LIII

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28 de septiembre del 2017.

Cada músculo de mi cuerpo se tensó con el simple hecho de escuchar su voz a través de la línea. Quisiera gritarle mil groserías pero yo sigo inmóvil y sin poder emitir palabra alguna.

—Dicen que el calla, otorga. Así que tomaré tu silencio como un sí.—vuelve a hablar él ya que yo no lo hago.

—Vete a la mierda.—digo finalmente. Una risa se escucha del otro lado.

—¡Vaya! De verdad pensé que yo hablaría toda la llamada.—su tono divertido me causa irritación y enojo. Mi mano libre se cierra con fiereza formando un puño.

—¿Qué es lo que quieres?—pregunto para dejar de darle vueltas al asunto.

—No mucho. Sólo que termines con el tal Asensio.—responde.

—¡¿Qué?!—exclamo casi de inmediato. ¿No está hablando enserio?

—Lo que escuchaste, dulzura.—confirma.

—Te haz vuelto loco, no voy a dejar a Marco.—le hago saber y él vuelve a reír.

—Oh, sí que lo harás. Porque si no lo haces tú, lo hará él.—vuelve a reír.

—¿A qué te refi...?—mi pregunta queda al aire ya que Edward ha colgado. La confusión y la impotencia me recorren todo el torrente sanguíneo.

¿De verdad Marco va a terminar conmigo?

Digo, habíamos acordado seguir juntos a pesar de las amenazas de Marina. ¿No sería así con las de Edward?

Observo mi mano que seguía hecha un puño y la observo por unos segundos antes de abrirla. Las marcas de mis uñas están ahí plasmadas.

Lo he vuelto a hacer.

—Hey, preciosa. ¿Quién era?—pregunta Marco a mis espaldas. Yo paso mis manos por mi rostro limpiando unas lágrimas que había dejado caer sin poder evitarlo antes de hacerle frente.

—Na-nadie importante.—él se acerca a mí y coloca sus manos en mi cintura. Yo trato de ocultar mi mano lastimada.

—¿Segura?—insiste y yo asiento—Isco al cuadrado nos esperan para comer.

Nos dirigimos nuevamente hasta la mesa y tome asiento junto a Marco.
Me sentía mal por no haberle dicho la verdad ahora pero aún estoy asimilando las palabras de Edward, y estoy aterrada.

Realmente aterrada.

Pero no voy a dejar que el miedo me venza, ni tampoco voy a mentirle más a Marco. Le contaré lo de la llamada pero no frente a Isco.
Si mi hermano se entera de que el imbécil ese me ha estado llamando se pondrá como loco y es lo que menos quiero en estos momentos.

—Marco me ha dicho que estás pensando estudiar periodismo.—comenta Isco llevandose una cucharada de comida a la boca.

—Sí, sólo estoy pensandolo.—confirmo—Aún no me decido.

—¿Y por qué no? Pienso que es una buena opción para ti, Elhayza.—insiste Isco.

—Es lo que yo le digo.—concuerda Marco.

—La carrera de periodista no sólo requiere de tener conocimientos acerca del fútbol. Se necesita de muchas más características como por ejemplo, tener buena modulación, ser capaz de pararse y hablar frente a una cámara sin ningún problema.

—¡Vamos, Ely! Eso lo puedes lograr con el tiempo.—me anima Isco—Es cuestión de prepararte y ya.

—Aún así tengas razón y pueda dominar mi miedo escénico hay otro problema.—Isco y Marco me miran sin entender nada.

—¿Cuál?—preguntan los dos al unísono. Yo trato de no reír por eso.

—La imparcialidad.—respondo— ¿Enserio creen que voy a ser capaz de hablar del barça sin que mi fanatismo se dé a notar?—ellos ríen— ¿O creen que podría hablar de ustedes dos sin que me brillen los ojos y se note que los quiero mucho? ¿O creen que me voy a quedar callada cuando algún colega haga un comentario negativo sobre ustedes dos?

Ellos me miran con sorpresa y se han quedado estáticos. Tanto así que Isco se detuvo con la cuchara a medio camino de su boca.

—¿Se dan cuenta?—suspiro—No puedo hacerlo.

—Ely...—empieza a hablar Marco recuperandose de su trance—Serás capaz de hacerlo y no importa si nos deben de hacer trozos por jugar un mal partido, que lo hagan. ¡Hazlo tú!

—Es cierto. Si jugamos mal, deben decirlo. No podemos vivir encerrados en una burbujita pensando que somos perfectos porque no lo somos.—concuerda Isco.

—Serás una gran periodista, Ely.—Marco vuelve a tomar la palabra.—Y si quieres, me empezaré a comportar como un idiota contigo para que puedas recalcar con mayor facilidad mis errores en el campo.

Río.—Eres Marco Asensio, la palabra idiota no se aplica en ti.—él se hace el ofendido pero una sonrisa lo delata.

—Podría intentarlo.—se encoge de hombros. Él empieza a acercarse a mí, yo cierro los ojos esperando el contacto de sus labios con los míos. Siento su respiración en mi cara pero de la nada, ya no.

—Isco, pasame la mayonesa.—dice. Abro los ojos para percatarme que se ha alejado y me ha dejado con las ganas y viendome como una estúpida.

—¡Eres un idiota!—exclamo golpeandolo en el brazo.

—¿No que no podía?—pregunta en tono victorioso. Isco está que se muere de risa. Lo fulmino con la mirada y se contiene pero vuelve a estallar de risa de nuevo. Y esta vez, yo me sumo a sus carcajadas.

—Los dos...—digo señalandolos—son unos idiotas y voy a destruirlos en la prensa. Pondré como titular 'Marco Asensio y su faceta de pésimo novio' y para ti...—digo refiriendo a mi hermano—'Isco Alarcón es un mal hermano'—bromeo y ellos se hacen los ofendidos.

—Entonces...—Isco arrima sus codos en la mesa y me mira fijamente—¿eso es un sí?

—Aún necesito pensarlo.

—¡Vamos Ely!—exclaman los dos al unísono. Suelto una risa.

—Isquito, dile a tu tía que sería una gran periodista.—le pide Marco.

—Tita sería la mejor periodista.—dice con su característica dulzura de niño que me derrite el corazón.

—Querida hermana, los niños no mienten.—dice Isco cruzandose de brazos.

—Está bien. Voy a intentarlo.—acepto finalmente. Los dos jugadores del madrid levantan sus brazos como festejando un gol antes de chocar los cinco entre ellos.

¿Qué hice yo para merecer tales seres de luz en mi vida?

Mi mejor jugada eres tú ||Marco Asensio||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora