐃𝐈𝐏𝐈𝐀 ; fack ✦
Fanfiction𝐒 | donde finn salva a jack en medio de su intento de suicidio.