XII- Una carta de amor

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Quise ser la luna para alumbrar tu rostro en una noche oscura, y quizás silencio para oír solo tú voz en mi fragmento.

Quise ser príncipe y que te conviertas en mi princesa en un cuento de hadas, y quizás el viento para rozar tu cabello cada mañana.

Y es que cada vez que estás cerca, cada vez que te veo. No logro desviar mi mirada, me atrapan tus ojos y cada palabra que dices cuando hablas.

Me gusta cuando ríes, y te sonrojas al sentirte observada.

Me dices te quiero y no logro ocultar mis palabras.

Las pulsaciones se aceleran en camino de un sueño infinito, casi inalcanzable. Deseando ponerle fin a este abismo.

Con un beso tuyo, un beso nuestro. Y que se declare el mundo insignificante a comparación de lo que siento, cada vez que te veo.

Mi corazón late fuerte, derramando lágrimas de terciopelo.

Diciéndote te quiero en cada estrofa de esta poesía, amándote en cada verso, elevando las rimas a un amor eterno.

Te quiero y ya no ocultare más lo que siento, escribiéndote esta carta de amor, expresándome desde lo más profundo de mis sentimientos.

Porque amarte es mi pecado, y no tenerte mi condena.

Quédate conmigo, dame una oportunidad para hacerte feliz. Y te prometo que las sonrisas serán eternas.

Quédate conmigo, y voy a amarte cada día más. Quererte como si no existiría algo más que un presente juntos, arriesgarme a todo por complacerte.

Mírame a los ojos y verás que todo esto es cierto, acércate y déjame besarte, haz que todo se vuelva eterno.

Que las rosas caigan del cielo, manifestándose nuestro amor con un beso nuestro.

Nuestro primer beso, dando origen a un amor perpetuo.

                          -Héctor F. Palavecino


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