XLIX

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Jueves 14 de septiembre del 2017.

Estoy en casa sentada en el sofá de la sala con el portátil sobre el regazo siguiendo con mi intento fallido de encontrar una carrera que me convenza y a la cuál quiera dedicarme a estudiar.

He descartado varios opciones que sin duda no van conmigo, entre esas se encuentra Ingeniería comercial y todas aquellas carreras relacionadas con la contabilidad o que incluyan números porque sin duda alguna los números y yo no nos llevamos.

Otra opción que he descartado es medicina porque a pesar que es una carrera muy linda, no me considero una persona capaz de memorizar los nombres correspondientes a las partes de nuestra anatomía humana, sean músculos, huesos, articulaciones u órganos... es un rotundo no.

Y así varias que se me pasaron por la cabeza, carreras relacionadas con la química, la biología y la física también fueron hechas a un lado. Suspiré de frustración.

La puerta se abre y está claro quién es la persona que ha ingresado. Él se agacha y me abraza por la espalda depositando un beso en mi mejilla. Me dejo envolver por sus brazos cerrando los ojos y disfrutando de su contacto por unos segundos. Vuelve a besar mi mejilla antes de separarse.

Agarra la laptop y la quita de mi regazo. Lo miro confundida pero cuándo él da golpecitos en mis pies para que le de espacios en el sofá. Lo entendí. El se sienta justo ahí y coloca el aparato sobre sus piernas.

—¿Aún no sabes que estudiar?—inquiere mi novio con una sonrisa. Tengo curiosidad por saber acerca de qué ha hablado con Marina pero mejor le sigo la corriente por un rato.

—La verdad no.—suspiro decepcionada de mí misma. Veinte años y sin estudiar la universidad, soy la deshonra de mi familia.

—¿Sabes quién fue el primer campeón del mundo?—pregunta de la nada y lo miro confundida enarcando una ceja sin entender nada.

—Uruguay—respondo encogiendome de hombros.—Se impuso ante Argentina un 30 de julio de 1930 con un marcador de cuatro a dos. Pero, ¿eso qué tiene que ver?

—¿Sabes quién es el jugador que más veces ha vestido la camiseta de la selección española?—pregunta sin despegar su vista del portatil.

—Mi capitán, Andrés Iniesta.—respondo entre risas porque sigo sin entender nada.

—¿Mayor goleador de la Champions?

—Ronaldo—él voltea a mirarme con una sonrisa y se la devuelvo sin entender por qué.

—Creo que ya deberías saber que estudiar...— comenta y yo enarco una ceja confundida.

—¿Ah sí? ¿Qué cosa?—él se ríe y niega con la cabeza.

—Periodismo deportivo.—dice como si fuera lo más obvio del mundo pero eso nunca se me pasó por la cabeza.

—¿Periodismo deportivo?—repito negando con la cabeza.

—Si, me parece una opción muy buena. Sabes mucho sobre fútbol, eres buena con las redacciones y todo ese asunto. Dedicarte a estudiar eso sólo te potenciará aún más y podrás lograrlo.—habla entusiasmado y mi corazón se acelera de felicidad al verlo así pero a mí la idea me aterra de cierta manera.

—No estoy segura de aquello. Digo, soy de las personas más tímidas que existen, no creo poder desenvolverme bien en ese ámbito.—me excuso y sólo pensar en esa idea me recorrió un escalofrío por todo el cuerpo. Marco cierra el portatil y lo deja sobre la mesita y se gira para quedar frente a mí, coloca mis pies a ambos costados de su cintura y sus manos toman las mías acariciandolas.

—Aprenderás a soltarte. Por eso estudiarás, ahí te ayudaran a vencer tus miedos, y yo te ayudaré también. Lo lograrás porque eres increíble, eres la mejor y tienes los conocimientos necesarios. Confío en tí, sólo falta que tú confíes. Mi amor, yo sé que te convertirás en la mejor periodista del mundo.—me dice entusiasmado y no puedo evitar sonreír ante la preciosa imagen que me regala. Verlo sonreír frente a mí e impulsandome a hacer algo me llena de tanta alegría.

—Te prometo que lo pensaré. Gracias por apoyarme Marco, significa mucho para mí.—le agradezco y su sonrisa se amplía aún más. Una de mis manos se coloca en su mejilla dandole caricias.—¿Ya te he dicho que eres increíble?—pregunto casi en susurro. Él gira un poco su cabeza para besar mi mano que yace en su mejilla.

—De hecho sí pero me encanta que tú te encargues de recordarmelo.—confiesa haciendome sonreír— Te quiero tanto bonita.

—Y yo a ti, Marquito.— ambos nos acercamos y acortamos distancia para poder unir nuestros labios en un tierno y suave beso. Marco sonrío contra mis labios y se separó un poco quedando nuestras frentes juntas.

—Tengo que contarte algo.—dice soltando un suspiro y separandose totalmente.—Marina me ha amenazado con hacerte daño si seguimos juntos y yo no... no quiero que te pase nada malo Ely. Y-yo no lo soportaría.

Su voz se quebraba y se le imposibilitaba hablar, su sonrisa desapareció y la preocupación invadió su rostro. Mi corazón se encogió al verlo así. No es mi Marco alegre, mi Marco que siempre anda sonriente. Él de verdad esta preocupado por lo que esa chica pueda llegar a hacer.

—Tú no tienes que preocuparte por mí, cariño. No me pasará nada malo.—intento calmarlo mientras con mis dos manos le acaricio el rostro.

—No conoces a Marina. ¡Se ha vuelto totalmente loca!. Ni siquiera yo la reconozco.

—Podríamos avisar a la policía si las cosas se llegasen a complicar. No quiero que estes preocupado por mí.—le sugiero. Él junta sus labios con los míos. Y luego besa mi frente.

—No quiero perderte Ely.—dice suavemente.

—Y no lo harás así que tranquilo mi amor.—aseguro antes de ponerme de pie y extenderle una mano en su dirección para que él la sostenga.—¿Ahora vamos a la cama si?

El acepta gustoso la mano que le he extendido y la besa antes de ponerse de pie. Él levanta uno de sus dedos como queriendo advertirme algo o no sé por lo que lo observo confundida.

—Pero antes...—dice dandose vuelta para alzar la tapa de la laptop—Dejame apagar esta cosa.—suelto una risa porque lo había olvidado por completo. La mandó a apagar y esperó a que así fuera para volver a cerrarla y tomarla con una de sus manos y con la otra sujetar la mía.—Ahora sí, podemos irnos a la cama.

Solté una pequeña risa antes de juntar nuestros labios en un corto pero significativo beso. Y así, juntos y agarrados de la mano nos encaminamos por las escaleras hasta nuestra habitación. Aún lo notaba un poco preocupado pero ya en menor proporción.

No quiero alejarme de él, no pienso hacerlo. No merecemos separarnos sólo porque otros no soporten nuestra unión y felicidad. No es nada justo.

Estar con Marco es lo mejor que me ha pasado y estoy feliz de habernos dado la oportunidad. No me arrepiento de nada pues, con cada día que pasa voy confirmando que es el único con el que quiero estar. Y diganme loca o como quieran pero a pesar de que no es mucho el tiempo que nos conocemos realmente, pareciera todo lo contrario ya que la conexión que tenemos es inmensa y nos queremos muchísimo. Cada día me queda más claro aquello.

Marco es el amor de mi vida.

Mi mejor jugada eres tú ||Marco Asensio||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora