18 ; shock ✦

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Finn le tiene miedo a las alturas.

Era lo único que podía pensar en esos momentos; luego de haber escuchado aquello, me había quedado sin respuesta frente a los tres chicos, y aún cuando mi mejor amigo ya había regresado junto a mí, seguía sintiéndome fuera de lugar.

Estaba en negación, porque aquello me parecía tan imposible. Tan irreal. No podía ser cierto.

—Jack, ¿estás bien? Te ves un poco pálido —escuché a Finn preguntarme con cierta preocupación, su blanca mano se dirigió a mi frente.

Fue con su tacto que yo, con un estremecimiento, logré centrarme de nuevo en la realidad, en aquél parque. Ya ni siquiera prestaba atención a lo que los demás hacían, ni de la felicidad de las personas que antes me mareaba. Ahora era otra cosa la que me tenía distraído.

—T-tengo sed —balbuceé—. Quiero agua.

Lo vi asentir con su ceño fruncido; estaba preocupado, lo sabía. Había aprendido con el tiempo a descifrar el significado de cada una de sus caras.

—Soph, ahora venimos —avisó el pelinegro.

La nombrada nos miró a ambos, confundida.

—¿Pasa algo?

—Sólo necesito un poco de agua —y le sonreí con levedad.

Sophia también asintió y me devolvió la sonrisa con poca convicción; ella regresó con los chicos, y Finn me tomó de la mano para llevarme hasta un puesto de bebidas. Pidió mi agua sin que me diera cuenta; yo lo miré, pero era ajeno al sonido de lo demás. Sentía los oídos tapados, y en mi mente sólo escuchaba la voz de Sophia hablarme, diciéndome aquello que me sonaba a broma. A mentira.

Mi mente viajó atrás en el tiempo, llevándome de vuelta al día más drástico de todos, cuando yo intenté quitarme la vida realmente; cuando conocí al chico que ahora estaba comprándome un agua.

Rebobinemos: ese día yo estaba sentado en la orilla de un puente, y muchos metros abajo de mí había una carretera por la cual transitaban muchos carros. Cuando él me ayudó, en un principio yo me negué a oír sus consejos, y sólo cuando él CRUZÓ LA REJA DE SEGURIDAD, parándose junto a mí en esas peligrosas orillas, ofreciéndome su mano y esperando con mucha paciencia a que yo la tomara yo acepté ir con él.

Finn no podía temerle a las alturas porque anteriormente había estado junto a mí en un lugar muy alto; yo estaba muy alterado ese día, mientras que él se mantenía tan calmado, pacífico y hasta me sonreía... para que yo desistiera de mi intento de suicidio.

Estaba... en shock.

—Toma —me dijo extendiendo hacía mí la botella de agua.

—Gracias —dije tomando lo que me daba.

—¿En serio te encuentras bien? —preguntó mientras yo bebía.

—Sí —respondí saboreando mis labios.

Por un momento me pareció que él miraba mi boca, pero alejé esos pensamientos, asociándolo con una de mis alucinaciones.

—Ven, hay que sentarnos —y volvió a sujetar mi mano.

Finn siempre había tomado mi mano, muchas veces, y apenas ahora lo notaba tanto.

Llegamos a una de las bancas que había disponible en aquella feria; yo comencé a jugar con la tapa de mi botella, me sentía nervioso.

—¿No crees que deberíamos volver con los chicos?

—No —su voz sonó tosca—. Jack, dime qué demonios te ocurre. ¿Crees que no he notado lo raro que estás desde hace un rato?

—Pues para conocerme bien, deberías tener es cuenta que tengo depresión, y que todas estas mierdas felices me hacen sentir más enfermo —contraataqué muy tosco.

—¿Crees que no lo sé? —su rostro denotaba molestia ahora—. Desde que te conocí he estado tratando de ayudarte para que poco a poco mejores —hizo una pausa—. Pero no me refiero a eso, me refiero a que... me fui, y cuando regresé te encontré perdido en tus pensamientos, ni siquiera reaccionaste cuando Jaeden gritó como desquiciado cuando ganó en los dardos —se calló de golpe, como dándose cuenta de algo importante—. Wyatt y Sophia, ellos... ¿te dijeron algo?

Observé que su rostro iba perdiendo el poco color que tenía su cara, de repente parecía asustado.

—¿Algo como qué?—pregunté cauteloso.

—No sé, tú dime.

—Nada fuera de lo normal —mentí.

—No me dirás, ¿cierto?

—Nop —respondí riendo—. No es nada importante.

—Está bien —suspiró—. Sea lo que sea que te hayan dicho, es probable que no sea cierto; es decir, sí, pero... agh.

Se veía frustrado; escondió su cabeza entre sus manos, y luego vino un silencio abrumador para ambos. Para aligerar la tensión entre ambos, yo tomé su rostro entre mis manos y luego lo abracé. Era uno de esos abrazos en los que si uno de nosotros estaba cayendo, el otro lo sostenía para no llegar al fondo. Él me correspondió al instante y yo olí su perfume; su olor era mi favorito.

—Oye, lamento haber sido grosero contigo —me disculpé—. No me gusta que peleemos.

—A mí tampoco, también lo siento.

—No pasa nada —y como un acto impulsivo, le besé la mejilla.

Finn se quedó estático, sin moverse; cuando miré su cara, se veía sorprendido, y además estaba sonrojado. Muy sonrojado.

—Jeje —rió nervioso—. D-debemos... vol-volver con los chicos.

—Claro —sonreí, se veía muy tierno. Ambos nos paramos, pero antes de avanzar más, yo le hablé—: Oye Finn, ¿nos subimos a la rueda de la fortuna?

—Ehh —tragó en seco—. Si quieres que te vomite encima, entonces bueno. Me dan miedo las alturas —confesó.

Me sonrió, y luego se dio la vuelta para seguir avanzando.

Era cierto. Eso significaba que... ese día, Finn había hecho a un lado su miedo, para ayudarme. Para salvarme.

Probablemente él no lo sabía; ni siquiera parecía saber lo importante que aquello era para mí.
Algo se removió con fuerza en mi estómago, y luego comencé a sentir cosquillas ahí mismo. Soreí bobamente, viendo a mi amigo caminar.

—¡Jack! —me llamó—. ¿Vienes o no?

Y yo fui, sabiendo que algo aterrador, bonito y nuevo había nacido dentro de mí.

Y yo fui, sabiendo que algo aterrador, bonito y nuevo había nacido dentro de mí

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el amor, el amor...

𝐒𝐄𝐑𝐄𝐍𝐃𝐈𝐏𝐈𝐀 ; fack ✦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora