XLVII

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Marco Asensio...
Miércoles 13 de septiembre del 2017.

Sonrío cuando visualizo a Elhayza caminando de nuevo hasta la mesa en la que estoy pero esta se borra al ver su rostro de preocupación. La llamada la ha afectado, de eso estoy seguro. Ella toma asiento frente a mí.

—La comida se ha enfríado.—bromeo para alivianar el ambiente. Ella me regala una débil sonrisa.

—Lamento la demora.—se disculpa conmigo cómo si debiera hacerlo. Niego con la cabeza.

—Eso es lo de menos. ¿Que te dijeron en la llamada? Tu semblante de hace un rato no es igual al de ahora.—pregunto a ver si ella me quiere contar lo que le pasa. Observo como se lleva una porción de comida a la boca y suspira.

—¿Podemos hablar de eso en casa?—pide con dulzura—No sé si este sea un lugar adecuado.—Ella esconde una de sus manos debajo de la mesa y la observa por unos pocos segundos. Escucharla y verla así hace que se me encoja el corazón y me siento un completo imbécil porque no le he contado lo de Marina, más sin embargo, ella sí está dispuesta a contarme lo que le pasa.

No le he contado esta situación a ella, no porque no confíe. Simplemente no lo hice porque no quiero que se preocupe. Sólo mirenla y noten como brilla siempre, Elhayza es luz, es alegría, es vida. Es mi vida.
Pero eso no se refleja en estos momentos y eso me duele. No soporto verla así de mal.

—Yo también tengo que contarte algo, de hecho debí haberlo hecho a penas me lo preguntaste.—digo y noto cierto destello de brillo en mis ojos por eso. Ella sonríe y no entiendo exactamente la razón del porqué lo hace pero le devuelvo el gesto.

¿Ya les he contado lo mucho que amo ver sonreír a Ely?

—Sabía que una vez te sientas listo, me lo ibas a contar.—confiesa y suelto una pequeña risa. Ella sabía que había algo que no le estaba diciendo y es que es de las personas que más me conoce.

—Pues no te equivocaste, bonita.

(...)

Llegamos a casa, Elhayza se tiró en uno de los sofá a penas ingresó y yo me senté a su lado. Inmediatamente; ella arrima su cabeza en mi hombro y la rodeo con una de mis manos y le acaricio el brazo.

—Tengo algo que contarte.—decimos al unísono. Reímos por eso.

—Está bien. Tú primero.—sugiere ella y acepto, pues es lo más justo. Suelto un suspiro antes de empezar a hablar.

—Marina me ha escrito.—Ely levanta su cabeza para poder observarme a los ojos y veo sorpresa en ellos.—No te lo dije porque no sé exactamente que es lo que quiere. Me pidió reunirme con ella para tratar aquello y amenazó con lastimarte si no asisto a tal encuentro. No quería que te preocuparas por eso.—confieso. Elhayza coloca una de sus manos en mi mejilla y deposita un beso en mis labios.

—Te entiendo. Creéme que sí. Gracias por preocuparte por mí.—dice casi en susurro y con total delicadeza y dulzura que provoca la aceleración de mi ritmo cardíaco. Vuelvo a juntar nuestros labios sin poder aguantar las ganas de besarla.

—Eres asombrosa. ¿Lo sabías?—ella sonríe ante mi comentario— Y por si no lo sabías me voy a esmerar en hacertelo saber, no me voy a permitir ser un mal novio. Elhayza agacha la mirada y juega con sus manos tratando de ocultar la palma de una de ellas.

—Edward fue quién me llamó, Marco. El muy imbécil ha vuelto a contactarme.—me cuenta. Siento como la rabia recorre todo mi torrente sanguíneo y las ganas de tenerlo a ese tipo frente a mí aumenta porque realmente quiero partirle la cara.

—¿Qué te ha dicho?—ella me mira a los ojos y estos abordan otro significado. Tiene miedo.

—Cosas horribles. Tengo miedo, Marco. Realmente estoy aterrada.—confiesa mientras lágrimas caen por sus mejillas. Ella me muestra la palma de su mano que se ha esmerado en ocultar.—He vuelto a hacerme daño. El dolor y la rabia me consumieron y volví a lastimarme.

Su palma tiene las señas claras de sus uñas y se puede ver el cuero levantado y algo de sangre. Realmente tiene que haber estado conteniendo tanta rabia y la entiendo perfectamente. Coloco mi mano sobre la de ella invitandola a cerrarla para que no la observe más y acto seguido la llevo hasta mis labios y deposito un beso en aquella mano herida.

—Tranquila. Todo estará bien, yo me encargaré de eso.—intento calmarla. Con mi mano libre limpio aquellas lágrimas que se le escaparon y ella me regala una débil sonrisa.

—Eres el mejor novio de la galaxia.—dice— Gracias precioso, te quiero.

—Yo te quiero más.—le digo antes de depositar un beso en su frente para luego envolverla entre mis brazos y hacerle saber que no está sola. Nunca estará sola.

Ella también me abraza fuertemente y llora. No la interrumpo y dejo que llore sobre mi regazo, que se desahogue y deje salir todo aquello que la está consumiendo por dentro.

Me duele y me lastima verla así, ella no lo merece. No merece nada malo.

Los seres de luz no merecen ser apagados por nada, ni por nadie.
Ellos merecen brillar e iluminar al mundo con ese brillo especial que es sólo de ellos.

Y yo no voy a permitir que apaguen a la luz de mi vida.

Porque eso es Ely para mí, la madrileña es mi todo y principalmente la que sabe darle esa motivación extra a mi espíritu, es aquella que me hace feliz sólo con verla a ella ser feliz. Es mi sol y mucho más.

Mi mejor jugada eres tú ||Marco Asensio||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora